Nueve años de cárcel por agredir, atar y retener a un matrimonio para robarle en Granada
Un empleado de una inmobiliaria, a quien el acusado y otro tipo engañaron para que le enseñara un piso del bloque de las víctimas, también acabó maniatado
El 20 de junio de 2013, dos individuos que en realidad eran unos violentos ladrones accedieron a un edificio del Centro de la capital granadina. ... Acudieron acompañados del empleado de una inmobiliaria, al que engañaron para que les enseñara un piso del edificio situado en la misma planta de su objetivo: la vivienda de un matrimonio donde pensaban que había una caja fuerte con mucho dinero. Lo siguiente que ocurrió fue un robo espeluznante, en el que tres personas –el empleado de la inmobiliaria y la pareja– acabaron maniatadas y retenidas contra su voluntad.
IDEAL ha tenido acceso a la sentencia dictada por la Audiencia Provincial de Granada que escribe el final de este suceso tras el juicio por aquellos hechos, que se celebró el pasado mes de octubre en la sala de vistas de la Sección Segunda. En el banquillo se sentó sólo uno de los dos ladrones, que pasará una larga temporada entre rejas, pues ha sido condenado a nueve años de prisión.
En concreto, en su fallo, los magistrados de Plaza Nueva imponen al tipo cinco años de cárcel por un delito de robo con violencia e intimidación en concurso con un delito de detención ilegal, así como otros cuatros años por dos delitos de detención ilegal. Junto a ello, lo condena a dos multas de 270 euros –540 en total– por las lesiones que causó al matrimonio, al que habrá de indemnizar con 4.050 euros por el dinero sustraído. Aparte, deberá pagar otras cantidades –360 y 180 euros– a la pareja por haberles lastimado.
La resolución pone el acento en una prueba que resultó clave en el desenlace policial del suceso: la del ADN. El perfil genético de los restos biológicos que se hallaron en una de las bridas usadas para el robo era del acusado y este extremo ha quedado acreditado, a juicio de la Audiencia, «sin género alguno de duda».
«Se trata de una localización del resto biológico que no deja margen a la incertidumbre acerca de la intervención del acusado, por más que la defensa plantee conjeturas respecto a cómo llegó a ese vestigio el ADN», subraya el tribunal. Pero es que además los testigos –y víctimas– de los hechos lo reconocieron como uno de los dos tipos que perpetraron el robo.
El vecino que sufrió el asalto, «al que golpearon», reconoció de hecho «con firmeza y convicción» al acusado como uno de los autores. Fue, según precisó, quien le ató. Su mujer declaró que los asaltantes «estuvieron mucho rato en la casa», pues buscaban una segunda caja fuerte, y aseguró que en un momento dado el procesado «se quitó las gafas y le vio perfectamente».
La Audiencia considera probado que el acusado, en unión de otro tipo no identificado, cometió el robo, aunque él niegue su participación y alegue que en ese año ya estaba enfermo –actualmente se somete a hemodiálisis– y no tenía fuerzas.
El fallo recoge cómo lograron entrar en el edificio tras interesarse por un piso en una inmobiliaria de Reyes Católicos. Consiguieron que un empleado de esta les acompañase a verlo. Una vez allí, y mientras el trabajador les mostraba el inmueble, lo abordaron por la espalda «y, tras colocarle un cuchillo en el cuello para amedrentarlo, lo ataron de pies y manos con bridas y cinta adhesiva». Acto seguido, le quitaron su documentación y lo dejaron «privado de su voluntad ambulatoria» para permanecer allí a la espera de que llegaran los vecinos de la vivienda contigua, donde creían que había una importante suma guardada en una caja fuerte.
Sobre las 20.20 horas, el vecino de al lado llegó y, al ver la puerta del otro piso abierta y que estaba la luz encendida, se acercó, momento en que fue introducido dentro. Para ello, lo «empujaron violentamente». Luego «lo tiraron al suelo» y «le sujetaron la cabeza contra el mismo, al tiempo que le reclamaron la entrega de la clave de su caja fuerte». Después, le pusieron en el cuello «un objeto cortante» y lo arrastraron hasta donde estaba el empleado de la inmobiliaria «atado de pies y manos».
Dedos
Tras atar igualmente al vecino con bridas y taparle la boca, le conminaron a que les diera la combinación de la caja, bajo la amenaza de que si no lo hacía le cortarían los dedos a su esposa cuando llegara de la calle. Ella fue la tercera víctima. Llegó sobre las 22.15 horas y la abordaron cuando se disponía abrir la cerradura de su casa, donde la metieron, indicándole que en el piso de al lado estaba su marido. Consiguieron que les diera la llave de la caja fuerte. Dentro había un sobre con 3.550 euros. Lo cogieron. También 500 euros que la señora llevaba en el bolso. A ella también la ataron, pero pudo liberarse cuando los ladrones se marcharon.
Según las fuentes del caso consultadas por IDEAL, la defensa del acusado, que ha estado representado en el proceso por el letrado Fernando Almendros, ha recurrido la sentencia ante el Tribunal Supremo (TS).
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