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El nuevo titular del Juzgado de Primera Instancia 5, en su despacho de la Caleta. RAMÓN L. PÉREZ
Raúl Muñoz Pérez, el juez traductor

Raúl Muñoz Pérez, el juez traductor

Raúl Muñoz Pérez | Juez del Registro Civil de Granada ·

Dirige un juzgado donde se inscriben los nacidos y los muertos, se ofician bodas, se cambian nombres y se da luz verde a trasplantes entre vivos

Yenalia Huertas

Granada

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Sábado, 17 de noviembre 2018, 01:42

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En el despacho de Raúl Muñoz Pérez (Granada, 1972), nuevo juez del Registro Civil de Granada, hay una caja que distrae la atención del visitante. Está colocada como elemento decorativo tras la mesa de su señoría. En su tapa se puede leer 'Kit de herramientas útiles para un magistrado en su nuevo destino'. En su interior, los funcionarios del último juzgado donde Muñoz ha impartido justicia antes de regresar a Granada -un órgano de lo Contencioso de Jaén- introdujeron, a modo de despedida, libros de leyes, recuerdos, sentimientos y buenos deseos como regalo para su nueva etapa profesional.

Raúl Muñoz relevó hace ya varias semanas al frente del Juzgado de Primera Instancia 5 de Granada -del que depende el Registro Civil- al magistrado Santiago Ibáñez, que ahora lleva las riendas de otro órgano civil de la ciudad. Curiosamente Muñoz ha acabado en el mismo órgano donde hace tres lustros hizo las prácticas de juez de la mano de su entonces titular: Enrique Pinazo. Por aquellas fechas el Registro Civil estaba todavía emplazado en el edificio judicial de Plaza Nueva. Otro de sus 'maestros' fue el magistrado de Instrucción 4 de la capital, Antonio Moreno, quien era además en aquella época juez decano del partido judicial de Granada.

Hijo de un perito mercantil y una maestra que no llegó a ejercer, es el pequeño de tres hermanos. Estudió en la Universidad de Granada (UGR), donde hizo primero Traductores e Intérpretes. En el último año tuvo una asignatura, Relaciones Internacionales, cuyo profesor le marcó. Tanto que le hizo virar completamente en su rumbo profesional y sumergirse en el Derecho. Jamás pensó que llevar puñetas iba a ser su sino y su medio de vida.

Muñoz está casado y tiene tres hijos, todos varones y el último de pocos años. Su conversación es amena e instructiva y logra captar a la atención y el interés de su interlocutor. Sobre su mesita suele haber ensayos de todo tipo y le gusta más leer teatro que verlo.

Si se pincharan chinchetas en un mapa para marcar su recorrido como togado, habría que hacerse de unas cuantas. El primero fue el juzgado de Primera Instancia número 2 de la capital, que ese año, dicen, fue de los órganos que más sentencias puso en Andalucía. Tras una fugaz estancia en Castellón, en Vinaroz, regresó a la provincia de Granada para coger las riendas del Juzgado mixto número 2 de Almuñécar, que además tenía asignadas la competencia en materia de violencia de género., Allí estuvo entre 2005 y 2007. Entre 2008 y 2010 su vida judicial se mudó a Cataluña, donde dirigió un juzgado de Violencia sobre la Mujer exclusivo. Un órgano de lo Contencioso de Almería fue su siguiente destino hasta 2012, año en que salieron las comisiones de servicio para reforzar los juzgados contenciosos de Granada, donde volvió para estar dos años y medio. En su último destino, en tierras jiennenses, ha permanecido los últimos cuatro años.

Sus cambios de destino y de jurisdicción le han curtido como jurista. Se podría decir que ha tocado todos los palos menos Social, la jurisdicción de los litigios y conflictos laborales. Tampoco había llevado solo antes un Registro Civil, pero quienes le conocen creen que, por su capacidad y talante, se adaptará rápido y sin dificultad al cambio de materia. Será, por así decirlo, un volver a empezar después de ocho años especializado en pleitos contra las decisiones de las administraciones.

Cambio de aires

Muñoz cree que a todo juez le vendría bien un cambio de aires cada cierto tiempo para renovarse y enriquecer sus conocimientos. Él ha tenido además suerte, pues Santiago Ibáñez le ha dejado un órgano que funciona correctamente, que tiene un volumen de trabajo considerable pero también muchos funcionarios, competentes y bien organizados. En un Registro Civil se inscriben los nacimientos y las defunciones, pero también se cambian los nombres, se rectifica el sexo, se ofician bodas y se autorizan trasplantes entre vivos, entre otros trámites. Y aunque habrá cuestiones de fondo en las que Muñoz tendrá que bucear, lo cierto es que en los asuntos de trámite todo va rodado.

La demanda en sus oficinas es constante. Decenas de ciudadanos pasan cada día por este órgano, hoy ubicado en la parte central del complejo judicial de La Caleta. Muñoz lo conoció cuando se formaban largas colas en Plaza Nueva, algo que se ha solventado gracias al sistema de cita previa implantado por la Junta de Andalucía.

Cuentan que a este jurista le llama la atención especialmente la alegación. Le gusta escuchar los argumentos de las distintas partes y ve mucho mérito en los abogados y en los fiscales, que reciben en bruto un caso y tienen que construirlo. También le atrae enseñar, transmitir conocimientos. Opina que un juez tiene que ser razonable, riguroso y entender a la gente. Todo apunta a que predicará con el ejemplo. En principio viene para quedarse, aunque como él mismo suele decir a veces evocando a Jonh Lenon: «La vida es lo que te va ocurriendo mientras planeas otras cosas».

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