PSOE de Granada 'vintage'

Crónica política ·

La aproximación a Bildu para que apoye los Presupuestos del Estado genera debate entre los referentes históricos del socialismo granadino

Quico Chirino

Granada

Domingo, 22 de noviembre 2020, 00:21

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La noche del 28 de abril de 2019, tras ganar aquellas elecciones que después hubo que repetir, Pedro Sánchez salió al balcón de Ferraz eufórico ... para saludar a los simpatizantes que le reclamaban con un grito unánime que no pactara con Ciudadanos: 'Con Rivera, no. Con Rivera, no'. Una petición a la que el presidente en funciones respondió: «Yo creo que ha quedado bastante claro». En ese momento, Carmen Calvo, a su lado, rompió en una carcajada desternillante. Menos se recuerda que, ante la insistencia de los vítores, Sánchez precisó: «Nosotros no vamos a poner cordones sanitarios. La única condición será respetar la Constitución».

Hace una semana, Pedro Sánchez superó holgadamente el primer escollo de los Presupuestos del Estado al reunir 198 votos en el Congreso, entre los que sumó los cinco diputados de Bildu, innecesarios para salvar el trámite. «No sabíamos si Ciudadanos o cualquier otro grupo se iban a descolgar en el último momento. Si no hay Presupuestos, vamos a elecciones», justifica un diputado granadino el movimiento táctico.

Esa alianza sobrevenida con la izquierda abertzale –casi que fortuita, que diría José Luis Ábalos– ha suscitado las críticas de algunos barones territoriales socialistas, ya soliviantados tras la enmienda con ERC para eliminar la referencia al español como 'lengua vehicular' en la Ley Celaá. Esta semana fue Alfonso Guerra quien parafraseó aquellas proclamas en Ferraz la noche del 28 de abril: «Muchos socialistas tienen un nudo en la garganta, que es un grito que no sale: Con Bildu, no. Con Bildu, no», advierte alguien que aplicaba a las negociaciones la máxima de Groucho Marx:todo eso y, además, dos huevos duros.

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Pedro Sánchez ha tenido que remitir una carta a la militancia para justificar la necesidad de salvar unos Presupuestos «indispensables» y reprocha que «adversarios del Gobierno evitan hablar de ellos y desvían la atención hacia polémicas artificiales y noticias inventadas». El lunes, en la ejecutiva federal, afeó las críticas a los barones y utilizó un juego de palabras para recordar que, si este no es el PSOE de siempre, siempre será el PSOE. El debate está abierto, también dentro de la agrupación granadina y entre algunos de los que fueron sus referentes más influyentes en otros momentos no tan pretéritos. Militantes –todavía– que tuvieron gran peso, tanto orgánico como institucional, en la provincia y en Andalucía y que, aunque pertenezcan al pasado, nunca pasan de moda. Es el PSOE'vintage'.

«Lo ha clavado Alfonso. Algunos temen poder hablar. Te callan con el argumento de que o esto o gobierna la derecha. Estoy en contra de la trivialización del acuerdo con Bildu. Se le ha pedido que haga política pero hay que tener decencia con su trayectoria. Esto habilita para pactar con Vox», recuerda alguien que estuvo en los cuadros de mando. «El PSOE ha perdido una identidad en Andalucía, donde ejercía de contrapeso», se refiere, por ejemplo, a la oposición de Susana Díaz al Estatut que aceptó Zapatero. «Este es un PSOE distinto. Yo no estoy de acuerdo con que siempre sea el PSOE. El partido salió del último congreso con un esquema 'centrífugo'. Antes era 'centrípeto'. Extremadura, Andalucía… ya no influyen tanto en la ejecutiva. Este no es el PSOE que hizo el AVE Madrid-Sevilla. Hoy lo haría a Barcelona», resume.

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Otros compañeros comparten esta visión pero rechazan que se exterioricen las divergencias. Habla un relevante cargo institucional granadino en las últimas dos décadas. «La cultura del PSOE al que yo he pertenecido no es esta. ¡Ojo! Que yo apoyé a Pedro Sánchez. Pero Alfonso Guerra también cometió un error diciendo esas cosas, aunque sean ciertas. Eso hay que decirlo dentro. Es verdad que no se permite demasiado debate. Antes se discutían las decisiones, aunque ya se llevaran tomadas», rememora. También se opone al acuerdo con Bildu: «Estoy en un partido en el que por pactar con el PP en algunos municipios se expulsaba a los concejales. ¿Y con Bildu, no? No puede ser que Vox sea un sacrilegio y luego se acuerde con la izquierda abertzale». Lamenta que el pulso orgánico ha «desaparecido», pero mantiene un silencio disciplinado que resume con un proverbio machadiano: «Yo vivo en paz con los hombres y en guerra con mis entrañas».

Hay también quien, con la misma relevancia y peso político que los anteriores, justifica la línea estratégica de Pedro Sánchez. «Hay que dejarle gobernar y las posibilidades son las que son. Yo he sido portavoz y he pactado con el que he pillado. ¿Alguien se acuerda de la foto del estado de alarma? Hay que elegir entre honra sin barco o elecciones nuevas», subraya la diatriba. «Con las armas, no; con los votos, sí. ¿Y ahora no vale? Y yo he vivido de cerca la amenaza de ETA –advierte–. Pero no se sabía hasta el último momento si hacían falta sus votos, y si no se aprueban los Presupuestos estamos muertos; como país. No hay que magnificar las cosas. Igual que lo del español como lengua 'vehicular'. Nadie puede rebajar lo que dice la Constitución, nadie va a romper el Estado. Algunos de los que cedieron competencias a Cataluña ahora se rasgan las vestiduras», vuelve sobre las hemerotecas.

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Y, ¿qué dicen los que están cerca de Pedro Sánchez y comparten sus decisiones? Pues piden esperar a la aprobación final de los Presupuestos para hacer balance de los apoyos y relativizan las críticas internas: «Estos son a los que ganamos las primarias».

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