El vuelo de Tatanka y Óscar
Estos vecinos de Güéjar Sierra cambiaron sus sillas de ruedas por el asiento de un paramotor para surcar los cielos
Juan Peña Castillo
Viernes, 25 de junio 2021, 00:15
Imagínate. Yo, que ni puedo andar, volando por los aires» A Tatanka aún le cuesta expresar los sentimientos y las sensaciones que vivió el mes ... pasado, cuando un paramotor le dio las alas con las que volar sobre Sierra Nevada y los cerros que rodean Güéjar Sierra. «Buff», resopla al teléfono solo con rememorar el momento. Igual está de emocionado Óscar, que recuerda cómo vio a las personas «como hormigas» desde lo alto del cielo. Teresa Recio, miembro de la asociación Poquito a Poquito, dedicada a romper las barreras de las personas con diversidad funcional, les acompaña en muchas de sus aventuras y da fe como testigo del momento: «Se les salían los ojos de felicidad».
Quien los elevó hasta el cielo fue Ramón Morilla, cuatro veces campeón de vuelo en paramotor. El aparato consiste en un vehículo propulsado por hélice y elevado por un parapente. Se adaptó el paramotor a las particularidades de sus pasajeros, gracias a la pericia del piloto.
En el caso de Tatanka, al que su parálisis cerebral infantil impide tomar otra posición que no sea tumbada, fue una de las contadas ocasiones en España, si no la única, en la que un paramotor transportaba a alguien de esa manera. «Con personas con movilidad reducida, sentados, ya he volado. Con el método que ideamos para Tatanka, era la primera vez que lo hacía. Tatanka fue el primero para mí», confiesa Ramón Morilla. «Los dos transmiten una energía y unas ganas de vivir increíbles. Fue una maravilla», asegura el piloto.
Los dos pasajeros quedaron bien instalados con la ayuda de correas y se echaron al aire desde una meseta de Güéjar Sierra. En tierra los esperaba Teresa, que es profesora de deportes adaptados a personas con diversidad funcional y es la que empuja a Óscar y Tatanka hasta nuevos horizontes.
Nuevos retos
Conoció a Tatanka impartiendo clase. «Lo conocí porque vivía al lado del centro donde yo daba clase. Era una oportunidad perfecta para enseñar a mis alumnos. Más tarde le ayudé a pintar. Pintando y pintando, se creó una relación de amistad muy estrecha». Y por videollamada enseña las obras que Tatanka realiza desde hace años: aves, bisontes y retratos de amerindios decoran las paredes de la casa. Todo realizado únicamente con la boca, que es lo poco que puede mover Tatanka. El cóndor y el águila son sus animales tótem.
En cuanto a Óscar, cuando no está volando en paramotor se dedica a estudiar con unas notas excelentes su tercer año de Psicología en la UGR. «Estoy impaciente por volver a clase presencial», dice, ya que se apunta a toda clase de actividades.
Hasta ahora, su esclerosis múltiple no le ha impedido hacer nada que se haya propuesto. Sus próximos restos son probar el esquí adaptado y el submarinismo. Lo de volar aún le impacta. «Fue realmente liberador».
Teresa, Óscar y Tatanka tomaron las riendas de la asociación de voluntariado social de Güéjar Sierra Poquito a Poquito en 2019. El presidente es Tatanka, que pese a la orografía de Güéjar y a los adoquines de sus calles, decidió instalarse allí por la cercanía de la naturaleza y el monte, algo fundamental para él.
Para el futuro, estos aventureros ya preparan nuevos retos. Próximamente quieren llegar hasta la cima del Veleta, un desafío titánico para alguien con movilidad reducida. Las sillas eléctricas no pueden ir por allí, pero eso no ha puesto freno a Poquito a Poquito. Han diseñado, con la ayuda de los vecinos de Güéjar, una silla especial, con suspensiones de moto y una única rueda, que les permitirá alcanzar la cumbre.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión