Edición

Borrar
Rafael Vílchez
Virtudes López conserva la tienda de todo un poco que defendió durante más de cuatro décadas en Mecina Bombarón

Virtudes López conserva la tienda de todo un poco que defendió durante más de cuatro décadas en Mecina Bombarón

Esta alpujarreña comenzó a trabajar guardando ganado con tan solo cuatro años para ayudar a sus padres y nueve hermanos

Rafael Vílchez

Mecina Bombarón

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Miércoles, 10 de julio 2019, 11:15

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

En la localidad alpujarreña de Mecina Bombarón hubo una tienda desde 1974 en la Plaza Vieja donde se encontraba de todo un poco, atendida con mucha amabilidad y profesionalidad durante más de cuatro décadas por su propietaria Virtudes López Pelegrina. Las tiendas de antaño tienen poco que ver con las que hay ahora en la Alpujarra y otras zonas. Eran pequeños negocios para la provisión de las cosas más imprescindibles y elementales y también para charlar de todo un poco. Virtudes y su marido Miguel se acercan de vez a su antiguo comercio para recordar viejos tiempos.

Como es lógico las tarjetas de crédito no existían en aquellos entonces, pero sí la libreta para apuntar con lápiz las cuantías de los artículos que se fiaban a algunos clientes. Unos pagaban después sus deudas y otros no se acordaban de pagar. David, uno de los nietos de Virtudes, cuando se jubiló su abuela montó un supermercado más moderno en el almacén de sus abuelos que marcha estupendamente. Virtudes, que tiene en la actualidad 78 años muy bien llevados, también llevó las riendas de un bar situado en el bajo de su casa. El vaso de vino de José 'El de la bodega' costaba una peseta de las de antes y entraba también la tapa. Se levantaba a trabajar a las siete de la mañana y cerraba a las doce de la noche, a la hora de acostarse. Durante muchos años trabajó detrás de dos mostradores esta encantadora mujer.

Virtudes no pudo pisar una escuela porque residía en un lugar alejado, en el 'Cortijo del Reichuelo' y tenía que ayudar a sus padres Manuel y Remedios y a sus nueve hermanos a sacar la casa adelante. Virtudes comenzó a pastorear ovejas, cabras y vacas con tan solo cuatro años. Algunos de sus hermanos mayores le ayudaban a cruzar el río porque sola no podía hacerlo. En este lugar hacía mucho frío en invierno. El arbolado atemperaba los rigores del calor. Existían relaciones de buena vecindad en la sierra. Los cortijos eran más caros según su situación, terreno y si tenían buenas comunicaciones. Los animales: mulos, caballos, cabras, ovejas, vacas, toros, asnos, gallinas, pavos, conejos, palomas… formaban parte del paisaje de los cortijos. Su necesidad para las faenas agrícolas y para conseguir dinero era total.

Cuando Virtudes cumplió doce años empezó a trabajar en labores campesinas. «Recuerdo que tenía que subir a cuestas los haces de hierba para las vacas, de carne y no de leche, desde un profundo barranco hasta el cortijo. Algunas vacas eran también utilizadas para arar los campos. En el cortijo aprendí a cocinar y lavar. Cuando cumplí 18 años empezaron a pretenderme varios mozolillos. Había cuatro o cinco fijados en mi, y al final el que más me agradó y gustó fue Miguel López Peregrina 'El Trancas'. Estuvimos de novios tres años. Cuando nos casamos al siguiente día nos fuimos, no de viaje de novios, sino al campo a sembrar garbanzos. Aprendí a coser en la casa de Lola 'La modista'. Tuve dos hijas y un hijo que me han dado siete nietos y dos biznietos», manifestó.

Según Virtudes López «en mi tienda se vendía a plazos y al contado de todo un poco: azúcar, arroz, galletas, chocolate, atún, arenques, plátanos, bacalao, alpargatas, botas, zapatos, botones, hilos, agujas, tijeras, alicates, cremalleras, carne, embutidos caseros, pan de la tahona de Justo, fruta, etcétera. Todavía conservo en el local que me sirvió de tienda algunos artículos, el mostrador, varias estanterías y el peso. Mi marido también ha trajinado muchísimo. Él sí pudo estudiar en el Seminario Menor de San Cecilio (Granada) y, entre otras cosas, ha trabajado 14 años en la primera corrida de habichuelas que se instaló en Mecina Bombarón, ha sido herrador, ha trabajado en el extranjero, etcétera, y como hemos sido grandes trabajadores y hemos mirado por el dinero hemos podido prosperar con el sudor de nuestras frentes», terminó diciendo.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios