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Pintando retratos y vendiendo zapatos

Pintando retratos y vendiendo zapatos

José Antonio Cortés, además de vender zapatos en su comercio de Lanjarón, retrata a lápiz a muchos de sus clientes procedentes de toda España

RAFAEL VÍLCHEZ

LANJARÓN

Viernes, 10 de noviembre 2017, 08:02

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Un alpujarreño, José Antonio Cortés Santiago, nacido en el cortijo ‘El Pescaero’ de Juviles el 31 de julio de 1956, y establecido desde hace años en Lanjarón, se dedica a vender zapatos en su comercio y cuando el tiempo se lo permite pinta retratos por encargo a muchos de sus clientes. A José Antonio le encantó pintar desde pequeño pero el tiempo no se lo permitió porque a muy temprana edad tuvo que ayudar a sus padres Baldomero y Josefa y a sus tres hermanos a sacar la casa adelante en tareas pastoriles y campesinas y también vendiendo pescado en el pueblo de Nieles.

Todos los días el chiquillo trasponía por una trocha hasta Nieles cargado con una cesta de pescado que le compraba a Pepe, un vendedor ambulante Albuñol. En la tiendecilla, estanco y tabernilla de Encarna iba pesando las ventas y a cambio la tendera de Nieles recibía gratis cada día medio kilo de pescado para el gasto de la casa.

José Antonio Cortés aprendió a leer y escribir en las escuelas nacionales con don José el maestro. Este niño asistió también por las tardes a clases particulares durante los veranos. Lo que más le encantaba era pintar en la pizarra y como tenía dotes para ello su maestro le encargaba dibujos. También José Antonio ayudó a su padre a sacrificar cerdos y chotos. Cuando lo llamaron a filas lo destinaron a Madrid, al Colmenar Viejo, y después de jurar bandera lo designaron al Parque Central de Ingenieros de El Pardo. Y como era un gran matarife un teniente le ofreció trabajo en esos menesteres y lo pasó muy bien, incluso ganando un dinerillo y librándose de muchas guardias.

Cuando José Antonio se licenció volvió a Juviles para seguir ayudando a sus padres. Después emigró a Andorra. Allí estuvo poco tiempo. También trabajó en la central nuclear de Tarragona. Con lo que ahorró pudo arreglar la casa. Después contrajo matrimonio con una joven de Pitres llamada Gloria Gómez Fernández y fruto de esa unión nacieron dos niños y dos niñas. José Antonio dejó su terruño para irse a residir a Pitres y dedicarse durante 15 años a la venta ambulante de zapatos por los pueblos de la Alpujarra. Uno de sus hijos, Juan Antonio, ha seguido sus pasos y tiene montada una estupenda zapatería en Órgiva.

Hace dos décadas José Antonio también abrió una zapatería en Lanjarón cerca del célebre Hotel Nuevo Palas. Y hace casi una década dejó la venta ambulante. Desde entonces no para de vender zapatos de calidad y pintar retratos en su comercio porque le encanta el arte y la verdad es que lo hace muy bien y con mucha maestría. Algunas de sus obras a lápiz y al carboncillo representan a Fray Leopoldo, a la Virgen de las Angustias, a su difunto suegro que fue fragüero en Pitres, y a muchos de sus clientes procedentes de un gran numero de lugares de España. Desde hace tiempo este artista, que adora también a sus nietos, reside con su familia en Lanjarón.

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