Incendio en Granada
Cinco hipótesis y una técnica pionera para hallar al autor del incendio de Los GuájaresEl Seprona llevó a cabo una de las investigaciones medioambientales más complejas de la historia, que culminó con el hallazgo del presunto culpable, un bombero forestal
En el monte, en medio de la nada, lo normal es no encontrar pistas. Por eso es tan desagradecido investigar incendios forestales, se trata de un puzzle cuyas piezas parecen imposibles de encontrar. El de Los Guájares, que se inició el 8 de septiembre de 2022, duró casi un mes y arrasó más de 5.000 hectáreas, fue uno de esos. De hecho, terminó siendo el más devastador de las últimas tres décadas en la provincia, desde el que afectó a la Sierra de Huétor en 1993. A Darío y Juanjo -nombres ficticios, prefieren mantenerse en el anonimato- su jefe les encargó encontrar al responsable. Por delante tenían un arduo trabajo que culminó con la detención del supuesto autor un año después, usando una técnica pionera que nunca antes se había aplicado en un incendio forestal. Así se desarrolló una de las investigaciones medioambientales más complejas.
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Darío y Juanjo pertenecen al equipo de Policía Judicial Medioambiental, que forma parte del Seprona. Sobre ellos cayó el peso de la búsqueda, pero fue esencial la colaboración de la Brigada de Investigación de Incendios Forestales de Andalucía, integrada por agentes de Medio Ambiente especializados, que confirmó una información valiosísima: el incendio fue intencionado. No encontraron colillas frescas, no hubo relámpagos. Había un culpable. «Aquello nos dio fuerzas para seguir», aseguran los efectivos de la Benemérita.
Lo primero que hicieron fue recoger testimonios, más de cien. «Hay que hacerlo cuanto antes mejor, para evitar que se olviden datos y se contaminen por lo que digan otras personas», insisten. Visitaron multitud de viviendas, cortijos, establecimientos. Las cámaras de seguridad son clave y suele haber más de las que creemos. Muchos vecinos las colocan en lugares estratégicos, camufladas, para controlar sus propiedades. La Guardia Civil recopiló decenas de imágenes.
Son diversos los vestigios que indican dónde se inició el incendio. Se trata de un barranco situado en una curva donde sigue predominando el negro. Fue «como una chimenea»: empezó en unos matorrales junto a la carretera y se extendió hacia dentro, arrasando miles de hectáreas. «Podemos ver cómo el fuego abrazó los árboles, el sombreado que dejaron las piedras o incluso la dirección en la que huyeron los insectos. El terreno habla», detallan.
Con los datos de los que disponían tenían que hacer la reconstrucción de los hechos. Manejaron unas cuatro hipótesis principales. A la quinta fue la vencida. La primera situaba a un hombre como sospechoso. Varios testimonios coincidían en que vieron su vehículo en la zona cuando el fuego comenzó. «Le tomamos declaración y comprobamos su coartada. No había estado allí», recalcan los guardias civiles.
La segunda, muy comentada en redes sociales, apuntaba a que el fuego estaba relacionado con la próxima construcción de aerogeneradores en la zona. Sin embargo, ya estaban aprobados antes del suceso y, además, por Ley no se pueden recalificar terrenos hasta pasados treinta años. Descartaron esta opción.
La tercera señalaba un vehículo que apareció quemado en la zona como origen del incendio. Alguien pudo haberle prendido fuego. Esta teoría tampoco se sostenía. La cuarta hipótesis estaba relacionada con la droga. En aquellos barrancos, cuando la vegetación era tan frondosa que ocultaba lo que había debajo, había plantas de marihuana. «Alguien pudo habérselas quemado al dueño por venganza, pero nos cercioramos de que no fue así», apuntan.
Un vehículo del mismo color
Darío y Juanjo dicen que fue casualidad toparse con el supuesto autor. Luego rectifican. «Las casualidades no existen. Estábamos aquí, en el terreno, como tantísimas veces. Fuimos constantes», admiten. Habían pasado incontables horas visionando imágenes de cámaras de seguridad. Tenían controlado un vehículo del mismo color que el de la primera hipótesis. Y lo vieron. «No teníamos matrícula, solo imágenes y testimonios. Lo identificamos y comenzamos a montar el puzzle centrándonos en él», apostillan.
Había que comprobar su coartada. «Ahí fue donde acabamos de verlo claro», añaden. Su testimonio no cuadraba y acabó ofreciendo una decena de versiones diferentes. Estaba nervioso. Ahí fue donde entró en juego una técnica de análisis forense pionera, usada hasta la fecha en homicidios o secuestros, pero no en delitos medioambientales. Gracias a esta metodología se localizó y situó al supuesto autor en el punto de inicio de los hechos. «Es la primera vez que se utiliza en incendios forestales», añaden. Fue clave el apoyo recibido desde Madrid, en concreto del Grupo de Investigación de Medio Ambiente 4, dedicado a incendios forestales, que pertenece a la Unidad Central Operativa de Medio Ambiente (Ucoma).
Cuando tuvieron los indicios suficientes, el hombre fue detenido. Se trata de un bombero forestal de unos 62 años y que, según confirmaron fuentes vecinales a IDEAL, fue concejal del PSOE hace unos años. Quedó en libertad con cargos tras prestar declaración ante la Guardia Civil. La investigación aún sigue abierta, a falta, por ejemplo, de informes periciales para determinar el daño ecológico y la responsabilidad civil si finalmente el juez lo declara culpable.
Un arma de doble filo
Uno de los mayores retos fue gestionar tantísimos testimonios. Pueden ser de gran ayuda, pero también un arma de doble filo. De hecho, hubo dos vecinos que se acusaron mutuamente. Se habían cruzado cuando el incendio comenzó y sospechaban el uno del otro. La labor de la Guardia Civil es desenredar la maraña.
Tampoco fue tarea fácil saber quién fue la primera persona que pasó por el lugar cuando el incendio se provocó. Varios testigos vieron a un mismo vecino intentando apagarlo, pero previamente había pasado otra familia en coche. Eran de León y llamaron a un primo suyo para que diera la voz de alarma. «Al final se trata de atar cabos y echarle tiempo», cuentan los investigadores.
«Las casualidades no existen. Estábamos aquí, en el terreno, como tantísimas veces. Fuimos constantes»
Investigadores
Ciertamente, echaron tiempo. Mucho. Los Guájares se convirtió en su segunda casa. Calculan que un 60% fue trabajo de campo y un 40% de oficina, analizando todo el material recogido. «Ha sido una de las labores más complejas realizadas en el área de medio ambiente», afirman. Fueron cientos de horas, tanto en horario laboral como fuera de él, en casa. «Pasamos noches sin dormir, dándole vueltas, hilando. Llegábamos al día siguiente y compartíamos nuestros puntos de vista, preguntábamos a otros compañeros. Somos seis en el equipo y nos apoyamos», apuntan.
Sus familias, como no, supieron cómo animarles cuando les invadía la frustración. Y se alegraron tanto como ellos cuando el trabajo culminó con la detención del presunto autor. «Fue gratificante», resumen Darío y Juanjo de forma contundente. En el monte, en medio de la nada, lo normal es no encontrar pistas. Pero el Seprona las halló.
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