«Quienes abusan de una mujer o de un menor están muy mal vistos»
«Entre los presos terroristas y los comunes hay una relación de respeto mutuo», dice Jaime Hernández, director de la cárcel de Albolote
Domingo, 1 de abril 2018, 16:59
El director de la prisión de Albolote cuenta los pormenores del día a día en el penal y los secretos de una de las ... cárceles con más reclusos del país.
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–¿Qué tipo de relación suele haber entre los presos terroristas y los reclusos considerados como comunes?
–Salvo raras excepciones, siempre hay una relación de respeto mutuo, aunque distante, no interviniendo ni unos ni otros en asuntos que no les son propios.
–En las leyes de la cárcel, ¿se sigue castigando con dureza entre los reclusos a quienes cumplen castigo por abusar de una mujer o de un menor?
–Siguen estando muy mal vistos por la mayoría de internos, aunque la agresividad que se muestra hacia ellos nada tiene que ver con la de antaño; ahora más que la agresión física, que en ocasiones también se puede dar, se trata de hacerles la vida imposible, con un acoso constante por parte de algunos.
–¿Le suelen pedir muchas audiencias los presos y para qué suelen ser?
–Los internos solicitan audiencia con la Dirección mediante instancia, siendo recibidos en el propio módulo con una frecuencia más o menos mensual. El número de peticionarios no es uniforme, moviéndose en una banda de entre 3 y 8 peticiones por módulo, siendo los temas a tratar de todo tipo: permisos, información sobre su expediente, revisión de grado, cambios de módulos, asuntos familiares, problemas con las comunicaciones, destinos o trabajos, entre otros.
–¿Se sabe ya cuántos presos marcharán a la nueva cárcel de Archidona y cuándo?
–De momento, desconozco tanto el cuánto como el cuándo.
–Cuente la mejor experiencia que le ha podido pasar en estos años de director con un recluso.
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–Un interno que ingresó en prisión sin estudios, sin buenos hábitos sociales y ninguno laboral. Después de un gran trabajo del equipo y un gran esfuerzo por parte del interno, salió del centro penitenciario con un futuro muy favorable e inesperado para él, pues disponía de un trabajo ofertado por la Diputación, teniendo la oportunidad de compaginarlo con los estudios que había iniciado en la prisión. Llegar a esto, le obligó a romper con todo lo anterior, incluidos los lazos familiares, pero le mereció la pena. Fue hace muchos años, en San Sebastián.
–¿Cuál ha sido la situación más tensa vivida en esta cárcel?
–Situaciones de fuerte tensión interna no he vivido en este centro, sí en otros, y los momentos de conflicto que han podido surgir han sido resueltos felizmente con la actuación eficaz de los funcionarios de vigilancia. Quizá, se hayan dado más otro tipo de tensiones externas, pero que serían más difíciles de expresar, evaluar y entender.
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–Imagino que el primer día en prisión de un reo debe ser de pánico, ¿qué se hace con un preso en esa primera jornada?
–El primer contacto es con el funcionario de vigilancia, que facilitará las cosas y determinará que un interno seleccionado y preparado para ello le acompañe en su estancia en el departamento de ingresos en su primer día. Será entrevistado por el médico, el educador y la trabajadora social, que rebajarán la tensión que se siente ante un medio tan aparentemente hostil, y le explicarán la mecánica de funcionamiento del centro. Se trata de que en los primeros momentos no esté solo.
–¿Qué le recomendaría usted a un preso que entrara por primera vez en prisión?
–Cuando una persona se encuentra aquí, debe intentar sacar provecho a la cárcel. Le diría que escuche a los profesionales que le atienden en primera instancia y que propondrán para él un módulo de destino en función de sus características personales y procesales, haciéndole ver las posibilidades de actividad ocupacional, de estudio o laboral. Todo va a depender de él, siendo fundamental la elección que tome para ocupar el tiempo en prisión, dejando el patio y marcándose metas, en la seguridad de que al final cada cual obtendrá lo que ha buscado.
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