«Se rescatan bancos y autovías, pero no se rescata a las personas»
Raúl, un joven preso en la cárcel de Albolote denuncia la dificultad burocrática para lograr un tercer grado y poder rehacer su vida
CAROLINA RODRÍGUEZ
Martes, 11 de abril 2017, 04:21
Raúl -nombre ficticio- robó una cartera hace tres años. Lo hizo para echarse algo a la boca pero el robo por subsistencia no tiene excusa ... alguna. El delito de hurto -agravado por reincidencia después de una adolescencia difícil- lo ha llevado a la cárcel de Albolote donde cumple su pena de un año. El joven, que ahora tiene 26 años, reconoce su error y quiere pagar por ello, de hecho, fue él el que quiso entrar de manera voluntaria en la cárcel. «Quise dar el paso porque sabía que este paréntesis iba a cortar de nuevo mi vida». Y en cierta medida así ha sido.
Desde que cometió el error hasta que entró en la cárcel, Raúl comenzó a enmendar. Logró independizarse y con ayuda de su pareja y un buen amigo empezar a dibujar lo que quería que fuera su futuro. Un porvenir que ahora está en pausa y que quiere activar como sea logrando un régimen de semilibertad, el tercer grado, que le de la oportunidad de sentir que puede salir adelante. Es aquí donde Raúl se está encontrando los muros más altos y desde la prisión lanza un SOS en que denuncia la lentitud burocrática y, en cierta medida, la falta de apoyo y empatía para acelerar procesos que faciliten una reinserción real. Y es que lo dice bien claro: «Se rescatan bancos, se rescatan autovías y lo que se debería rescatar es a las personas y no se hace», relata el joven.
En su privación de libertad, Raúl ha escrito cartas a todo el mundo. Al director de la cárcel, al juez de vigilancia, al ministerio de Justicia y hasta el Rey. En todas ellas explicaba su situación, su arrepentimiento y el deseo de acelerar los trámites que para conseguir sus permisos o el tercer grado. «Nadie respondía, hasta que alguien se interesó por mí». Fue el Defensor del Ciudadano Manuel Martín el único que dedicó unos minutos a conocer su historia y echarle una mano en lo que pudiera. Desde hace meses está en contacto con Raúl y, en colaboración con equipos de la prisión, trabaja para que la situación de desesperanza y hastío con la que encontró al joven no sea tan pesada y, al menos, piense en lo que está por venir.
Una burocracia que frena
Raúl insiste en que su vida está en un paréntesis completamente y lamenta lo complicado que se hace «avanzar» cuando tienes pocos recursos y no ponen confianza en ti. Pone un ejemplo, simplemente, «por no tener un domicilio fiscal ni referentes familiares -a pesar de que tenía amigos que ofrecían su casa y toda su ayuda- no podía solicitar los permisos. Son trabas y dificultades que no ayudan a los que estamos allí dentro». Manuel Martín apoya las palabras del chico. «El es responsable de sus hechos pero también es víctima de una situación y de una injusticia social en la que participamos todos». El defensor apunta que el joven está en un módulo de respeto, que tiene un historial penitenciario intachable y que «todos» deberíamos escuchar más a los internos. «Vamos a rescatar a las personas y mejorar el sistema penitenciario», sostiene Martín.
«Arresto domiciliario, en el Centro de Inserción Social, con trabajos a la comunidad... creo que, después de este tiempo, se podría valorar mi caso, mi comportamiento y, así, sí que se me ayudaría a reinsertarme», explica. En principio el 22 de julio saldrá en libertad. Tres meses que son la cuenta atrás más importante de su vida. Saldrá con su pena cumplida y sin nada pendiente. En su cabeza ya tiene planeado lo que quiere hacer. «Quiero seguir con la vida que la cárcel me quitó y se truncó».
Una vida nueva
Antes de que Raúl entrara en prisión acogió a un perro. Sin saberlo, Ara -además de su pareja y amigos- sería la clave de su futuro. La perra despertó en él el sentimiento de protección que nuca tuvo y volcó en el animal sus mayores esperanzas. «La eduqué y gracias a ella empecé a sacar a otros perros en el barrio , ganar un dinerillo y a darme cuenta que eso es lo que me gusta».
Desde la cárcel Raúl ya tiene claro lo qué quiere hacer cuando salga. «Quiero formarme en el adiestramiento de animales y crear una asociación para ayudar a niños con problemas de autoestima o desarrollo social». Volcar en ellos, todo lo que la vida no le ha dado a él. En definitiva, empezar a vivir.
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