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Jorge Pastor
Martes, 31 de enero 2017, 01:23
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Las puestas de sol en el bar de Patrick, el Vuelta a Vuelta, son siempre espectaculares. «Mejores que las de Ibiza». La guinda perfecta a uno de esos almuerzos que se saben cuando empiezan, pero no cuando acaban. Buen rollito hasta que, siempre en el mejor momento -eso dice la ley de Murphy-, el enjambre de mosquitos larvado en el arroyo Saladillo 'ataca' sin compasión. De poco sirve el repelente que el bueno de Patrick, todo azorado, ofrece gratis a sus clientes. «Dejan la terraza y se meten dentro, que tampoco está mal», bromea Patrick, siempre con una sonrisa de oreja a oreja. Pero lo cierto es que el problema que sufre Patrick y los sesenta habitantes de la aldea de La Paz, en Fuente Vaqueros, tiene poco de chanza. Más bien, nada. Las aguas residuales de varios municipios van a parar directamente al Saladillo, un pequeño afluente del arroyo Salado que bordea La Paz y que genera unas pestilencias insoportables, además de ser un foco de insalubridad para una pequeña población por cuyas callejuelas corretean, cuando la fetidez lo permite, una decena de críos.
«Cuando cambia el viento -explica Patrick- la gente que está en la terraza se levanta y sale corriendo». Según Patrick, que reside en La Paz desde hace veinticinco años, el tema de los malos olores procedentes del Saladillo se ha gravado en los últimos años. «Tanto que se ha cargado la vida social en La Paz», lamenta. Pero los vecinos, la mayor parte familias que 'colonizaron' este enclave fuenterino buscando la tranquilidad y los paisajes de la Vega Baja de Granada, ya se han cansado. «No buscamos culpables, sino soluciones que
El proyecto de depuración, para el primer semestre
Los vecinos de La Paz piden menos palabras y más hechos. Por lo pronto, según el alcalde de Fuente Vaqueros, Francisco José Martín, la Junta de Andalucía ya ha encargado un estudio a una consultora para que realice una propuesta «lo más eficaz posible». Un nuevo planteamiento que, a diferencia de lo que se había hablado hasta la fecha -hacer una EDAR entre Láchar y Trasmulas-, puede pasar «por pequeñas depuradoras para pequeños núcleos de población». Este informe aportará datos como las cotas, información clave para extender la red de tuberías, cuya construcción ya está aprobada y presupuestada (diez millones de euros) por parte del Consorcio Sierra Elvira.
«El Consorcio ya está preparado y la Junta tiene el firme compromiso de que en cuanto esté el proyecto, en el primer semestre de 2017, completar todos los plazos para convertirlo en realidad», dice Francisco José Martín, quien recalca que la Junta y el Consorcio tienen que intervenir de forma conjunta, «no tiene sentido hacerlo por separado». Martín apunta que en los últimos meses ha habido reuniones de coordinación entre las tres partes, Consistorio, Consorcio y Medio Ambiente.
Francisco José Martín manifiesta que los vertidos en los arroyos Salado y Saladillo «no se generan en Fuente Vaqueros», aunque aclara que no quiere despejar responsabilidades. «Todos los municipios estamos trabajando conjuntamente» a través del Consorcio, cuyas competencia sobre aguas están transferidas a Aguasvira».
Retraso
«Es cierto y verdad que este tema ha acumulado retraso, pero también es cierto y verdad que desde la Consejería y la Delegación de Medio Ambiente se le ha dado un impulso fundamental en el último año», asegura el primer edil fuenterino. «La Junta se encuentra con total diligencia y eficacia para resolver esta cuestión», añade.
Según Martín, el Ayuntamiento de Fuente Vaqueros ha mantenido un contacto directo con la Asociación Camarines de la Paz «Aunque no somos los que generamos los vertidos, intentamos mitigar los efectos dentro de nuestras posibilidades». «Hemos limpiado la acequia en alguna ocasión, pero ésta no es la solución al problema», reconoce Martín.
vayan más allá de que limpien los limbos cada tres o cuatros años», dice Jesús Martínez, vocal de la Asociación Camarines de la Paz, el colectivo vecinal que ha iniciado un proceso de recogida de firmas para pedir que se les escuche. Para solicitar a la Junta que construya de una vez por todas la depuradora que convierta el Saladillo en lo que realmente es, un regato, y no en un cauce nauseabundo. Por ahora suman quinientas rúbricas, aunque confían en recopilar muchas más «porque estamos encontrando mucho apoyo en todos los establecimientos de los municipios cercanos donde estamos dejando las hojas».
María del Valle es otra de las afectadas. Tiene su vivienda a pocos metros del Saladillo. «En verano, entre las diez y media y las once de la noche, tiene que producirse algún vertido porque viene un hedor insufrible que nos obliga a cerrar ventanas y puertas de par en par». «Es horrible; no puedes respirar; te despiertas por la noche; la pestilencia se queda impregnada en la ropa», relata María del Valle, quien añade que otra de las consecuencias, perfectamente perceptible, es que «las piscinas se cubren con una capa negra, como si fuera betún». «A todo ello tenemos que añadir las plagas de mosquitos y todas las enfermedades que pueden acarrear».
Miedo
Patricio es otro damnificado. Lleva dieciséis años domiciliado en La Paz. «Tenemos miedo por nuestros hijos, que juegan en la vía pública y que están muy cerca de un punto sucio y contaminado», asegura Patricio, senderista, gran conocedor de la zona y también caricaturista -todos los años elabora una caroca alusiva a los miasmas del Saladillo-. Al igual que el resto de los lugariegos, eligieron La Paz para echar raíces por su sosiego y «porque la vivienda estaba a mitad de precio que en Granada».
Jesús Martínez, de la Asociación Camarines de la Paz, señala que la putrefacción en el Saladillo «viene de muchos años atrás, aunque poco a poco ha ido agravándose conforme crecían las localidades colindantes e incrementaban su censo poblacional». La coyuntura se ha tornado ya insostenible y desde la Asociación Camarines de la Paz han tomado la decisión de dar un paso adelante: hacer visible todo lo que les está ocurriendo y recabar información de todas las administraciones que pueden tener alguna responsabilidad respecto a lo que lleva pasando muchos años en el Saladillo. Han hablado con los ayuntamientos, con el Consorcio de Sierra Elvira, con Aguasvira... pero por ahora, muchas palabras, pocas promesas y ningún hecho. «Nuestra apuesta siempre ha sido por el diálogo, pero ya hay mucho cabreo», reconoce Jesús Martínez, quien insiste en que más allá de que el Consorcio disponga de una partida presupuestaria de diez millones de euros para acometer los colectores, debe ser la Junta de Andalucía quien ejecute de una vez por todas la estación de depuración (EDAR). En este caso, según los planes iniciales, la EDAR Genil, entre Láchar y Trasmulas.
El caso de La Paz no es algo aislado. Se estima que la mitad de la población de la provincia no está saneando sus aguas, con el agravante de que todos granadinos - y todos los andaluces- están abonando desde mayo de 2011 un canon establecido para sufragar los 373 millones de euros que cuestan las 69 EDAR que, según se determinó en 2010, deberían estar en funcionamiento en Granada desde hace unos años en cumplimiento de la Ley de Aguas de Andalucía y de la directiva europea sobre la materia.
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