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Un río entre paredes de sal

El cauce del Arroyo Salado dibuja una senda utilizada por los primeros pobladores del Temple y la Vega de Granada

Juan Enrique Gómez

Sábado, 3 de septiembre 2016, 00:26

Un rebaño de ovejas y cabras camina unido a través de la cañada que desde Santa Fe se dirige hacia La Malahá. Baja hasta el ... fondo de una vaguada situada entre paredes de conglomerados y arcillas. No corren hacia el cauce del arroyo para saciar la sed, sino que ocupan posiciones entre las arenas y los bordes del tajo para lamer la tierra y las piedras. Intentan ingerir una fuerte dosis de sal, un elemento básico en la dieta de los herbívoros y difícil de conseguir en los pastos. Es la muestra más clara de la cualidad salina de un territorio que desde hace tres milenios era recorrido por los primeros pobladores de Granada y sus ganados, en el que la sal aparece como un tapiz de color blanco entre los ocres de los cortados bajo los que discurre el que se conoce ancestralmente como Arroyo Salado, un pequeño cauce que en zigzag se dirige desde Alhendín hasta unir sus aguas salinizadas, con altos contenidos de hierro y otros minerales, al caudal del Genil, más allá de Santa Fe, junto a Fuente Vaqueros y Chauchina.

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