Edición

Borrar
Ritos, leyendas y hechizos en la noche de San Juan

Ritos, leyendas y hechizos en la noche de San Juan

Agua y fuego se conjuran en la noche mágica donde la diversión y la superstición se dan la mano

Rafael Vílchez

Jueves, 23 de junio 2016, 01:52

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

El solsticio de verano es mágico. Existen multitud de leyendas y rituales para encontrar el amor, atraer la fortuna y gozar de buena salud. Agua, tierra y fuego son los tres elementos sobre los que gira la noche de San Juan. El agua se relaciona por lo general con la cura de enfermedades y la fertilidad femenina; la tierra, con el amor, y el fuego con la purificación. Se dice que para que una promesa se mantenga de por vida hay que hacer una pequeña cruz en el tronco de un árbol durante la noche de San Juan. Si se salta una hoguera esa misma noche siete veces el fuego brindará protección durante todo el año. Antiguamente para que un deseo se hiciese realidad había que colocar nueve flores distintas y de cualquier tipo bajo la almohada en la noche de San Juan.

Lanjarón celebrará la noche de San Juan con su tradicional carrera del agua. Se calcula que más de 15.000 personas disfrutarán durante una hora en esta fiesta creada en 1980. Todo el que acuda a celebrar la noche de San Juan en Lanjarón va a terminar empapado por que es el elemento principal para la noche más corta del año en estas fiestas, dedicadas a San Juan y también al agua y el jamón, que comenzarán día 23 de este mes y finalizarán el 26. En la noche de San Juan nada vale para que nadie se vaya a casa de rositas. Al final todas las personas que se encuentren en la avenida de Lanjarón y otras zonas del pueblo terminan empapadas de agua potable, nada más y nada menos que de Lanjarón.

Los dos millones de litros de agua que se utilizará en esta famosa y divertida fiesta según fuentes municipales- se usarán después para regar la parte baja de la vega. En esta fiesta mágica el agua sale de todos sitios. Decenas de mangueras de extinción de incendios y algunos camiones cisterna se encargan de derramar millares de litros de agua sobre la multitud. También, muchos vecinos almacenan agua en todo tipo de recipientes para arrojarla en la noche de San Juan. En la carrera del agua predominan los cubos para lanzar agua, las pistolas de agua de plástico, los paraguas y gorros de ducha y hasta los trajes de baño y flotadores. A la Carrera del Agua de Lanjarón suelen acudir millares de personas de muchos lugares de España.

Pero San Juan es mucho más que una fiesta en Lanjarón y otras zonas de la Alpujarra. En la Edad Media, muchísimos alpujarreños curaban sus males, salvaban sus cosechas y fortalecían su sabiduría en la noche de San Juan. Lanjarón gozaba en toda España de ser un punto diabólico congregador de cenáculos y enclaves endemoniados, las brujas y hechiceros concelebraban añejos cánticos y viejos rituales maléficos en los enclaves del Tajo de la Cruz, donde se decía que se escuchaba el tintineo de una campana misteriosa.

Y lo mismo pasaba en algunos puntos de Cáñar, Trevélez, Olías, Bubión y Ferreirola. Se dice que quien se bañe con el rocío de la noche de San Juan quedará bendecido durante todo el año.

Algunos alpujarreños adquirieron de los brujos sabias fórmulas para hacer el bien o el mal. Estas personas aprendieron muchas cosas: a curar algunas dolencias pasando al niño enfermo por una mimbre en la noche de San Juan, que en luna creciente no se podía matar un cerdo ya que la matanza se podría, ni sembrar ajos en la creciente de enero por que la tierra lo rechazaría. Para poder arrancar las cebollas era obligado avenirse con la menguante de agosto, los hechiceros decían en sus libretos de fortuna que las mujeres lactantes no podían beber en la misma vasija ya que una de ellas le robaría la teta, la doncella menstruante no podía subirse a una higuera por que agotaría la planta y así toda suerte de artimañas y trucos.

Hace años en Cañar, Lanjarón y otros pueblos al dar las doce de la noche del día de San Juan cortaban una rama de mimbre que casi rompían por un extremo para y acto seguido acoplar una cuña de la misma rama y envolverla con barro y un trapo. Después la clavaban en el suelo del huerto o junto al río u otro lugar apartado. Acto seguido, a un lado se ponía un hombre llamado Juan y al otro una mujer llamada María que sostenía en sus brazos al niño que estaba herniado. Entonces Juan de decía a ella: dámelo, María, y ella le respondía tómalo Juan, te lo entrego partío y sano se tornará por las tres personas de la Santísima Trinidad. Y si la cuña verde y la punta de la mimbre no se secaban el niño sanaba.

También en otros pueblos de la Alpujarra se curaba la tartamudez, la tiña y el estrabismo durante la noche de San Juan con ritos semejantes. La madre del niño se colocaba a un lado de una zarza y pasaba a su hijo por encima de ella, diciéndole a la madrina que se situaba al lado opuesto lo siguiente; yo te lo entrego y que se quede su mal en esta zarza, a lo que respondía la madrina; y yo lo recibo. Amen.

Antiguamente en Dúrcal y otros lugares a las doce de la noche de San Juan se rompía un huevo de gallina negra puesto el mismo día 24 de junio y se colocaba en un vaso de cristal al sereno y a la mañana siguiente aparecía la imagen de un barco velero. Se decía también que el agua colada en la que se había realizado el fenómeno tenía virtudes curativas y por eso se guardaba en un recipiente. También en otros pueblos la fertilidad de la tierra se conseguía en otros tiempos enterrando en ella un pedazo de vela que había ardido en la noche de San Juan. El cocimiento de berros y la bebida de ese líquido colado atraía de inmediato la fertilidad de las mujeres que tenían problemas para quedarse embarazadas.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios