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Sal, termas y desiertos

La Malahá es el centro de un territorio de limos, yesos y conglomerados, un ecosistema desértico, en el que el agua es salada y donde especializarse es la clave para sobrevivir

Juan Enrique Gómez

Viernes, 7 de agosto 2015, 01:29

El canto insistente de las bandadas de grajillas se deja oír sobre los cortados arcillosos del sureste del Temple. Vuelan sobre un espacio que se ... alza como una isla geológica tras la Vega de Granada, donde el paso de los milenios ha quedado escrito en líneas estratigráficas trazadas en paredes verticales rasgadas por vetas de yesos y conglomerados de aluvión, parajes que poseen una imagen similar a la que aportan las malas tierras, las cárcavas del noreste, pero en este caso es un paisaje que se encuentra al otro lado de las grandes montañas, al oeste de la capital nazarí, un ecosistema semidesértico al que se añade la particularidad de ser un territorio salino, en el que el agua tiene grandes concentraciones de sal mineral a la que una gran cantidad de especies animales y vegetales han logrado adaptarse y sobrevivir, y donde el hombre, al menos desde la época del imperio romano, hace dos milenios, ha sabido extraer la sal necesaria para su existencia.

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