Edición

Borrar
Semiescondido entre la marabunta de maleza y árboles aparece todavía majestuosa una de las fachadas del antiguo cortijo de los Jesuitas.
Jesús del Valle de lágrimas

Jesús del Valle de lágrimas

25 años de sinsabores rodean a esta hacienda que se ha convertido en el Bien de Interés Cultural en peor estado de conservación de Andalucía

Javier F. Barrera

Lunes, 15 de junio 2015, 00:55

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Sentado en un banco de piedra contra la pared de la entrada principal al cortijo de Jesús del Valle uno contempla un paisaje sinfónico. Sombra fresca en estos primeros día de junio. Un aire que baja de Sierra Nevada y que se acuna en las lomas de Valparaíso. El rumor del río Darro que se arremolina en todos los recovecos de un valle virgen y todavía salvaje. Piares de al menos siete tipos de pájaros que vuelan libres al viento devolviendo el amor que llevan dentro.

A menos de una hora andando a buen paso del Puente Mariano del Sacromonte, una vez encontrado este lugar, a nadie se le escapa que sea tan codiciado: tiene todo lo que no se puede comprar con dinero: paz, tranquilidad, agua, sierra, río, flora, fauna a un paso de Granada, ciudad soñada por el turismo.

Esta es la razón principal de los males que atenazan a Jesús del Valle, al cortijo y a la hacienda de cuatrocientas hectáreas. Si por un lado goza de la consideración de Bien de Interés Cultural desde hace ya diez años, las fuerzas protectoras del lugar quieren extender la vigía a toda la finca. Esto impediría de golpe y porrazo las dos maniobras que pretenden al lugar desde hace ya un cuarto de siglo.

Por un lado impediría para siempre el cierre del anillo de la circunvalación de Granada. La llamada Ronda Este, que permitiría una conexión directa desde la carretera de Jaén hacia esta zona, la Alhambra y Sierra Nevada. De esta forma la llegada a Granada y a los dos focos principales del turismo (la Alhambra y Sierra Nevada, además de la ya de por sí entrada directa a la propia ciudad) se realizaría del tirón, sin tener que rodear la ciudad entera y dejar de lado las archiconocidas salidas de Almanjáyar, La Chana, Méndez Núñez, Recogidas, Palacio de Congresos, Ronda Sur, Armilla, La Zubia, Huétor Vega y finalmente, los túneles del Serrallo para acceder bien a Sierra Nevada bien a la Alhambra por el llamado nuevo acceso. Más parece este recorrido un circuito de fórmula uno que un acceso directo a los focos de atracción del viajero.

Pero esta Ronda Este, ajena durante esta pasada campaña electoral de las municipales del debate, quizá porque la crisis ha logrado que desaparezcan tanto los fuegos artificiales como las promesas incumplibles y los proyectos faraónicos, tiene un trazado que cruza el valle del Darro. ¡Tachán! Aquí está la clave. Si hay Ronda Este el cortijo multiplica su valor si se convierte, por ejemplo, en el anunciado hotel rural de lujo, hecho que acaeció hace ahora diez años.

Pero este proyecto duerme el sueño de los justos y, de hecho, está en subasta judicial parte de la propiedad y el cortijo se ha convertido, probablemente, en el Bien de Interés Cultural peor conservado de toda Andalucía. Ya que estamos en lugar fundado por la Compañía de Jesús, diremos que es un pecado.

Este cortijo herido

El último repecho del camino a lo largo del cauce del río Darro permite una perspectiva de lo hondo del valle, donde se levanta lo que queda de este cortijo herido. La vista es impresionante. El panorama, único. Hemos dejado atrás el Sacromonte y un vericueto que paralelo al río se adentra en su valle, hermoso. Luego, un secano, tras una revuelta, que aparece alineado con bellos olivos, silenciosos, que ya sabemos que platearán esta noche sin ti.

Bajamos el repecho hacia el cortijo. Es como una ballena varada, durmiente, dolorida, silente. Apenas queda en pie un muro del cortijo original que llega a una altura de un segundo piso, con un par de ventanas en lo alto, que permiten imaginar la belleza y la robustez de esta reducción jesuítica. El cortijo, en planta y origen, debió ser monumental, enorme, dedicado a labores agrícolas que permitían llevar alimento a familias completas de la ciudad, a escuelas e iglesias y conventos. En el interior habría sitio para las aulas, para misas, para mantener la Fe, para pensar, que son jesuitas con cuarto voto.

Sentado en el banco de piedra contra el muro se puede imaginar uno que es un jesuita de hace casi medio milenio, con sotana y alpargatas, que escribe el paso del tiempo en este mismo banco contra el muro. Se ven los dos inmensos plátanos de sombra y el puente sobre el Darro. A la izquierda, la entrada en semiarco de punto con la hornacina sin las siglas que recorren todo el mundo y son símbolo de la Compañía de Jesús frente al Cristo Rey del Antiguo Testamento: JHS. Jesús Hombre y Salvador.

La cancela metálica que da paso al Cortijo tiene dos cerraduras. Es fea y está pintada de color gris feo. Tiene un pensamiento que haya una cancela que impida el paso a ninguna parte. Está completamente pintorreada, lo que le imprime ciertas señales de vida. "Coge lo que quieras cuando quieras". "Contra la especulación. Resistencia popular". ""Proivido" el paso". Esta última, ni entrenándote le metes más faltas de ortografía, así que está hecha a posta. Fijo. Llama poderosamente la atención que presenta dos pegatinas y un cartel que anuncia que la finca está conectada a la central de alarmas de Prosegur.

Los muros compañeros de la entrada son un homenaje perfecto al abandono. Llenos de pintadas, puede fecharse que son recientes, ya que claman por la revolución griega. Está todo lleno de mierda y basura. El resto del cortijo ha visto desplomar tanto su campanario como los muros y los tejados. El interior, aunque esta vez no hemos podido entrar, ya fue expoliado en su día.

En 2004, el constructor Ávila Rojas anunció que había conseguido después de quince años sacar adelante un proyecto para reformar el cortijo de Jesús del Valle. Según sus planes, la rehabilitación iba a estar coordinada por un restaurador italiano y serviría para recuperar el valioso convento.

Justo al año siguiente, en 2005, fue declarado Bien de Interés Cultural (BIC) con categoría de monumento por la Junta de Andalucía. El valle entero del Darro, Valparaíso, está a punto de conseguir esta misma declaración de protección. La Ronda Este ha desaparecido de la agenda política. Ni siquiera figura en los presupuestos. La Consejería de Obras Públicas frenó el proyecto tras recibir en su día, hace ya más de cuatro años, una alegación del Patronato de la Alhambra. La alternativa elegida bordeaba el cortijo Jesús del Valle y pasaba por la Dehesa del Generalife, entorno que sí está ya protegido medioambientalmente. La exconsejera Rosa Aguilar decidió elevar una consulta a la Unesco en febrero de 2009.

A partir de este momento se perdió el rastro de la Ronda Este, una promesa electoral de Javier Torres Vela en la campaña de 2007. En 2015 se cumplen 25 años del primer intento de rehabilitación de esta finca. Si la declaración de protección del valle del río Darro sale adelante, algo que desde el PSOE y la Junta dan por hecho, se habrá conseguido proteger un tesoro a costa de ver hundido y destrozado un cortijo que duerme cinco siglos de historia y de olvido. Se llama Jesús del Valle de lágrimas.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios