Tractorada en Granada
La protesta a la francesa del campo logra desatar el caos en las carreteras de GranadaLa movilización a la desesperada, sin permisos ni respaldo de las organizaciones, provoca un fuerte impacto ciudadano al bloquear con cinco cortes la autovía A-92 y la Circunvalación
La mecha de la protesta que encendían los agricultores franceses se ha extendido con fuerza por todo el campo español y en Granada ha prendido ... con especial virulencia este martes con una protesta a la desesperada, que no se había comunicado oficialmente a la Subdelegación del Gobierno ni contaba con el respaldo de las organizaciones agrarias y que ha logrado colapsar las carreteras de Granada provocando un impacto ciudadano mayúsculo en la ciudad. Los agricultores, organizados por grupos de whatsapp, partieron de madrugada de los pueblos, en caravanas de tractores y se dirigieron a la autovía A-92 y la Circunvalación para asaltarlas a pie en cinco puntos y mantenerlas bloqueadas durante once horas, desde las siete de la mañana hasta las seis de la tarde, cuando la Guardia Civil les dio un ultimátum para abandonar la concentración. A su retirada, los agricultores han anunciado que su intención es repetir la protesta mañana miércoles desde las ocho de la mañana.
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Ha sido precisamente la forma caótica y sorpresiva de actuar de los manifestantes, sin las medidas de seguridad de otras tractoradas, sin caravanas numeradas, sin itinerarios comunicados al Gobierno y con agricultores que se lanzaban a la calzada de la A-92, sin pensárselo dos veces, dando el alto a pecho descubierto y brazos en alto a los camiones en marcha, lo que ha hecho que la movilización superase el impacto de otras anteriores respaldadas por las organizaciones oficiales. Las protestas han llegado a sorprender a las fuerzas de seguridad, que tuvieron que pedir refuerzos, rápidamente, en puntos como Albolote, a las ocho de la mañana cuando se encontraron apenas cuatro agentes para tratar de impedir que decenas de agricultores saltaran a la autovía.
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Según detallan fuentes de la Subdelegación del Gobierno a IDEAL, no se ha utilizado la fuerza en ningún momento dado que la estrategia era «ir por la vía del diálogo». En todo caso, desde Subdelegación precisan que la protesta «no estaba comunicada en tiempo y forma», dado que no había «ningún convocante oficial», y añaden que han empleado «a todos los agentes disponibles» para controlar la protesta. Por último, añaden que tampoco se ha convocado oficialmente ninguna manifestación para mañana.
Desde las siete en marcha
Los más madrugadores fueron los agricultores de la comarca de Loja, que a las siete de la mañana ya estaban cortando las calzadas de la A-92, en ambos sentidos, en Huétor Tájar. Les siguieron los grupos liderados por los agricultores de la Vega asaltando la GR-30, a la altura de Maracena y Armilla, los de Iznalloz haciendo lo propio en la A-44 y los de pueblos del Poniente como Íllora o Pinos Puente haciéndose fuertes en la A-92, a la altura de la estación del servicio El Torreón, en Albolote. Los productores de las comarcas del Norte de Granada, con más de 200 tractores y respaldados por los de Almería, bloquearon la A-92 a la altura de Cúllar Baza.
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En total seis cortes de circulación provocados por grupos de entre 200 y 300 agricultores a pie pero sostenidos durante once horas -con apenas parones de cinco minutos para dejar pasar a algunos coches y a las emergencias- y en puntos tan estratégicos de la autovía A-92 y la Circunvalación de Granada que se han amplificado las consecuencias.
De hecho, en una ciudad donde basta un pequeño alcance entre vehículos para atascar en la circunvalación, el corte durante toda la mañana ha provocado un caos absoluto con miles conductores desconcertados y atrapados por sorpresa en retenciones kilométricas, familias que no llegaban a tiempo a llevar o a recoger a sus hijos al colegio, viajeros que perdían vuelos, que no llegaban al trabajo o a funerales y nervios y tensión a raudales. La foto fija de las dos de la tarde, con información de la Subdelegación, dejaba más de 19 kilómetros de retenciones en las distintas carreteras.
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Los participantes en estas protestas son productores tan quemados y tan hartos de encadenar crisis, esta última muy agravada por la sequía, que no han querido esperar a la convocatoria oficial de la gran protesta fijada para el próximo 14 de febrero por las principales organizaciones agrarias, Upa, Coag, Asaja y la Federación de Cooperativas. Son los propios socios de muchas de las cooperativas, como las de aceite de Íllora o Loja, los que por su cuenta, sin esperar a la federación, han sacado los tractores a la calle, en esta protesta simultánea que no estaba comunicada oficialmente a la Subdelegación del Gobierno.
Desencanto político
El «no nos representan» ha llegado así al campo granadino. Primero fueron los ciudadanos desencantados con los políticos, luego los transportistas que regenaron de su patronal y lograron paralizar el país con una protesta independiente y ahora son los agricultores los que se divorcian de las grandes organizaciones agrarias que ejercen de interlocutoras de sus demandas ante el Gobierno.
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«Nuestros sindicatos y la federación de cooperativas adolecen de inactividad, no nos respaldan y nos hemos visto a agruparnos independientemente para pelear y que nos escuchen ante la nueva PAC y las nuevas leyes aprobadas para el cumplimiento de la Agenda 2030 que nos está asfixiando con burocracia. Estamos sufriendo una fuerte subida de impuestos, de insumos… estamos cayendo en la ruina y esto supone la despoblación del medio rural. A los políticos se les llena la boca hablando de reto demográfico y de combatir la despoblación pero nadie hace nada por ayudarnos», explicaba el presidente de la cooperativa San Rogelio de Íllora, Cristóbal García, en el corte de la A-92 a la altura de Albolote.
Los agricultores granadinos, al igual que los de distintos puntos de Andalucía y el resto del país, replican así las convocatorias organizadas por sus colegas franceses para reclamar mejores condiciones para el sector primario azotado por su enésima crisis de rentabilidad. Los motivos principales que esgrimen es que no ven luz a sus explotaciones y que la actividad se vuelve insostenible ante la subida de los costes de producción, la burocracia y las cada vez más exigentes normativas ambientales europeas y la competencia del producto de otros países que no está sometido a estas mismas reglas.
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