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«Estamos preparados para lo que venga»

La 'Unidad Covid' ·

La salud de 660.000 personas depende del distrito Granada-Metropolitano, centrado hoy en luchar contra el virus

Sábado, 15 de agosto 2020, 23:59

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Noches de no poder dormir. Jornadas laborales de 24 horas. Reuniones cargadas de ansiedad, confusión, desesperación... de miedo. Decisiones tomadas que marcan para siempre. A nadie le explican en la carrera cómo enfrentarse a una pandemia; cómo responder correctamente a un carrusel de preguntas que se reformulan cada hora; cómo levantarse cada mañana sabiendo que habrá cientos de enfermos y decenas de muertos; cómo asegurar, en definitiva, la salud de 660.000 personas casi sin conocer al cruel enemigo que les amenaza.

Es 13 de agosto. Y en el distrito Granada-Metropolitano cunde la normalidad. El estrés de aquellos días de marzo o abril se ha transformado en serenidad vigilante. Un pequeño grupo de personas rememoran en un despacho todo lo que aconteció durante las infaustas semanas en las que Granada y su sistema sanitario estuvieron a punto de colapsar por el coronavirus. Pero también se atreven a mirar al futuro con «optimismo» aunque haya nuevos rebrotes y 'vuelta al cole'. La cosa no pinta bien, hay indicadores que hacen temer de nuevo una marcha atrás, pero el mensaje que le quieren trasladar a la ciudadanía es que, ahora sí, «estamos preparados para lo que venga».

Convencida de ello está Leticia Soriano Carrascosa. Ella es la directora gerente del que es el tercer distrito sanitario más grande de Andalucía. Y capitanea un organismo que tiene bajo su paraguas a 120 residencias, 180 consultorios médicos y en el que trabajan cada día 2.480 profesionales. Desde su flamante sede ubicada en Joaquina Eguaras explica, junto a su equipo directivo, en qué consiste la 'Unidad Covid', que lleva seis meses plantándole cara al dichoso virus.

AutoCovid. En el Antiguo Clínico se realizan hoy los test del coronavirus después de cerrar los centros de toma de muestras delCerrillo y la ITV de Peligros. A. AGUILAR

Todo comenzó el 25 de febrero. Lo recuerdan bien. Aunque en aquellas fechas Granada no tenía ningún contagiado (que se supiera), en el centro de salud de Gran Capitán se mantuvo un encuentro trascendental entre los miembros del equipo directivo del distrito. Son casi las mismas personas que comparten en esta mañana de agosto una mesa amplia, en la que no hay tensión, solo armonía y compañerismo. Son un equipo.

«La cosa estaba mal y ya sabíamos que la situación era muy grave y que teníamos que organizarnos. Había que prepararse para lo peor», recuerda Soriano. Y es así como comenzó el ensamblaje de las piezas que acabaron configurando una unidad cuya labor se ha ido adaptando a las necesidades a golpe de sobresalto.

Lo primero fue proteger al ejército de sanitarios que trabajan en primera línea, en los centros de salud. Se cerraron las consultas para evitar que cayeran presos del virus, lo que abrió una herida asistencial que se cauterizó montando un servicio de teleoperadores. Fue el primer hito del equipo. Vendrían después muchos más. Se destinó a coger el teléfono a una veintena de médicos que llegaron a atender medio millón de llamadas durante los meses de marzo, abril y mayo. Fue una locura y el pistoletazo de salida de una carrera furibunda detrás del virus. Los que más corrían era la unidad de Urgencias, que se activó a la velocidad del rayo para hacer visitas domiciliarias y los famosos test. A esas alturas el trabajo se había dividido por áreas: la mayoría se han mantenido más allá de la 'nueva normalidad' con modificaciones y otras se han creado al calor de la experiencia. La unidad de Epidemiología es la que se encuentra en la cúspide de la pirámide. Y de ahí cae en cascada la gestión de los recursos con los que se cuentan, que por suerte son cada día mayores. En este tiempo se han contratado a 140 profesionales, que se han integrado en un equipo compuesto por médicos, informáticos o personal administrativo, auxiliares y por supuesto enfermeras. Hoy algunas de ellas forman parte de otra de las patas vigorosas de este 'dream team': las rastreadoras.

Rastreadoras. El equipo de investigadoras consta de seis profesionales A. AGUILAR

Su trabajo se ha hecho fundamental. Y es una de las razones por las que en la actualidad se puede hallar el lugar desde donde brota la raíz del contagio. Esto es un avance muy grande respecto al primer y tortuoso asalto contra el virus; unos días en los que la transmisión comunitaria (no hay brotes localizados sino focos de propagación múltiples y descontrolados) enfangaban la lucha. «'Se nos va, se nos va', me recuerdo decir un día en una de esas llamadas que nos hacíamos a altas horas de la noche. Y es que veíamos cómo no podíamos controlarlo», cuenta la epidemióloga Pilar Guijosa. Ya lleva algunas semanas respirando gracias, entre otras cosas, a la mayor capacidad que tienen para reaccionar con agilidad ante cualquier contingencia. Pasó hace un mes en Belicena. Los epidemiólogos ayudados por los rastreadores detectaron varios casos relacionados, se alertó de la existencia del brote y rápidamente el equipo de Urgencias montó un laboratorio portátil en el que fueron capaces de realizar 620 pruebas discriminatorias en un día.

Su coordinadora es Genoveva Pérez, que encarna a la perfección el espíritu de este grupo de personas. En aquella triste reunión de febrero solo pidió una cosa:«Dadme seis enfermeras y del resto ya me encargo yo». Y hasta ahora. Un presente en el que su área compatibiliza el servicio de urgencias de siempre con la recogida de muestras, en el viejo Clínico o donde sea.

«Si no se busca, no se indaga»

Aunque hay muchas lagunas aún que rodean al virus SARS-CoV-2, nada tiene que ver lo que se sabe ahora respecto al principio, una primavera en la que la 'Unidad Covid' del distrito Granada-Metropolitano tenía que lidiar con la confusión. Ni se sabía cuál era la mejor forma de atacar la enfermedad en los hospitales, ni tampoco cómo se podía detener la propagación del virus. Las directrices eran a veces contradictorias y el material escaseaba. Una pesadilla.

Tras dejar atrás el pico de contagios y con capacidad de hacer pruebas de forma masiva, al equipo Covid se le sumó la figura del rastreador, sobre la que pesa ahora la responsabilidad de localizar y cercar el virus. La cosa es así: el área de epidemiología tiene acceso a la estadística que arrojan los laboratorios hospitalarios. De allí llegan los positivos y sus datos. Lo primero es contactar con la persona contagiada para darle directrices y hacerle una encuesta epidemiológica. Este diálogo sirve, entre otras cosas, para conseguir un censo de contactos. A partir de ahí, toda la información se traslada a rastreo, que comienza a indagar. «Lo primero es llamar a los convivientes, luego nos centramos en los compañeros de trabajo y, por último, en los amigos. Y en función del contacto se les manda una PCR», cuenta la enfermera rastreadora, Matilde Expósito, que aprovecha para recordar que todo aquel que haya estado en contacto con un positivo debe estar aislado 14 días «aunque haya dado negativo en el test», subraya.

Lo hace porque existe mucha confusión y falsos mitos. Su trabajo no acaba ahí, pues tras confinar el espacio del virus, trasvasa el testigo a los centros de salud de referencia del contagiado para hacerle seguimiento. Con cada positivo se hace lo mismo, por lo que es una rueda casi interminable. «Aquí estamos logrando llegar a ocho contactos por positivo, que es una cifra altísima», señala el director de Salud del distrito, Farid Muwaquet.

Las residencias

El objetivo no es otro que liberar a los hospitales, y de momento está funcionando. Actualmente solo hay una decena de personas ingresadas. Y en esto también está teniendo mucho que ver el trabajo que hace la 'Unidad Covid' en las residencias. La responsable es María de la O Soto Pérez. Lleva seis meses dirigiendo quizá el área de gestión más delicada. No hace falta recordar el sufrimiento que se experimentó en estos centros en los meses sobre todo de marzo y abril, cuando todas las desgracias llegaban a la velocidad de una avalancha.

Lo único bueno de aquello es que se ha aprendido. Hoy las respuestas se han protocolizado. Se han realizado reuniones con las residencias para elaborar planes de contingencia, se han hecho (y se seguirán haciendo) test masivos a los profesionales e incluso se han medicalizado varias de ellas. «No nos va volver a pasar», dice Soto Pérez, que ya trabaja en nuevas acciones preventivas. Todo fruto de ese curso acelerado en «gestión de la duda» –en palabras del director de Cuidados de Enfermería, Rafael Maroto Gallego–, que lamentablemente se han visto obligados a hacer en su afán de velar por nuestra salud.

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