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Ernesto Samper, presidente de Colombia entre 1994 y 1998. PEPE MARÍN
«Pablo Escobar mató a cinco mil policías y las series tienden a 'heroizarlo'»

«Pablo Escobar mató a cinco mil policías y las series tienden a 'heroizarlo'»

Entrevista a Ernesto Samper, expresidente de Colombia y exsecretario de Unasur | «Las FARC como tal no van a volver a las armas», afirma el político sobre el futuro de los acuerdos de paz entre la guerrilla y el Estado colombiano

Carlos Morán

GRANADA

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Jueves, 1 de enero 1970

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Ernesto Samper (1950, Bogotá) elogia el sabor del café que le han servido en la Facultad de Ingenieros de Caminos de la Universidad de Granada (UGR), lo que viniendo de un colombiano es más que un mero cumplido. Aún así, se queda con el de su país: «Es más suave», informa.

El que fuera presidente de la siempre convulsa nación suramericana entre 1994 y 1998, clausuró ayer en Granada la tercera edición del Congreso Internacional de Estudios Militares, un encuentro dedicado a analizar los retos y desafíos de Latinoamérica en seguridad y defensa. Ernesto Samper, que también ha sido secretario general de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), es un consumado experto en la materia. Durante cuatro años dirigió los destinos de una Colombia convertida en un campo de batalla para narcotraficantes y guerrilleros. A pesar de que Pablo Escobar, el 'rey de la cocaína', había muerto poco antes de la llegada al poder de Samper, otros megadelincuentes habían tomado el relevo y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que firmaron un acuerdo de paz en 2016, seguían siendo dueñas de una parte del territorio. El Estado estaba cercado por unos y otros. Gobernar en esas condiciones imprime carácter. El expresidente Samper lo sabe bien.

-Espero que no se lo tome con una frivolidad, ¿qué le parece la famosa serie de televisión 'Narcos'?

-Desde el punto de vista de recreación, me parece que tiene todos los elementos para hacer una película interesante. Pero no deja de tener un cierto dolor el colombiano porque terminan 'heroizando' a personas que para nosotros son villanos. Pablo Escobar no es una figura para estimular a los niños a que sigan su ejemplo. Pablo Escobar llegó a matar a cinco mil policías, tres mil jueces, dos mil periodistas, voló aviones, voló edificios, secuestró gente... Y me da la impresión de que las series tienden a rodearlo de una especie de aureola de heroísmo que fue incompatible con lo que fue su vida.

-Vamos al presente de Colombia. El actual presidente, Iván Duque, anunció «correcciones» en los acuerdos de paz suscritos entre el Gobierno y las FARC, ¿ha hecho ya alguna?

-El proceso tiene tres etapas fundamentales. La primera fue el desarme y se cumplió completamente. Los guerrilleros entregaron alrededor de 9.320 armas, más de una por guerrillero, lo cual, en términos internacionales, es un logro muy importante. Después se abrió el puente de la justicia transicional (las medidas políticas y judiciales para superar un conflicto en el que se han producido violaciones de los derechos humanos a gran escala), mediante el cual se legaliza la reincorporación a la vida civil de los militantes y los jefes de las FARC. Y luego viene la etapa del posconflicto, en la cual tienen que operar unos proyectos para reconstruir el tejido social, el tejido económico, el tejido institucional... El presidente ha señalado que, aunque tiene algunas diferencias con la parte de la justicia transicional, su mayor interés es contribuir a que se produzca una reincorporación que, de alguna manera, supone también un resarcimiento de las víctimas. En este momento, está dando los pasos para facilitar la tarea de la reincorporación. Es fácil pensar que, sin esa tarea, pues el país va a tener una paz negativa en cuanto a ausencia de fusiles, pero no va a tener una paz positiva en cuanto a reconciliación de todos los colombianos. Pero pienso, con razonable optimismo, que el presidente va a seguir adelante con la etapa del posconflicto.

-¿Es imposible que las FARC vuelvan a tomar las armas?

-Las FARC como tal no van a volver a las armas. Lo que sí señalo con cierta preocupación es que, en algunas regiones donde hay concentración de cultivos ilícitos de 'coca', hay disidentes de las FARC que se han 'narcotizado', se han convertido en narcos. Esos sectores sí van a tener una actividad muy importante en los próximos años y, de alguna manera, podrían ser como una especie de tumores metastásicos. No podemos cantar victoria a estas alturas.

-Pero después de una guerra que se prolongó durante cincuenta años, su país disfruta al fin de una cierta tranquilidad.

-Es verdad. Nos asomamos a la paz y ya hay cifras que prueban claramente los beneficios. Por ejemplo, en estos cinco años que duraron las negociaciones, el promedio de víctimas mortales por cuenta del conflicto era de tres mil personas al año. Así que ya nos hemos ganado quince mil vidas. De la misma manera, el promedio de campesinos, soldados o guerrilleros lesionados por minas 'antipersona' era de dos al día y ahora es de veinte por año. El delito de secuestro prácticamente se acabó. Y estamos conociendo parques naturales que prácticamente no conocíamos. Yo pertenezco a la generación del conflicto y creo que no alcancé a ir a ninguno de ellos. Se han descubierto especies de flores, de pájaros...

-En contraste con ese relativo sosiego que empieza a acariciar Colombia, hay otros países de la región que están en plena ebullición, Ahí está, por ejemplo, 'la marcha de los desesperados' que partió desde Honduras y pretende llegar a Estados Unidos...

-Lo que pasa es que la región tiene una situación de crisis económica. Y con la mala economía, sale la mala política. Y la mala política lleva a situaciones desesperadas como esta. Nadie emigra de su tierra por su propia voluntad.

-¿Y Venezuela, tiene arreglo Venezuela?

-En Venezuela hay peligro de una implosión social, que es que la gente busque la manera de proveerse por sí misma de sus bienes y servicios básicos. Creo que una solución militar sería la peor solución. Cuando yo estuve en Unasur, iniciamos un proceso de diálogo para solucionar los problemas que tenía tres partes: una parte que era garantías electorales, es decir, que hubiera elecciones; una segunda, el equilibrio institucional, o sea, que se desconcentrara el poder; y una tercera, que era la parte económica. Pero la oposición y el nuevo gobierno se quedaron en la parte de garantías. Nunca llegamos a la parte económica. Y yo creo que habría que empezar por la parte económica. Entonces, Venezuela no podría rechazar, como ha hecho hasta ahora, ayudas humanitarias. Salida política inmediata no le veo. Se cortaron los canales.

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