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M. N.
GRANADA
Domingo, 22 de septiembre 2019, 01:06
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La historia de Industrias Espadafor se empezó a escribir en la calle Tinajillas, a unos pasos de la Gran Vía granadina, donde en 1939 Francisco Espadafor, el abuelo del actual gerente, comenzó a distribuir vino con burros. En la fábrica de la carretera de Madrid, a donde Juan, el hijo del fundador, trasladó el negocio en 1967 nació la feliz idea del vino sin alcohol Castillo de Salobreña y triunfó la famosa Konga. Allí omó las riendas del negocio la tercera generación de la saga, José y Eulogio Espadafor, que consolidaron la empresa como referente nacional en el mercado de bebidas sin alcohol. Desde el año 2.000, Espadafor producía en su fábrica de la carretera de Málaga, pero hacía tiempo que el local de 6.000 metros cuadrados, que antes fue un concesionario de coches, ya no se adaptaba a su ritmo de crecimiento.
Desde principios de este año, las páginas de la historia de Espadafor se siguen escribiendo desde el polígono empresarial de Escúzar, a donde la empresa ha dado el gran salto con unas instalaciones punteras que han supuesto una inversión de más de ocho millones de euros. Sostenibilidad energética, última tecnología e innovadores sistemas en la cadena de producción se han integrado en la nueva planta de Industrias Espadafor, que se levanta sobre una parcela de 35.500 metros cuadrados y tiene aprobada una subvención de 1,9 millones de euros por parte de la agencia IDEA.
El mural de la vendimia que durante años fue el símbolo de la fábrica de la Avenida de Andalucía es lo único que se ha reproducido tal cual en la fachada de las espectaculares nuevas instalaciones de Espadafor en Escúzar. El objetivo era mejorar todo lo demás. Comenzando por la capacidad de producción de la planta, de donde van a salir diez millones de botellas este año y que tiene una capacidad de producción de más del doble (23 millones).
«Esto es como quien se hace una casa desde cero, lo puedes hacer todo bien», bromea José Espadafor, el gerente de la empresa, que entiende que había llegado el momento de mejorar el escaparate que muestran a sus exigentes clientes. «Calidad, servicio y precio siempre han sido los lemas de la casa», apunta mientras muestra orgulloso su 'botelloteca' en la que conservan una muestra de cada cinco mil botellas. La visita continúa por la cámara de olores, el laboratorio químico, la planta domotizada que mueve 12.000 botellas a la hora, un almacén de alta capacidad donde los ordenadores colocan minuciosamente palés a casi once metros de altura o las dependencias para la plantilla de cincuenta trabajadores. «Aquí intentamos mimar a nuestro capital humano», apunta Espadafor.
El crecimiento de las exportaciones, que suponen ya un 30% del total de las ventas, es una de las claves del crecimiento de la empresa granadina que facturó 10,5 millones el pasado año y espera incrementar la cifra hasta un 6% este año.
Las 161 referencias de Espadafor se venden en 62 países de los cinco continentes y las previsiones a medio plazo pasan por conquistar el centenar. Por lo pronto, mérito del departamento comercial de Espadafor es que en Australia se beba Dama de Baza y Castillo de Salobreña o que en los países árabes se pirren una bebida espumosa que brilla como el oro cuando se agita y que ellos llaman Cloudem. «Siempre nos ha gustado llevar el nombre de Granada en nuestros productos, está en nuestro ADN», comenta José Espadafor. De hecho, su referencia estrella, el Castillo de Salobreña, vende cuatro millones de botellas al año en todo el mundo que hacen una impagable promoción del pueblo de la Costa Tropical. Eso sí, para los cliente de Mercadona el Salobreña se llama 'Yemanin'.
Espadafor tenía suelo en Escúzar desde la creación del polígono y el traslado «ha sido el paso natural en nuestra continua apuesta por la calidad». «Elegimos Escúzar por la calidad del agua. Aquí tenemos la mejor agua de Granada, todo el subsuelo es de Sierra Nevada y para nosotros era fundamental porque el agua está en la base del 40% de nuestros productos», apunta Espadafor.
La alegría del estreno de las nueva planta coincidió, paradójicamente, con un mazazo emocional para la familia, la repentina muerte de Eulogio Espadafor, que dirigía la empresa junto a José. Hoy, la avenida de los Arenales del polígono de Escúzar por la que se entra a la fábrica lleva el nombre de Eulogio Espadafor, como homenaje póstumo al miembro de esta saga granadina que ya tiene relevo en su quinta generación: José Miguel y Juan Francisco Espadafor.
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