«Mi nueva normalidad es surrealista, como las pelis de Berlanga»
Mi nueva normalidad ·
El sector del taxi depende en buena medida del turismo y, mientras no reaparezca, los profesionales del volante ven el futuro incierto aunque, para combatirlo cuentan mil anécdotasRamón Alcaraz, 53 años, de Granada, presidente de la Gremial del Taxi, estudió en el Juan XXIII de La Chana. Hijo de taxista, se fue a cursar la FP a la Ciudad de los Niños. Lo que le gustaban eran las máquinas, los cacharros. Destriparlas, desmontarlas, arreglarlas y volverlas a montar. Lo que no le gustaba era estudiar.
Así que a los 17 años colgó los libros. Entre la pasión frustrada de la electrónica y el alejamiento los libros, el camino fue trabajar en mil cosas. «Estuve en la cocina en un bar, vendí enciclopedias, trabajé en una carpintería un verano entero. No paraba». Estuvo en Telefónica de España. Luego en Abengoa con la instalación y las averías telefónicas, por toda la provincia.
La última hora de Granada
El último pueblo de España en tener central automática fue Polopos. Pero el último pueblo en instalarse los teléfonos fue Cherín, a dos kilómetros de Ugíjar. «Y los 51 teléfonos los instalé yo». Luego se fue a arreglar palés. Un no parar hasta que su padre le soltó, una mañanita:«O te vienes al taxi o…». Dicho y hecho, con 26 años Ramón era taxista. Empezó en 1992 y lleva ya 28 años al volante. Incluso, ahora es el presidente de la Gremial del taxi.
-¿Qué tal de presi?
-Bien. Bueno, te quemas. Hay días que te quemas. Igual no tienes los apoyos necesarios. Estás en el cargo para ser criticado. Hagas lo que hagas. Creo que soy una persona afable, con talante, dialogante. Tengo buena relación con todas las instalaciones y los grupos políticos.
-¿Cómo has llevado la cuarentena en el taxi?
-Personalmente he llevado bien la cuarentena. Aceptando y poniendo todo de mi parte para cumplir. Compramos una máquina de ozono para todos los taxis y los desinfectamos por turnos para el servicio. Yo mismo soy el encargado de 'ozonizar' los taxis. Vamos con gel, guantes y mascarillas. Desinfectamos el coche después de cada servicio. Pasas el trapo con alcohol, con agua con lejía, siguiendo todo el protocolo de protección sanitaria.
«No había clientes»
Llegó el viernes 13 de marzo. Se declaró el estado de alarma. las ruedas del taxi se detuvieron. La economía del taxi pegó un frenazo de campeonato. Ramón Alcaraz, lo resume en una contradicción: «Las dos últimas mañanas que me tocaba trabajar no trabajé. No trabajé porque no había clientes. Me pasé toda la mañana dentro del coche en una parada, perdiendo el tiempo».
La AsociaciónGremial del Taxi, junto a Taxi Genil, valoró que mantener todos los taxis en la calle era una tontería. «Pedimos al Ayuntamiento algo que se ha aplicado en casi todas las ciudades de España, ponernos al 50%». De esta forma, los días pares descansaban los pares y los nones los nones. «Dependemos del turismo, y mientras no vuelva, nuestro futuro es incierto».
Con los datos en la mano, se aprecia la tragedia que ha llegado al sector. Son 450 vehículos en Granada capital. Ayer por la mañana no había ni un centenar en la calle de los 225 que pueden circular. La realidad es peor no llegan a trabajar ni el 25%. «Hay muchos compañeros que no trabajan por veinte euros al día porque llegan a casa y tienen familiares con factor de riesgo y piensan que por veinte euros no aceptan que se pueda contagiar un familiar».
Mientras tanto, en el polígono El Florío, en la sede de los taxis, se cumplen todas las medidas de seguridad. «Hay un recorrido de entrada y salida, mascarillas y gel, y tenemos pedidas pantallas para los mostradores para la atención de cara a los compañeros».
Otra cosa es la llamada nueva normalidad. La razón es sencilla. «Nos cambian las normas cada día», resume Ramón Alcaraz. «No tenemos claro en Málaga y Granada, al estar en fase cero todavía, si podemos o no subir tres usuarios (que convivan juntos en el mismo domicilio) en el asiento trasero».
«Con los datos en la mano, se aprecia la tragedia que ha llegado al sector. Son 450 vehículos y solo trabaja el 25%»
Pero, se pregunta, «¿cómo averiguas si viven juntos?». Y continúa,«si te para la Policía Local, pues les dices la verdad, 'a mí me han dicho que viven juntos', y arreglado». De todas formas, matiza, «la gente es bastante respetuosa. Llaman a la central para asegurarse. Por ejemplo, 'que voy con mi madre al médico'. Yasí nos quitamos los problemas».
Y, claro, entre que les cambian las normas «cada dos por tres», lo novedoso e inusual de la situación y, por qué no, la picaresca de algunos, «vivimos en una situación que es surrealista, como las pelis de Berlanga». Yentonces el anecdotario del taxi da para una serie de Netflix. «La del que llamó para recoger un saco de habas que le había regalado su primo». «La vez que una señora quería irse a Mallorca sin billete de avión», o «la del guiri que se fue a su segunda residencia a Salobreña y a l llegar le obligaron a dar la vuelta y no le llegaba para pagar el taxi».
Y la noche. Noche que noche nochera. Lorquiana, granadina y poligonera. «Solo trabajamos unos cuatro o cinco taxis por la noche». «Y todos van pal polígono». Un ejemplo. «Que voy a llevarle la compra a mi tía, que vive en el polígono», dice el cliente. Sube con las bolsas de pan, y baja con las mismas bolsas de pan. «¿Qué. Que no está tu tía?». Y es que no. Que no es para él, que es para otro que, también, se está quitando.
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