«Los músicos estamos viejos para lo de 'sexo, drogas y rock'n'roll'»
Al sol ·
Entrevista a Antonio Molina 'Lope', backlinereduardo sanz
Viernes, 23 de agosto 2019, 10:14
De primeras, Antonio Molina -Lope para los amigos y desconocidos- puede parecer el típico rockero de banda española, pero lejos de serlo, Antonio es quien ... se encarga de que los auténticas estrellas del rock como 'Hora Zulú' y 'Lagartija Nick' puedan salir a darlo todo: es un 'backliner'.
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–¿Qué hace un 'backliner?
–La función del backliner es garantizar que todo funcione. Desde la parte trasera del escenario, donde se genera y empieza el sonido, hasta el propio escenario, que hay que acondicionar y preparar de cara a los posibles acontecimientos que uno prevea que puedan suceder. Todo esto para evitar que los músicos se desconcentren por cualquier aspecto que sea técnico.
–¿Hay alguna preparación específica para serlo?
–Ahora empieza a haber algunos cursos de formación, pero es algo que se aprende durante la marcha. Yo empecé montando unos cuantos escenarios por cuenta propia, pero hasta que un día no me llamaron unos amigos para echarles una mano durante una suplencia en un 'Derrame Rock' no empecé realmente. De todas formas todo backliner tiene que tener formación en sonido aunque luego se vaya profesionalizando por una rama u otra.
–¿Hay demanda durante todo el año o es un trabajo reservado para los festivales de verano?
–Es un trabajo que se concentra principalmente durante el verano, que es la época de 'hacer caja'. De todas formas, si consigues hacerte un hueco también puedes trabajar durante el invierno porque durante esos meses se hacen muchas giras por salas y se va tirando. De todas formas lo peor es lo difícil que es cuadrar todas las fechas, por lo que al final uno o dos grupos te dan casi todo el trabajo y el resto lo sacas a base de sustituciones y encajes de bolillo para cuadrar los días.
–¿Hay mucho trabajo detrás de una actuación?
–Muchísimo, ya no sólo detrás del escenario, sino antes de llegar allí mismo: tienes que contactar con todas las personas, negociar las condiciones de tu grupo, preparar el material... y luego allí mismo tienes que montar todo y asegurar que todo sale bien.
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–¿Has tenido algún desastre?
–Desastre, lo que se dice desastre, nunca. Lo que sí he tenido muchas complicaciones principalmente por problemas de duración. Durante un festival el tiempo está súper medido y cada minuto que te retrasas es un minuto menos que tu banda va a tocar; ya no te cuento si te retrasas para terminar. Luego lo peor son los festivales de algunos pueblos en los que mandas todo lo que tu grupo necesita, te dicen que sí y luego no tienen ni lo mínimo creyéndose que aquello es llegar y tocar sobre la marcha.
–¿Es cierto lo de «sexo, drogas y rock'n'roll?
–Ya estamos viejos para eso -ríe- y además los músicos cada vez se cuidan más y son más responsables además de disciplinados; muchos tocan hasta ocho horas diarias. De todas formas las actuaciones y su preparación es una actividad tan cansada que a menudo lo único que uno quiere al terminar es como mucho tomarse una copa o volver al hotel directamente. Así que esa imagen ha caído bastante.
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–¿Cómo son los músicos en el trato personal?
–Yo tengo la suerte de trabajar con grupos compuestos por personas increíbles, pero al final es como todo, hay gente increíble y humilde como Rosendo y otros que se les ha subido la supuesta fama a la cabeza y son unos excéntricos y arrogantes con los que todos los trabajadores y organizadores se echan a temblar. El que trabaja en el mundillo sabe quienes son porque se han ganado la fama a pulso.
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