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Mari Ángeles Ruiz, Mari Carmen Ruiz y Nuria Roldán.

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Mari Ángeles Ruiz, Mari Carmen Ruiz y Nuria Roldán. ALFREDO AGUILAR

Las mujeres de verde

Estrenaron uniforme cuando no se hablaba de conciliar y el urinario era de pared | Son las primeras granadinas que se colocaron el tricornio y este mes se han cumplido 30 años de su entrada en la Academia de la Guardia Civil

Yenalia Huertas

GRANADA

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Sábado, 29 de septiembre 2018, 00:14

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Llevan tres décadas luciendo el verde de la Guardia Civil. Visten con idénticas dosis de respeto y orgullo un uniforme que lo es «todo» para ellas. Nuria Roldán, Mari Ángeles Ruiz y Mari Carmen Ruiz son tres de las primeras mujeres granadinas que ingresaron en la Academia de la Guardia Civil de Baeza (Jaén). Entraron el 1 de septiembre de 1988 y las tres repetirían ese decisivo paso que dieron aquel día para sus vidas y para un cuerpo que se ha ido adaptando a los tiempos. Hoy presumen de haber abierto camino a las demás en una 'empresa' especialmente valorada por la sociedad, que cuenta en la provincia con un total de 1.800 agentes, entre los que están ellas tres y otras 69 mujeres.

Cuando Nuria (Granada, 1970), Mari Ángeles Ruiz (Granada, 1965) y Mari Carmen (Granada, 1970) decidieron que el honor iba a ser su principal divisa, no se estilaba llevar tatuajes. No tuvieron por tanto que preocuparse de si un 'tattoo' podía ser impedimento para vestir aquel uniforme que también ha mudado su aspecto desde entonces. Antes, como recuerdan, tenían que ir «con falda y taconcitos» y llevar el pelo totalmente recogido. Ahora, las tres reciben a IDEAL igual de impecables que antaño, con sus tricornios en las manos, pero con pantalones, zapato plano y coleta. El atuendo de antes «era incomodísimo y nada operativo», confiesa Nuria.

Estas agentes comparten, además de rango -las tres son guardias civiles rasas-, número de hijos: tienen dos cada una y algunos van a seguir su estela. Aunque el balance de las tres es más que positivo, auguran un futuro en el cuerpo todavía mejor a sus vástagos, fundamentalmente porque «hoy están muy preparados» y porque todo ha cambiado a mejor. El hijo de Nuria, sin ir más lejos, «sale de teniente» y la de Mari Ángeles entra en la Academia la semana que viene.

Estas agentes granadinas tienen previsto pasar a la reserva a los 56 años (dos de ellas cuentan con 48 años y 53 tiene la tercera). Las tres lo harán «si no cambian las cosas». Mari Carmen dice que se ve ya criando a sus nietos, una misión que cumplirá encantada, pues con sus hijos no pudieron estar, como reconocen, todo el tiempo que hubieran querido. Y es que entonces no se hablaba de conciliación. «Ahora ya sí tienen ya conciliación familiar, pero en nuestra época, no», indica Mari Ángeles, a la vez que cuenta lo mal que lo pasó, pues a su marido lo mandaron al País Vasco y ella se vio sola con una bebé de cuatro meses en la Costa y con unos horarios laborales incompatibles con la maternidad: «Tenías que adaptar tu vida familiar a lo que había o no ser madre, y las tres decidimos ser madre». Nuria lo confirma: «Había que elegir, o eras madre o lo retrasabas y no lo eras en la vida». Ella estuvo «tirada en la calle» trabajando hasta los ocho meses y medio de embarazo. Llevaba su pistola y... su barriga. «¡Menos mal que tenía poca!», exclama. La pasaron a una oficina poco antes de dar a luz. Hoy, según comenta, las cosas son muy diferentes y llegará un momento en el que se rompa el techo de cristal.

Actualmente, Nuria trabaja en el Servicio de Información y ha intervenido en operaciones contra el terrorismo yihadista. Mari Ángeles está destinada en el Área de Viogén (Violencia de Género) del puesto de La Zubia y Mari Carmen presta sus servicios en la Central Operativa de Servicio. Han tenido, como es lógico, otros destinos antes y el balance personal y profesional que hacen las tres es que «volverían a empezar». Lo proclaman casi al unísono.

Padre militar

Nuria entró en la Guardia Civil porque su padre era militar y a ella le gustaban mucho los uniformes. «Cuando salió la primera promoción de Guardia Civil dije: ¡ese es el mío!», explica. Aprobó a la primera. Mari Carmen, nieta e hija de guardias civiles, estaba estudiando lo que hoy es segundo de Bachillerato cuando salió la convocatoria. No lo pensó mucho. Tampoco Mari Ángeles, que asimismo es hija y nieta de guardias civiles. El 80% de su promoción, según precisan, tenía antecedentes familiares. «Éramos casi todas hijas del cuerpo».

En estas tras décadas, el instituto armado ha evolucionado «muchísimo», como admiten. Cuando ellas llegaron, «era todo de hombres». Las infraestructuras no estaban pensadas para la mujer. Había, por ejemplo, sólo urinarios de pared. «No teníamos dónde cambiarnos el uniforme en los puestos», señala Mari Ángeles. «Te metías donde podías, en el cuarto de la limpieza», añade Mari Carmen mientras Nuria asiente y las tres se congratulan por que «eso ya se haya superado».

Las tres aseguran que «nunca» se han sentido discriminadas por razón de sexo. Tampoco han sufrido acoso sexual ni las han relegado a ocuparse de unas funciones o delitos determinados por ser mujeres. «He tenido las mismas oportunidades que un hombre», subraya Mari Carmen refiriéndose a la formación, al tiempo que recuerda que en su momento fue escolta de una autoridad militar y, al principio, cuando lo acompañaba a los sitios para procurarle protección todos pensaban que era su secretaria, su hija... «o la amante», le interrumpen entre risas las otras dos guardias civiles. Y es que han notado, según apuntan, más machismo en la calle que dentro del cuerpo. Sobre todo al principio, porque los hombre sno estaban acostumbrados a ver a una mujer de verde. De hecho, a Mari Ángeles un señor le llegó a decir que no quería ser atendido por ella, que quería un varón. Afortunadamente han pasado 30 años también en la mentalidad.

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