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Granadinos y visitantes oyen la actualidad del apagón en una radio en plena calle. J. E. Cabrero
Miedo al apagón en Granada
Así fue la mañana en Granada

Miedo al apagón en Granada

En las calles del centro, la gente se golpeó en entradas y escaparates, a la espera de un destello que no llegaba. En la esquina de Cárcel baja con San Jerónimo un centenar de personas escuchaban la radio

Lunes, 28 de abril 2025, 16:09

12.33 horas. La gente se asoma a la calle con ingenuidad. Se apoyan en el escaparate de la tienda o del portal y encienden cigarrillos sin prisa. «Se ha ido la luz», lamenta una chica en una autoescuela de Pedro Antonio de Alarcón. «Tengo un amigo que dice que en la Zubia también», apunta una limpiadora del portal de al lado. «¡Seguro que se han cargado algo! Así es Graná!». La risa dura poco. Las cabezas brotan a un lado y otro de la calzada. No es Granada, es España. Tampoco. No es España, es Europa.

Los semáforos no funcionan. Cruzar por camino de Ronda o Recogidas es una cuestión de voluntades, de que unos quieran y los otros también. La policía se ha desplegado por los puntos calientes de la ciudad y las estaciones de metro desalojan a todos los que quedan dentro. Las sensaciones son similares al primer cerrojazo de la pandemia; avenidas comerciales de persianas bajadas y el regreso de las colas, con la salvedad de que Granada está en la calle.

La ciudad va a un ritmo frenético, pero es también la pausa. Padres que corren al colegio a por sus hijos, colapso de coches y sonidos de cláxones... El ajetreo convive con la calma porque en las terrazas de los bares se apuran las cañas, los obreros esperan con los brazos cruzados y los turistas se toman fotos frente a la catedral.

Las sensaciones son similares al primer cerrojazo de la pandemia;

La normalidad de los granadinos y los españoles se ha visto completamente interrumpida. Un apagón general sin precedentes deja a toda la península a oscuras. Y, según ha informado Red Eléctrica, está previsto que el corte en el suministro dure entre 6 y 10 horas más, es decir, hasta las 21.00 o 22.00 horas. Los cortes han paralizado o afectan a la mayoría de los servicios e infraestructuras, como los juzgados, hospitales, la estación de esquí de Sierra Nevada, el Metro o la red ferroviaria de Granada.

«¡Encarna!»

«¡Encarna! ¡Encarna! ¿Cómo estás?». Encarna se ha quedado encerrada en el ascensor del centro de salud de Gran Capitán. Lleva una hora ahí dentro. A las 13.30 un enfermero consigue abrir la puerta forzándola y ella escapa. Todos aplauden emocionados al verla salir. Está bien. Está nerviosa. «Iba hacia abajo y me he quedado aquí. Pero… ¿qué ha pasado?». No hay respuestas. En la primera planta Luis Javier desespera. Va en silla de ruedas que pesa 127 kilos. «Tengo que esperar, no hay otra».

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Las panaderías y las tiendas de comida casera están a pleno rendimiento. Las colas dan la vuelta a la esquina. «Pensé que es lo más fácil para poder tomar algo un bocadillo o lo que haya», explican en un comercio de Carril del Picón. Mientras tanto, en las tiendas hay una ristra de brazos cruzados y miradas inútiles al móvil. Recogidas, Puentezuelas, Mesones, Gran Vía, Reyes Católicos… Todo es raro.

«Parece una película de miedo», dice una cajera de un supermercado mientras, a su lado, la terraza del bar está llena. De hecho todas las terrazas de los bares lo están. «Ya no nos podemos ir. No tenemos dinero y sin tarjeta, ¿qué hacemos?», se preguntan unos comensales.

Junto a la catedral, un grupo de obreros espera sentado en un banco. «¡Que en una obra hay muchas cosas que hacer!», les gritan desde los andamios. «Mira los eléctricos, ahí parados», bromean con ellos que, descolocados, no saben bien qué hacer.

Alrededor de una radio

En la esquina de San Jerónimo con Cárcel Baja hay un centenar de personas rodeando la puerta de Medievo, una tienda de especias. En la entrada hay algo que parece la hoguera en la cueva, pero es una radio. Alicia y Diana, las dependientas, pensaron que podían conectar la radio a unos altavoces Bluetooth y ponerla a todo volumen. Efectivamente, todos lo que pasan escuchan en silencio. En tensión. La locutora dice «ataque cibernético», «toda Europa», «no sabemos nada». Y la gente aprieta las manos, estrecha a los amigos, mueven los pies de un lado a otro. «Me da miedo el apagón», dice una mujer mayor, Ana, cargada con una maleta. «Me iba de viaje pero creo que no puedo… ¿qué hago?». «Mantengan la calma, por favor», suplica la voz de la radio.

«Me da miedo el apagón»

En la Audiencia Provincial el corte en el suministro eléctrico ha obligado a suspender los dos juicios que se estaban desarollando. Para algunos es su día de suerte y entre los acusados que esperan en el patio comentan el fallo eléctrico con alivio. «Si nos vamos no pasa nada», decía una mujer. En el hospital Virgen de las Nieves de Granada la actividad ha continuado con cierta normalidad, aunque con preocupación sobre el tiempo que se prolongará el corte.

Los generadores se han encendido automáticamente, las consultas siguen en marcha y los quirófanos también. La estación de esquí de Sierra Nevada también ha cerrado este lunes a causa del apagón generalizado que afecta a todo el país. Cetursa ha puesto en marcha el plan de evacuación de los remontes mediante motores auxiliares que funcionan con generadores alimentados con gasoil. La misma escena se vivía en la estación de Avenida de Andaluces. El personal comenzó a las 13.50 a desalojar la terminal y más de un centenar de viajeros con sus equipajes se agolpan en las dos entradas de la estación. En la UGR han cancelado también las clases.

El sol resiste todavía en la ciudad. En algunos puntos del país la luz ha regresado, pero el Granada todavía hay incertidumbre.

De lejos se oyen sirenas. Todo el rato.

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