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Jorge pastor
GRANADA
Martes, 12 de junio 2018, 01:23
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Tienen miedo. Por eso, porque tienen miedo, prefieren que sus nombres no se conozcan y pasar lo más desapercibidos posible. Se trata de vecinos que habitan en las inmediaciones del monasterio de San Jerónimo que protestan por la inseguridad que, según en ellos, se vive en esta céntrica zona de la capital granadina. El principal foco de conflicto se localiza en la plaza que muchos granadinos llaman 'de los naranjos' –por los árboles que hay allí plantados–, donde «frecuentemente se producen riñas, pelas y enfrentamientos» entre un grupo de personas que están allí «todos los días y a todas horas», comenta Rogelio, nombre ficticio de uno de estos vecinos que prefiere salvaguardar su identidad por miedo a represalias. «Nos tienen fichados a todos», asegura. Este problema no viene de ahora. Se remonta muchos años atrás. «Pero últimamente –explica Rogelio– sí que ha habido fuertes broncas en las que se han empleado incluso navajas».
Los residentes insisten en que su intención no es poner el foco en los usuarios de los múltiples recursos sociales que existen en la zona, a los que no acusan de nada, sino en quienes están detrás realmente de esta conflictividad y que son conocidos. De ahí que soliciten medidas al Ayuntamiento de Granada.
La edil de Servicios Sociales, Jemi Sánchez, asegura que el consistorio está desarrollando un plan de actuación en este barrio desde hace mes y medio. Entre las decisiones que se han adoptado, el refuerzo de la vigilancia por parte de la Policía Local. Jemi Sánchez comenta que también se está haciendo un mayor hincapié en las labores de limpieza, «porque es cierto que este espacio estaba más sucio de lo habitual». Se ha incrementado, por ejemplo, la frecuencia de paso de las máquinas barredoras. Además, el servicio de mantenimiento tiene indicaciones para solucionar los déficit de alumbrado, lo que también puede redundar en una mejora de la percepción de protección en una calle muy concurrida por la existencia de centros sanitarios y educativos, la proximidad de la Universidad de Granada, decenas de establecimientos comerciales y hosteleros, y también de servicios para colectivos como toxicómanos o ciudadanos sin hogar.
La propia Jemi Sánchez ha mantenido reuniones en las últimas semanas tanto con los colectivos vecinales, para conocer sus inquietudes y plantear posibles soluciones, como con responsables de instituciones radicadas en San Juan de Dios como pueden ser Proyecto Hombre o Granada Acoge. «El hecho de que todas estas entidades estén allí proporciona más seguridad y una mejora de la convivencia», dice la concejala, quien ha solicitado a todos estos entes que medien con sus usuarios para que la utilización de los servicios públicos se haga «de una forma más educada y respetuosa». Pero advierte de que también hay quienes no son atendidos en ninguno de estos recursos asistenciales. «Estamos acudiendo a diario para mediar y hablar con ellos; la calle es de todos y todo el mundo se tiene que sentirse respetado en su libertad». «Hablar es la mejor manera de encontrar soluciones», manifiesta Jemi Sánchez, quien reconoce las dificultades para tratar con quienes no quieren saber nada del Ayuntamiento o de ningún entidad «porque es su forma de vivir, porque están al margen de todo» y porque optan por estar afincados en la vía pública, como puede ser el caso.
Estas quejas han coincidido en el tiempo con las formuladas por familias de la Chana que han reclamado más Policía Local en puntos como la plaza de la Unidad, donde también se producen episodios similares a los de San Juan de Dios, aunque en este caso con lateros rumanos.
La edil Jemi Sánchez asegura que no se debe confundir a la opinión pública identificando a los usuarios del Centro de Drogodependencias, que se encuentra en esta calle, «y que acuden de forma anónima desde diferentes puntos de la provincia a recibir sus tratamientos», con las personas que están generando estos conflictos. «Estos últimos forman un grupo que no tienen ninguna voluntad en escucharnos», comenta Jemi Sánchez.
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