Teresa, madre de Marina, este lunes, antes del comienzo del juicio. Alfredo Aguilar
Juicio por el crimen de Marina

La madre de Marina declara que Yasmina maltrataba a su hija y la echaba a la calle

Los investigadores de la Policía Nacional de Motril encontraron el escenario del crimen «impoluto» y el cadáver de la joven «empaquetado» debajo de la cama del dormitorio

Yenalia Huertas

Martes, 14 de febrero 2023, 14:54

Un cartel solitario con la imagen en grande de Marina Díaz Vallecillos descansa en el suelo de Plaza Nueva, inclinado y apoyado en la fachada ... del imponente Palacio de la Real Chancillería. No hay nadie a su alrededor. Son más de las diez de la mañana y todos los familiares y amigos de la malograda joven, a la que golpeó y apuñaló hasta la muerte en un cortijo de Motril, el 12 de abril de 2021, su novia, Yasmina M. R., están en el interior del edificio.

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Unos se encuentran como público en la sala. Pueden estar dentro y presenciar el juicio porque no son testigos. Otros, como Teresa, madre de la víctima, que ejerce la acusación particular, espera sentada en un banco del pasillo de acceso a la sala de vistas. Tiene los ojos profundamente tristes y viste una camiseta blanca con la sonrisa de su niña. Va a entrar a declarar lo que había llegado a denunciar en la Comisaría antes del horroroso crimen de su Marina: que su hija era maltratada por Yasmina, que no la dejaba por temor a que les hiciera algo a los suyos y que llegó a intentar suicidarse dos veces.

Teresa está flanqueada por otras personas que también van a testificar. Entre ellas, los agentes de la Policía Nacional de Motril que investigaron el despiadado crimen; Paco, el propietario del cortijo del camino de Pataura donde tuvo lugar la mortal agresión y que no escuchó nada; o el dueño de la farmacia donde Marina había encontrado empleo en enero de ese año, tras finalizar las prácticas, y a quien la acusada mandó un mensaje haciéndose pasar por ella tras matarla para comunicarle que dejaba el trabajo porque «se iba a Málaga».

Todos los testigos aguardan con paciencia ser llamados por el agente judicial al interior de la sala. Todos van a ofrecer su testimonio en la segunda jornada del juicio con jurado que se celebra esta semana en la Audiencia de Granada. La vista es tanto contra la autora confesa del crimen como contra su presunto encubridor, Antonio M. L. C., que tiene una discapacidad intelectual del 54% y no está preso. Yasmina, sí, y acude a esta nueva sesión con el mismo atuendo que el lunes, cuando se declaró culpable.

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Los primeros en entrar a la sala de vistas son los agentes de la Policía Judicial de Motril que investigaron el crimen y coinciden en que la acusada llegó el día 13 abril a la Comisaría indicando que había apuñalado a su novia. «La he matado, soy una desgraciada, no merezco vivir», afirman que llegó a expresar.

Les indicó que había consumido cocaína la noche y la mañana antes del crimen. También les confesó el lugar donde tenía el cadáver, tras intentar sin éxito encontrar un sitio donde enterrarlo con ayuda de su amigo Antonio. «Había limpiado toda la casa con lejía«. Estaba todo »impoluto«. No había ni una gota de sangre y »todo estaba en orden».

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Teléfonos

Los teléfonos móviles, según los investigadores, habían sido también 'limpiados'. Fueron hallados en un cajón de la cocina y tenían desinstalado 'el WhatsApp'; se habían borrado «las aplicaciones más básicas» . El cadáver, en el que los forenses luego apreciaron «numerosas heridas», fue hallado «debajo de la cama», en el dormitorio. «Estaba como empaquetado».

Hasta pasadas las 11.00 horas el agente judicial no llama a Teresa, que entra sin cruzar la mirada con la acusada y es colocada frente al magistrado presidente del Tribunal del Jurado, Jesús Flores. De repente, uno de los policías que custodian a los procesados, levanta a Yasmina de su lugar en el banquillo de los acusados y le pide que se coloque en el otro extremo, más lejos de Teresa.

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El fiscal no le formula preguntas y comienza a preguntarle su abogado, Jesús Huertas. Teresa, que se disculpa porque está ronca, describe a su niña: «Era muy noble, un cacho de pan». La mujer niega tener ningún prejuicio por la orientación sexual de las personas y explica que si no le gustaba Yasmina era por «lo del maltrato» a su Marina y «por la diferencia de edad».

Detalla que su hija se fue a vivir con la acusada siendo menor de edad y que llevaban unos dos años juntas. Cuando discutían, Yasmina «la echaba a la calle». «Me contó todo lo que le hacía ella», desvela la mujer para empezar a describir lo que la chica presuntamente tuvo que aguantar en el marco de aquella relación tildada por su entorno de «tóxica».

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Las supuestas vejaciones que Marina sufrió no dejan indiferente a nadie en la sala. «Le echaba sus propios 'meaos'», asegura la progenitora, para añadir que «le cortaba el pelo», «la tenía amarrada» y le dejaba «en cueros». Por eso ella, como madre, la denunció. Pero su denuncia no prosperó porque era la palabra de una contra la otra. Yasmina se enfrenta a prisión permanente revisable.

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