Luis Quesada, que vive en Austria su cuarto confinamiento, en Dachstein, unn emplazamiento turístico austriaco. IDEAL

El granadino que vive en Austria su cuarto confinamiento: «Ahora veo España como el paraíso»

Confinamiento por covid-19 en Austria ·

Luis Quesada se marchó en septiembre del año pasado para estudiar un máster y tardó apenas dos meses en comenzar a encadenar cerrojazos a la normalidad; la restricción es menor allí, si bien la prolongación de la situación la hace parecer «interminable»

Chema Ruiz España

GRANADA

Martes, 30 de noviembre 2021, 01:05

Cuando Luis Quesada (Huétor Vega, 1996) llegó a Viena en septiembre de 2020, su cabeza aún tenía presente el confinamiento decretado en España unos meses ... atrás. «Fueron 49 días. Lo tengo marcado», subraya con precisión británica, dejando percibir una sonrisa al otro lado del teléfono. «Es el más estricto que he vivido, porque no podía salir a la calle ni para dar un paseo, solo para necesidades estrictamente básicas, como ir al supermercado, a una gasolinera o a los servicios de primera atención», recuerda. Lo define como el más severo porque dispone de experiencia para comparar. En Austria, donde todavía permanece, vivió otros dos cerrojazos a la normalidad apenas dos meses después de aterrizar, y ahora lidia con la que es su cuarta reclusión desde el inicio de la pandemia de covid-19, decretada la semana pasada, mucho más laxa que la que pasó en Granada.

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«Yo llegué el año pasado. Entonces, estuve sin confinamiento hasta noviembre, cuando, de hecho, hubo un ataque terrorista en Viena. Justo después, empezó el aislamiento, así que fue un poco más duro», detalla Quesada, que aborda el primer semestre de su segundo curso de un máster en Ciencias de la Comunicación, motivo por el que hizo las maletas, a la par que trabaja en un equipo de investigación de la Universidad. Aquella fue la primera de sus tres reclusiones en Austria, que se prolongó hasta las fiestas de Navidad. «Hicieron un descanso y rebajaron un poco las medidas. Era menos estricto. Después, empezó otra vez la reclusión hasta mayo, creo recordar, cuando ya abrieron todos los negocios, los restaurantes y demás: Ahora, en noviembre, hemos entrado en uno nuevo», abunda, sin dejar de matizar que él «los contaría como dos», pues casi no notó la pausa navideña de 2020.

Entonces, no podía esperar que un desmesurado repunte de la incidencia de la covid-19 llevara al país a tal situación, en especial tras comenzar la campaña de vacunación. «Austria tiene ahora mismo unas tasas de casos demasiado elevadas. De hecho, creo que hace poco se registró el mayor número de contagios por día en toda la pandemia», describe. El sistema sanitario empieza a saturarse y sus integrantes, según señala, también. «He escuchado muchos casos de gente que colapsa y no puede más con la situación en el servicio sanitario. Entiendo que esta gente también esté frustrada por quien no se quiere vacunar», detalla.

«Existe mucha desinformación. La gente consume demasiadas noticias falsas acerca de la vacuna, sobre sus efectos secundarios»

Luis Quesada

En buena medida influye en esta tesitura, precisamente, su porcentaje de población inmunizada, que se sitúa poco por encima del 66% -en España roza el 80%-. «Leí un artículo de un periódico de aquí en el que entrevistaban a un sociólogo, que hablaba del naturalismo y del concepto de libertad que tiene la población en países como Alemania, Suiza y Austria. Esto podría ser un determinante para la gente que no se vacuna. También hay algunos partidos políticos que se permiten hacer manifiesto en contra de la vacunación, lo que me parece una auténtica locura», esgrime.

Sin embargo, bajo su punto de vista, la causa principal del bajo índice de inmunización es que «existe mucha desinformación». «La gente consume demasiadas noticias falsas acerca de la vacuna, sobre sus efectos secundarios. Entonces, tiene miedo de ponérsela. Otras personas, simplemente, no creen en ella. Dicen que su propio cuerpo puede aguantar el virus de forma natural», profundiza. No es su caso, pues él no solo recibió las dos dosis correspondientes a la pauta de vacunación de AtraZeneca, sino que, una vez en Austria, recibió un tercer pinchazo, con el compuesto desarrollado por Pfizer y BioNTech. «La verdad es que estoy enfadado, frustrado, pero el odio tampoco trae nada bueno. A esta gente hay que entenderla y hacerle comprender que su decisión es incorrecta, además de egoísta, desde mi punto de vista. El Gobierno tiene que tomar medidas ante este problema de desinformación», exterioriza.

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«Navidad allí es mi meta»

También admite cansancio, pese a que en este encierro sea más liviano y no se aplicasen medidas estrictas en las semanas previas. «Siempre puedes salir a la calle, para dar un paseo o, si lo necesitas, para hacer deporte», subraya, para advertir seguidamente que no existe control de las reuniones privadas. Los cerrojazos previos decretados por Austria tampoco fueron mucho más estrictos, lo que no evita la fatiga. «En España hubo un confinamiento estricto y las consecuencias se vieron. Aquí, se ha ido alargando todo y se hace interminable. Estuvimos meses y meses en los que solo podía quedar con la gente más cercana que tenía. Por suerte, mi pareja es de aquí y puedo pasar tiempo con ella, pero, si no tuviera a nadie, se me hubiera hecho bastante más duro. Los negocios, las tiendas y demás han pasado muchísimo tiempo cerrados, y eso también tiene repercusiones para la economía», expresa.

Por ello, en su cabeza ahora solo pasa regresar para desconectar de la situación. «Ahora mismo, veo España como el paraíso», admite sin contener una risa de resignación. «Ves los días que hace allí, sobre todo en el sur, de donde vengo, y dices 'lo que daría por estar ahora mismo allí, con todo abierto, sin confinamiento…'», suspira. Desde casa, le preguntan con preocupación, más por cómo lidia con este cuarto encierro que por la situación. «Después de tantas reclusiones, aprendes a disfrutar de las cosas que están ahí pero no te das cuenta», apunta, también tranquilo porque en las próximas semanas regresará para pasar las fiestas con su familia. «Navidad allí es mi meta», sentencia riendo de nuevo, ilusionado.

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