Un ladrón bizco se libra de la cárcel porque la víctima no vio su 'defecto'
La Audiencia revoca la condena de 4 años y medio que se le impuso por robar a una mujer, pues duda de la fiabilidad del reconocimiento
A un ladrón de Granada su defecto visual le ha ayudado a librarse de un severo castigo por el robo de 50 euros a ... punta de navaja sufrido por una joven que se encontraba con otra persona en la parte trasera de un coche en una calle de Atarfe hace dos años. l hombre es bizco y, sin embargo, la víctima, que aseguró en su denuncia haber visto fugazmente el rostro a su asaltante, no pudo apreciar ese importante detalle.
Esta circunstancia, unida a otras, como que era noche cerrada y que llevaba un zarcillo distinto al de que la víctima vio al atracador, ha provocado que la Audiencia dude de la fiabilidad del reconocimiento del acusado y revoque la condena a cuatro años y medio de cárcel que un juez le impuso por un delito de robo con intimidación y uso de armas. La pena fue tan elevada porque el procesado, ahora absuelto, era reincidente.
La mujer ofreció datos «imprecisos» en la descripción de su asaltante y además era noche cerrada
Los hechos se remontan a la 1,30 horas del 28 de agosto de 2016 y fueron cometidos por un individuo «de tez morena, ojos oscuros, estatura mediana, complexión delgada y con la cabeza cubierta por una camiseta». Esa fue la descripción que ofreció la víctima, que se encontraba aquella noche con otra persona en los asientos traseros de un coche estacionado en la calle Unicef del municipio atarfeño, en un barrio «retirado» del núcleo urbano.
Linterna y navaja
La mujer y su acompañante anónimo -no facilitó su identidad por expreso deseo de este- acabaron dando 50 euros al atracador después de que les apuntara con una linterna «para deslumbrarles» y les exhibiera una «navaja» desde el exterior, que «incluso llegó a introducir por una rendija de la ventanilla». El caco les amenazó con «rajarles» y ellos le entregaron el dinero, según consta en la sentencia dictada este año por la Audiencia, a la que ha tenido acceso IDEAL.
Los hechos ocurrieron así, pero la Audiencia no cree que el acusado sea el autor de esta fechoría. La foto de este ladrón -que lo es porque ya había sido condenado con anterioridad por otro robo- estaba en los archivos policiales que se le mostraron a la chica tras el suceso, pero él siempre, «en todo momento», negó ser el responsable de esta sustracción. Pese a ello hubo fallo condenatorio y su defensa hizo lo propio: lo recurrió ante la Audiencia de Granada.
El ladrón ahora absuelto negó «en todo momento» ser autor de aquella fechoría
El letrado del atracador alegaba en su recurso que se había producido un «error judicial» al otorgar una total credibilidad a la declaración de la única testigo, que era la víctima. Esta, el día del juicio, pudo contemplar al acusado de pie ante ella unos escasos segundos y lo reconoció «sin dudas», como ya hiciera durante una rueda de delincuentes que previamente había ordenado el juzgado de Instrucción que investigó el caso.
La defensa no dudaba de la realidad del asalto denunciado. Lo que ponía en tela de juicio era el reconocimiento que se llevó a cabo en la rueda de delincuentes previa. Las ruedas se celebran en una habitación determinada donde los sospechosos a reconocer se colocan, frente a un cristal, mirando al frente, en fila y bajo un número. Se trata de una prueba, como resalta la Audiencia, «apta» para que la presunción de inocencia de un reo se desmorone. Pero eso sí, hay que ser «especialmente cautelosos» a la hora de valorarla como tal, sobre todo si es la única prueba que se posee en un procedimiento, como sucedió en este caso. ¿Por qué? Porque es posible el «error humano» cuando se trata de reconocer a un completo desconocido «con el que no ha existido más que un contacto visual y fugaz». Y en este caso, el tribunal duda de la fiabilidad del reconocimiento que hizo la víctima el día del juicio, que vino a reiterar el que en su día hiciera durante la rueda.
Para empezar, los datos que aportó la mujer en su denuncia para describir las características de su atracador fueron «imprecisos». Apuntó que era varón, de etnia gitana, moreno de piel, de estatura mediana... Las características del acusado concordaban con las descritas por la denunciante, pero también, como subraya el tribunal, con las de «un buen número de personas más solo entre los habitantes de la localidad de Atarfe, donde reside el acusado y sucedió el hecho».
La forma del zarcillo
Otros detalles que aportó la joven es que el tipo llevaba una camiseta sobre la cabeza que le impidió ver su pelo y un «arete metálico de forma cuadrada» en una oreja. El detenido llevaba efectivamente pendiente, pero «pequeño, redondo y con una circonita a modo de brillante».
Junto a ello, la defensa del acusado destacaba un extremo nada desdeñable en su recurso: su cliente «padece un defecto visual llamativo, el estrabismo, que difícilmente puede pasar por alto cualquier persona que contemple su rostro». La víctima, sin embargo, como recuerda la Audiencia, no pudo apreciarlo en el breve contacto que dice que tuvo de la cara del atracador.
Los magistrados de Plaza Nueva recuerdan en este punto las «desfavorables» condiciones que se dieron para que la denunciante pudiera contemplar los rasgos faciales del atracador, grabarlos en su memoria y poder ofrecer una identificación segura. Así, recuerdan que la propia mujer declaró que le vio el rostro «durante un breve instante», cuando se apartó de la linterna con la que les enfocaba, y aprovechando que su acompañante comenzó a forcejear con él por la ventanilla. «Si a esto se le une la hora de la noche en que todo esto ocurría, con la testigo dentro del coche y el asaltante afuera y, con toda probabilidad, con escaso alumbrado exterior dadas las circunstancias, la duda queda servida», concluye el tribunal.
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