Un ladrido de esperanza para los niños del Clínico

Aslan es mucho más que un perro. A sus cinco años de edad y ataviado siempre que está de servicio con su arnés de trabajo, este labrador de color chocolate se ha convertido en el ángel de la guarda de Manuel desde que era un cachorro. Se trata de un animal de alerta sanitaria que se encarga de detectar las bajadas de glucosa de su dueño diabético, al que avisa ladrando y pataleando hasta que este logra normalizar su situación. Un socio ideal para no perder la esperanza ante la enfermedad y que causa sensación en el Hospital Universitario Clínico San Cecilio.

Manuel y Aslan han realizado una visita a los niños hospitalizados para impartir un taller sobre la relevancia de los animales de asistencia sanitaria. Una labor a la que se dedican en cuerpo y alma, y también por amor al arte, para reivindicar que perros como Aslan puedan acceder y ser aceptados en todo tipo de espacios. «Un animal de alerta médica no es ningún capricho. Es una necesidad para cuidar nuestra salud. Ya sea en un parque, en el transporte público, en la Alhambra, en un centro comercial o en el cine. Alguna gente no conoce su función y protesta cuando me ve entrar con el perro», explica Manuel a chicos como Thomas, Adriana o Mercedes. «¿Y no tiene que pagar entrada?», preguntan. «Nada. Pasa gratis porque está de servicio», ríe el diabético.

Acompañados de su familia y del personal sanitario, los pequeños no le quitan ojo a Aslan. El perro sigue las órdenes de Manuel, se tumba, mira a las enfermeras o mordisquea las pelotas del aula hospitalaria. Mata el tiempo como puede hasta que le toque pasar a la acción. «El perro está entrenado para no desconectar nunca, pues la hipoglucemia puede sucederse en cualquier momento. Tiene sus ratos de distracción, pero siempre permanece atento. Es importante que la gente sepa cuándo está de servicio», añade el diabético. Esto es cuando no viste su arnés profesional, donde se puede leer 'alerta médica'.

«Me paran mucho por la calle para acariciar a Aslan. Parece una acción inofensiva, pero en realidad supone una distracción que puede afectar al perfecto cumplimiento de su trabajo. Lo correcto es preguntar al dueño y solicitar su permiso antes de interactuar con el perro», detalla Manuel. Un momento que llega al final de la sesión para el disfrute de los niños del hospital, que llaman a Aslan con la ilusión de tener entre las manos a todo un héroe. Como Manuel, a todos les entusiasma la idea de tener una mascota que los auxilie y que les ayude a sobrellevar la enfermedad. «Una vez me salvó su ladrido cuando estaba comprando. Tuve suerte de que una empleada conocía mi caso y supo cómo proceder. Por eso es tan importante que le contéis todo lo que hace Aslan a vuestros amigos, en el cole... A todos«, concluye ante los chicos, hipnotizados con los movimientos del can. Un ángel de la guarda de cuatro patas.

La sala pediátrica del Hospital Universitario Clínico San Cecilio ingresa a pacientes con diversas patologías y de edades comprendidas entre un mes y catorce años. Cuenta con un total de 24 camas repartidas entre ocho habitaciones individuales y otras ocho dobles.

Actualmente se encuentran ingresados una decena de pacientes con cuadros asmáticos, patologías traumatológica o infecciones respiratorias. En 2022 se registró el ingreso de 1.188 niños. Desde enero de 2023, han pasado por el área un total de 621 pacientes. La mayoría con procesos agudos autolimitados que no superan los cinco días de estancia media.

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