Alpujarra de Granada
La vida sigue en la comuna hippie de Beneficio seis meses despuésUnas 200 personas viven aún en el paraje medio año después de que la Junta iniciase unas obras que supuestamente iban a «desmantelar» el asentamiento comuna
La comuna hippie de Beneficio sigue en pie en el terreno situado a medio camino entre Cáñar y Órgiva seis meses después del comienzo de ... su desmantelamiento con las obras del encauzamiento del río por parte de la Junta de Andalucía. Como ha podido constatar este periódico, unas 200 personas viven aún en el lugar, y han reubicado sus chabolas y caravanas para dejar claro que no se van a ir. La actuación sobre el encauzamiento del río el pasado diciembre hizo que parte de los vehículos y asentamientos que había a orillas del arroyo tuvieran que eliminarse. Pero sus residentes fijos, lejos de marcharse, han encontrado nuevos huecos en los que establecerse más arriba de la misma montaña. Poco, explican, ha cambiado la situación desde entonces. La única diferencia es que ahora ya no reciben la misma cantidad de viajeros que iban y venían y que permanecían en la comuna durante semanas o meses. «Quedamos los vecinos reales», asegura Raúl, uno de los habitantes cuando se cumplen 13 años de su estancia en Beneficio y que permanece sin expectativas de marcharse.
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La delegación territorial de la consejería de Agricultura, Pesca, Agua y Desarrollo Rural acometió en diciembre del año pasado la limpieza y encauzamiento del río, una actuación que contó con una aportación económica de más de 50.000 euros. La obra hizo que se estableciera una escollera en el margen izquierdo para la protección de avenidas y evitar el acceso de vehículos al cauce, uno de los problemas que más habían denunciado los ayuntamientos de los dos municipios implicados. Además, se plantaron medio centenar de árboles y 150 arbustos autóctonos de ribera en la zona que antes se usaba de aparcamiento.
Nueva localización
Su ubicación deja ahora los asentamientos a ambos lados del cauce. Los habitantes han elaborado ellos mismos una especie de puente formado por dos puertas de madera que les permite pasar de un lado a otro para «vivir en comunidad». A un extremo, varias piedras simulan cuatro o cinco peldaños con los que acceden al resto del camino. «Hicimos esta vía de acceso para que nadie sufriera ningún percance al saltar el río», explica Fabio, uno de los habitantes que más años lleva en Beneficio. En concreto, dos décadas. A las fórmulas que idean para enfrentar cada una de estas dificultades, se suma la habilitación de acceso a servicios que ellos mismos han creado. Placas solares, todo tipo de cultivos de frutas y hortalizas por la zona o incluso chimeneas para hacer frente al duro frío que golpea la Alpujarra durante los meses de invierno.
Poco se extrañan los vecinos cuando ven a los habitantes de Beneficio pasear por el pueblo o acudir a los locales a comprar distintos productos. Están más que acostumbrados y reconocen que hay una diferencia entre quienes acudían de forma esporádica a la comuna y sus residentes habituales.
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La iniciativa de la Junta de Andalucía satisfizo una demanda que desde Órgiva y Cáñar pedían desde hacía décadas, pero no fue suficiente para el desmantelamiento de la comuna ni para evitar el «efecto llamada» que el alcalde de Órgiva, Raúl Orellana, afirma como principal objetivo para que Beneficio no se convierta en un atractivo turístico más de la localidad. Eso es lo que pretendían erradicar en diciembre. No obstante, por el momento, siguen con el intento de que no se extienda la voz. Esta semana pasada, además, la Junta retiró a cinco menores que vivían en la comuna sin escolarizar y en malas condiciones.
Legalidad
Solo el 15% de los asentamientos son legales, motivo por el que el regidor insiste en acabar con la comuna hippie que lleva más de tres décadas en parte del Parque Natural de Sierra Nevada.
El problema al que se enfrentan es que solo una parte de las tiendas y chabolas se ubican en las parcelas privadas donde originariamente comenzó el asentamiento. Esos son las únicos legales. Los localizados en la parte exterior a estos terrenos privados, ocupan un espacio público del Parque Natural de Sierra Nevada. El regidor de Órgiva denuncia el peligro que estos habitantes suponen para el lugar por el riesgo de incendios, por la obtención de agua del cauce, destinada a los regantes del municipio, así como por la inseguridad de los propios residentes cuando llueve y hay riadas. La ubicación de furgonetas y demás vehículos dificulta el acceso al paraje, otra de las preocupaciones del equipo de gobierno cuando hay algún fuego. El Ayuntamiento sigue con los procedimientos administrativos para conseguir el desalojo del lugar, un trámite que el primer edil asegura que requerirá varios meses.
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«La gente viene al paraje en busca de otro estilo de vida»
Si hubiese en España un equivalente a Christiania, sería la comuna Beneficio. Lo afirman con rotundidad sus habitantes mientras defienden el ideal de «paz y amor» que se aprecia a la entrada del recinto. Muchos llevan años viviendo en mitad del Parque Natural de Sierra Nevada. Otros, llegaron hace algunos meses, pero declaran que lo hicieron para quedarse. Tranquilidad, autoconsumo, ni rastro de televisión y tampoco de cobertura. «Es imposible no desconectar del mundo de ahí fuera en este paraíso», expresa Nina. A sus 23 años, comparte su día a día con sus vecinos de asentamiento, a los que considera su familia.
Se abastecen de algunos huertos en el terreno y también van hasta el pueblo a comprar alimentos básicos. Los cocinan de forma conjunta en la cocina instalada en uno de las tiendas tipi de uso común de Beneficio. Las distintas nacionalidades generan variedad gastronómica. A la mayoría portuguesa y alemana se suman los procedentes de Rumanía, Bélgica, Francia o incluso Brasil. También gente de España, aunque una minoría.
Historia
«La gente viene a Beneficio en busca de otro estilo de vida», declara Fabio. Él mismo reconoce que cada uno de sus habitantes tiene una historia detrás, algo que les ha hecho llegar hasta la comuna para vivir en lo que ellos definen como «paz y libertad». Mateo lleva 13 años viviendo en el terreno. Cuenta que llegó para un fin de semana, pero que nunca se marchó. La vida comunitaria, la naturaleza y las actividades que ellos mismos organizan le atrapó. Montse explica que llegó al paraje después de atravesar un momento personal difícil. Allí encontró a parte de la que ahora es su familia. La mujer recibe estos días la visita de su madre, de 85 años. Procedente de Madrid, no es la primera vez que está en Beneficio.
Ante los comentarios negativos que reciben sobre su actividad, Fabio reclama que les den medios administrativos para legalizar todos los asentamientos. Solo una pequeña cantidad se ubican dentro de fincas privadas y, por lo tanto, gozan de permisos.
A estas reclamaciones se suma la petición de dotar el paraje de cubos de basura. El camino que asciende hasta su oficina central cuenta con carteles que advierten de la importancia de mantener limpio el entorno. Las obras del encauzamiento del río no hicieron que se marcharan, siguen allí. «Es lo que querían, pero lo van a tener difícil», sentencia Montse. La vida sigue en Beneficio como hace seis meses. Y apenas hay señales de que vaya a terminar pronto.
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