El pueblo de Granada que instaló una cruz para espantar a las brujas y hechiceras

El tajo, todavía sin cruz, era y es un emplazamiento geográfico único y especial. Su situación privilegiada permite tener una visión panorámica plena del asentamiento urbano y de todos los pagos agrícolas del municipio. Pues bien, según una leyenda este era el lugar utilizado para las prácticas de brujería por hechiceras, acompañadas puntualmente en los días especiales por el diablo o algún subalterno cualificado, donde alrededor del fuego danzaban y realizaban ejercicios de arte amatorio.

En este lugar llego a ser de tal calibre el jolgorio y la asiduidad del personal a tales actos y la influencia que esto causaba en todo el vecindario, que la Iglesia Católica y sus prosélitos decidieron instalar una cruz en lo más alto del tajo como remedio contra los desmanes de las brujas y hechiceros. Una cruz que consiguió que se abandonaran esos ejercicios espirituales ejercidos en el lado oscuro y desde entonces despliega como guardiana toda su esencia e impronta.

Cuentan que José Lozano Piñar, conocido como el 'Maestro Piñar' por ser carpintero de profesión, iba un día invernal de cacería por los alrededores del Tajo de la Cruz y pudo más su ímpetu de cazador que su fe piadosa, era un hombre de creencias muy arraigadas, que al posarse un zorzal en un brazo de la cruz disparó, al recoger su trofeo comprobó que la cruz sangraba y ante este hecho sorprendente hizo promesa de levantar una ermita a devoción de la Santa Cruz. Promesa que cumplió y que su familia, de generación en generación, ha continuado desde entonces cuidando la Ermita.

Cada año al llegar el 3 de mayo se celebra el día de la Santa Cruz una peregrinación a la ermita. Ese día se encuentra más blanca y engalanada. La noche previa se realiza la velada de la Santa Cruz donde un grupo de vecinos y vecinas que como exvoto o promesa, están durante toda la noche dentro de la Ermita de la Cruz y en la placeta exterior, donde si se tercia un fuego anima la noche.

El Tajo de la Cruz esta en el imaginario de todo el pueblo, pues domina desde su atalaya cualquier perspectiva que tenga como origen el Este, es decir, lo primero que se ve a sol naciente es la figura de la Ermita de la Santa Cruz recortada sobre el horizonte. Otros, los más imaginativos, a esa imagen la adornan con bellas hechiceras danzantes junto al fuego refulgente y su cara sufre la transformación de lo prohibido. La Ermita de la Cruz de Lanjarón ha sufrido algunos retoques como el de 1921 incorporándose el porche y una pequeña sacristía. Todos los años se viene celebrando la tradicional romería el día de la Santa Cruz y la velada la noche anterior.

Se trata de una Ermita encalada de planta rectangular y tejado a dos aguas sin más vanos que el de la puerta de entrada, a medio punto, y unas pequeñas ventanas laterales cuadradas. Posee una ámplia portada frente a su fachada que se encuentra enlosada con terrazo y rodeada perimetralmente por poyos corridos de obra, en uno de cuyos ángulos se haya clavada una cruz.

Además, aparece otra cruz de madera más pequeña y más antigua adosada al hastial de la fachada lateral que mira al pueblo. En su interior existe un altar. El día de la Cruz se celebra una misa en este lugar. A este lugar se puede acceder con vehículo o andando también por un camino de herradura para cortar trocha. En Lanjarón se vive intensamente el Día de la Santa Cruz. Los vecinos y vecinas instalan muchas Cruces de Mayo en los distintos barrios. El Ayuntamiento colabora con ellos y organiza varios eventos y concursos durante unos días para realzar aun más esta fiesta en uno de los municipios más turísticos, saludables y preciosos de Granada.