El alpujarreño que lucha por no cerrar tras más de 50 años en el mostrador de su mítica tienda
Antonio González Blasco resiste con su tienda de barrio a pesar de que las grandes superficies establecidas en Órgiva han disminuido sus ventas
Le salieron los dientes en una tienda de comestibles y otros artículos. Antonio González Blasco lleva detrás de un mostrador más de medio siglo. En ... un principio, a corta edad, comenzó a ayudar a sus padres: Juan (nacido en Fregenite y criado en El Puerto de Jubiley, y Encarnación (nacida en Órgiva y criada en Motril) en una tienda situada en la calle del antiguo mercadillo municipal de Órgiva que se encontraba al aire libre. En el mostrador del comercio destacaban una balanza de los años cuarenta del pasado siglo y un medidor de aceite por cuarterones, cuartos y litros. Esta tienda socorrió a muchas personas.
Antiguamente la gente se abastecía en Órgiva de esta y otras tiendas que con el tiempo han ido desapareciendo. En un principio el padre de Antonio se dedicó al estraperlo con una burra. Iba, por ejemplo por la noche a Motril con cebollas y volvía con pescado. En más de una ocasión le requisaron la carga. Antonio tiene un hermano llamado Juan (que es catedrático) y una hermana llamada Lourdes que también ocupa un puesto en la Administración. La familia González Blasco destaca por su trabajo, honestidad y honradez. Antonio tiene 66 años de edad, es maestro industrial y se encuentra en forma porque le encanta el deporte y cuidar su cuerpo. El periódico IDEAL es una de sus grandes pasiones. Desde hace muchísimos años el repartidor de Órgiva se lo lleva a su establecimiento.
Antonio González aprendió a vender muchas cosas a granel: harina, aceite, habichuelas, legumbres, etcétera. El dinero lo guardaba en una caja de galletas y después en una lata vacía de membrillo. Cuando esta familia prosperó se mudó a otro lugar y se dedicó a vender también productos de la matanza del cerdo. Los animales se los compraba a vecinos de Órgiva, Cádiar, Yátor… y a cortijos de la Alpujarra. Una vez tuvo que acudir la Guardia Civil para dar muerte a varios cerdos porque no había manera de sacarlos de su cuadra y tiraban muchos bocados. Los jamones se salaban en Órgiva y se secaban en Trevélez. Hace varios lustros Antonio se hizo cargo de la tienda 'El Puerto', trasladada a la Plaza Alpujarra y después junto a la parada de la Alsina. Antonio realizó el servicio militar en Jaca. Después, este experto carnicero y rey de los embutidos, contrajo matrimonio y tuvieron una niña y un niño. Más adelante se divorció. En la tienda de Antonio existe una caja registradora muy antigua y una cortadora de bacalao de las de antes.
Según Antonio González, «ahora en Órgiva los grandes comercios están absorbiendo a los pequeños comercios. También, la venta online ha influido. Ahora está habiendo un hábito diferente en el consumo muy importante. Los comercios de cercanía y de a pie tienden a desaparecer. Los grandes supermercados están venciendo a las pequeñas tiendas. Yo, como soy tendero de toda la vida, quiero muchísimo a mi profesión, pero he notado una merma de clientes importante. Los más antiguos clientes de Órgiva, Torvizcón, Cáñar, Caratáunas, Pampaneira, Pitres o Bubión siguen viniendo porque lo que les ofrezco es de excelente calidad. Eso sí, como son mayores, van desapareciendo. Diré también que el jamón lo adquiero en Juviles, a la familia Fernández Lara.
En sus ratos libres, «que no son muchos porque abro incluso en domingo hasta el mediodía», suele hacer senderismo. Además, le encanta la bicicleta, la motocicleta o el surf. Posee todos los carnets de conducir y el de patrón de barco. En su tienda de toda la vida aún se puede encontrar un poco de todo: alimentación, desayuno, droguería, frutería, carne, embutidos y quesos.
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