El jurado del crimen de Arenas del Rey declara culpables de asesinato a los tres acusados

Según estas mismas fuentes, en su veredicto, los miembros del tribunal popular -siete mujeres y dos hombres- también han declarado culpable de ambos ilícitos al guarda de la finca, Cristofer J. O, que en su declaración había asumido haber disparado aquella noche a los cuatro intrusos que accedieron al cortijo, aunque dijo que lo hizo en legítima defensa.

De igual modo, el jurado ha declarado culpables de tenencia ilícita de armas tanto al guarda como al dueño del cortijo, José Antonio M. L. Fueron dos las armas empleadas: un rifle y una escopeta.

En la causa, además del ministerio fiscal, ha habido tres acusaciones particulares, que han estado representadas por los letrados Antonio Illana, del despacho de Pablo Luna, Ernesto Manzano y Alberto Rodríguez. Ahora, el magistrado presidente del Tribunal del Jurado dictará la sentencia y determinará las penas a imponer a cada uno de los acusados.

La madrugada del 11 de octubre de 2019, en una finca de Arenas del Rey próxima al pantano de los Bermejales, un joven llamado Daniel G. I. que supuestamente había entrado a robar junto con otros tres asaltantes, perdió la vida tras recibir un certero disparo. Otro de sus acompañantes también resultó herido de un tiro por la espalda. El luctuoso suceso, que la fiscalía relaciona con un supuesto cultivo de marihuana (de 150 plantas) que sitúa en la parcela, llegó el pasado lunes a juicio y, mientras el matrimonio acusado negó participación alguna en aquel tiroteo mortal, el guarda de la finca, Cristofer J. O., asumió la autoría de los disparos «en defensa propia».

El dueño del cortijo manifestó que acudió tras recibir dos llamadas telefónicas del guarda alertando de la presencia de intrusos. La primera le pilló «en el primer sueño», pero la segunda hizo que se levantara de la cama de su domicilio, situado «a pocos kilómetros» de la finca, se vistiera y fuera hacia allí.

Pilar, su esposa, también se despertó y le acompañó en el vehículo porque él tenía una luxación en el hombro por un accidente previo con una moto y no podía conducir. Tardaron en llegar, ha precisado, «unos 15 o 20 minutos».

Ya en la finca, se encontraron con que «Cristofer -el guarda- estaba en shock» y con él había un «chaval herido« junto a la furgoneta de la finca. «Estaba intentando meterlo» dentro para llevarlo «al ambulatorio o al hospital» y no podía, especificó el acusado, que entonces le ayudó porque el chico -el joven finalmente fallecido- «tenía la pierna malamente».

Pilar, supuestamente, no vio esa escena. Ella «se quedó en la carretera», según ha indicado su marido, al tiempo que ha detallado que cuando montaron a la víctima en la furgoneta, usaron las mantas que había dentro del vehículo para taparle y que no pasara frío.

En su interrogatorio, el guarda, que fue el último en declarar, asumió la autoría de los disparos, aunque sostuvo que los realizó «en defensa propia». Las armas, ha subrayado, las llevaban los intrusos, pero hubo un forcejeo en el que logró hacerse con el fusil y dispararles. «Yo vi que me iban a tirar y tiré... ¿Qué hago? ¿Me quedo mirando?», expresó, tras detallar que aquellos cuatro jóvenes habían «reventado» la puerta de la finca y «arrancado la reja».

El guarda, cuyo abogado defensor es David Granados, efectuó los tiros «desde lo alto para abajo». El primer disparo lo efectuó «al que me apuntó con un rifle», mientras que el segundo alcanzó «al otro que ya se iba». La Guardia Civil acudió porque el herido se ocultó en el hueco de un árbol y pudo dar aviso a los servicios de emergencias.