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Los manifestantes invadieron a pie la autovía pasado el mediodía y cortaron los dos carriles Pepe Marín
Una jornada negra para la ciudad de Granada, partida por un 'muro' de tractores

Una jornada negra para la ciudad, partida por un 'muro' de tractores

Un «grupo de piquetes» mantuvo el pulso hasta bien entrada la tarde y crispó a los granadinos que se vieron atrapados en la autovía o la ciudad

s. gonzález hueso/laura ubago/ rebeca alcántara/ s. bausán y pilar g-t.

GRANADA

Jueves, 20 de febrero 2020, 01:16

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Nunca una movilización generó tanto caos como causó ayer la tractorada. En total, fueron diez horas de un corte de tráfico generalizado: no se podía recorrer la ciudad de norte a sur (ni a la inversa) ni por el centro, ni por la autovía. Granada se convirtió ayer en una ratonera donde reinó la crispación y se llegaron a vivir momentos de auténtica angustia.

Dos grupos de piquetes reventaron los planes iniciales y pusieron a los conductores contra las cuerdas. El primero se situó en la salida de la autovía por Neptuno y el segundo entre Arabial y Neptuno, boicoteando la vía de escape de emergencia que tenía planeada la Policía Local. Trufando la ciudad de caos se quedaron los tractores que fueron bloqueados por estos grupos de manifestantes que no cumplieron con lo pactado. Desde Doctor Olóriz hasta el final de Recogidas, estos vehículos taponaban el corazón de la ciudad.

A partir de las nueve de la noche la ciudad tomó aire después de haber estado durante la mitad del día sin aliento. Totalmente desangrada por el corte total en sus principales arterias provocado por una movilización que ha sido histórica pero también exasperante. La llegada del último tractor a la salida de Neptuno fue celebrada por todos y cada uno de los granadinos que se vieron afectados, de una manera o de otra, por la manifestación del campo. Con casi siete horas de retraso finalizó la protesta, que a su paso arrasó la movilidad de una ciudad en mayoría de sus ciudadanos se vieron atrapados o afectados durante horas sin que nadie pudiera ayudarles. Se bloqueó la entrada a los hospitales, escolares se quedaron atrapados en colegios ante la impotencia de sus padres o miles de personas no pudieron llegar a tiempo a sus trabajos; tampoco hubo autobuses durante casi toda la jornada. Un caos circulatorio insólito y cuyas consecuencias están aún acotar.

Atrapados

En la autovía las cosas tampoco fueron fáciles. Los coches que entraron a las dos de la tarde, permanecieron atrapados durante horas. Conductores fuera de los coches y momentos de crispación y agobio fueron las escenas más repetidas. Desde las once de la mañana, primero con la movilización pacífica y después con la presión de los piquetes –que no cedían– la ciudad permaneció bloqueada por esta tractorada, que se quedó sin poder deshacerse cuando correspondía.

Tras horas de protesta tranquila, un corte inesperado en la circunvalación –sobre las dos de la tarde– en ambas direcciones dejó ayer encerrados a cientos de personas en sus vehículos durante más de cuatro horas y media. Parte de los agricultores decidieron ocupar la vía ante el desconcierto de las Fuerzas de Seguridad y de los ciudadanos que circulaban a esa hora por la A-44. Con el tráfico cortado, comenzaban a llegar a la rotonda de Neptuno los primeros tractores. Tras varias idas y venidas más de una decena llegaron también a la autovía y pararon a la altura de la salida de Méndez Núñez, con el compromiso de reanudar la marcha a las seis y media de la tarde. Cumplieron. Tras un par de horas de paro, cuando el reloj marcó las 18.30 horas, los motores se encendieron y en apenas cinco minutos los tractores comenzaron a andar y los agricultores que cortaban la vía a pie se desplegaron. Tal y como ya habían anunciado, los piquetes empezaron a retirarse y los tractores a despejar el interior de la ciudad.

La tensión una hora antes de que se deshiciera el tapón era alta. «Tenemos que actuar», dijo el concejal de Movilidad, César Díaz en los momentos en que la ciudad estaba completamente congelada. Para el edil no era concebible que un grupo aislado de piquetes hubiese puesto en jaque la ciudad.

El transporte público tampoco fue una alternativa durante toda la jornada. Los taxis intentaban convencer a los usuarios de no meterse en el caos mientras la información llegaba a cuentagotas por la emisora. A las seis de la tarde, el 90% del servicio de autobuses seguía totalmente paralizado, salvo las líneas que se hacen con microbuses hacía el Albaicín o la Alhambra.

El jefe de la Policía Local, José Manuel Avilés, señaló que este es el «mayor caos que se ha vivido en Granada» e indicó que el origen de la paralización de la ciudad es que no se cumplieron «las condiciones que se pactaron».

Metro

Durante todo el día, la única vía de escape fue el metro, cuyos trenes fueron a tope en las horas punta, no tanto por la mañana como al mediodía, cuando no se podía circular en ninguno de los sentidos de la ciudad. Circuló a veces más lento y amplió la frecuencia un minuto por convoy, pero el Metropolitano funcionó con normalidad a lo largo de toda la jornada. Las anécdotas se produjeron en las máquinas expendedoras de billetes, donde se notaba la inexperiencia de los cientos de granadinos que cogieron ayer el metro por primera vez, según ellos mismos fueron contando.

Los comercios del centro fueron también los grandes sufridores, pues si al principio la manifestación parecía una anécdota y no les estaba afectando tanto, el corte de más de siete horas sí hizo daño a las tiendas que estuvieron prácticamente desérticas.

Sanidad

Los centros de salud y los hospitales de la provincia consiguieron esquivar ayer los efectos de la protesta agraria. La envergadura que la concentración estaba tomando desde primera hora de la mañana logró despertar el temor de profesionales y usuarios ante la posibilidad de que se produjeran retrasos o incidentes. Por ello, algunos ciudadanos se pusieron en contacto con sus centros de salud para comunicar que no podrían acudir a su cita debido a que tenían que trasladarse desde alguno de los pueblos limítrofes de Granada.

«Todos los trabajadores hemos podido venir y las consultas se están llevando sin problemas, pero sí que hemos recibido llamadas de varios pacientes diciendo que no podrían venir», señaló Manuel, trabajador del ambulatorio Salvador Caballero. «Hemos recibido cerca de una decena de llamadas de usuarios para cancelar la cita porque decían que no sabían si podrían venir», contó Palmira, empleada de Traumatología. A pesar de todo ello, la movilización no provocó incidencias reseñables ni en los hospitales ni en los centros de atención primaria, como destacaron desde el SAS.

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