Qué son y qué propiedades tienen las flores amarillas que invaden Granada
Se trata de una especie con un breve ciclo de vida, con pétalos de intenso color amarillo y que se utilizaba antiguamente con fines medicinales
El amarillo tiñe de color la primavera de Granada. Junto a los famosos 'bulanicos' y los primeros calores del año, esta estación trae consigo toda ... una invasión por parte de una planta capaz de crecer en los parajes más yermos de la provincia. Se trata de los jaramagos, una especie que germina al final del invierno poblando descampados y terrenos abandonados, y que es clave para obtener mostaza.
De hecho, mostaza blanca o 'sinapis alba' es el nombre oficial del ejemplar más común que crece en Granada, así como en toda Europa. El término 'jaramago' es una denominación común que abarca distintas plantas de color amarillo, según afirma a IDEAL el director del Jardín Botánico de la Universidad de Granada, Manuel Casares. «Lo correcto es hablar en plural, pues 'un jaramago' no es nada. Los jaramagos son una especie capaz de desarrollarse en tierras poco cuidadas. No necesitan mucha agua, viven su apogeo durante la primavera y se pudren en verano», explica.
El calor asfixiante del estío granadino marca el final de esta planta, cuya semilla queda en la tierra dispuesta a germinar de cara a la próxima primavera. Misma semilla que se recoge para la producción de mostaza. «De ahí su tono amarillo. Los jaramagos salen en Granada en estas fechas, pero también en toda Europa o el norte de África. Hablamos de una especie cuyo origen se remonta a numerosos siglos. Tenemos constancia de su existencia en la época del Imperio Romano. A día de hoy, incluso se siembran en algunos lugares», añade Casares.
Antiguamente, su uso era medicinal para combatir resfriados o contusiones. «Su flor es urticante, algo que se percibe también en el picante de la mostaza. Se empleaba sobre la piel como un cataplasma. Era capaz de reactivar la circulación de la sangre, un factor importante para aliviar el dolor de la zona afectada o reducir el catarro», detalla el director.
Un antídoto antipolución
Entre los beneficios de los jaramagos también hay que destacar su aportación para limpiar el aire de su entorno. «Durante su crecimiento y máxima floración, cada ejemplar absorbe una gran cantidad de dióxido de carbono para convertirlo en materia vegetal que queda bajo tierra. Por lo que en ningún caso puede regresar a la atmósfera», concluye. Casares admite que es la función de todo espécimen vegetal, pero los jaramagos cuentan con una ventaja cuando llega la primavera.
Estas flores amarillas acumulan una cantidad mínima de polen que, además, no se desplaza por el aire. Aquellas personas que padecen alergia no sufrirán las consecuencias de una especie capaz de crecer en tierras yermas, sobrevivir a calimas o 'dar' mostaza. La invasión amarilla ha llegado a Granada.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión