Iznalloz paga el entierro de la vecina transexual que murió atropellada en la A-44
El Ayuntamiento, conocedor de la paupérrima situación económica de la difunta, corrió con los gastos de las exequias «por humanidad».
carlos morán
Sábado, 7 de diciembre 2019, 00:18
Difícil elección: tenía que decidir si dejaba de ser Antonio para presentarse ante sus vecinos de Iznalloz como Toñi. Ninguna de esas dos alternativas ... iba a ser un camino de rosas. Si continuaba siendo Antonio, Toñi seguiría encerrada en un cuerpo que no se correspondía con su verdadero género. Pero si liberaba a Toñi se arriesgaba a ser objeto de murmuraciones y chanzas. Venció Toñi. Le aguardaba una vida complicada y solitaria. Así fue también su dramático final: la madrugada de este pasado jueves, murió arrollada por un coche cuando intentaba cruzar la A-44 a las cinco y media de la mañana.
En su sepelio, en cambio, no estuvo sola. El Ayuntamiento de Iznalloz, conocedor de la paupérrima situación económica de la difunta, corrió con los gastos de las exequias, que tuvieron lugar ayer en el cementerio de la localidad. «Era una cuestión de humanidad. Por eso lo hemos hecho. Era nuestra vecina y merecía un entierro digno», declaró a IDEAL Mariano Lorente, el alcalde de Iznalloz. Una luz al final de una vida accidentada y nada convencional.
El momento más trascendental de la biografía de Toñi fue cuando Antonio desapareció del mapa e Iznalloz (un municipio de los Montes Orientales de poco más de 5.000 habitantes y situado a 40 kilómetros de la capital granadina) ganó una vecina: «A partir de ahora quiero que me llamen Toñi», dicen que dijo.
Toñi, una mujer de etnia gitana, había cruzado una frontera que solo los transexuales saben lo que cuesta atravesar. Ylo había hecho en un pueblo donde todos se conocen y era imposible que pasara desapercibida. No es lo mismo hacer la transición en una ciudad, que siempre es más anónima e impersonal, que en el ámbito rural.
No obstante, un vecino que la conocía pero pide que se preserve su identidad, asegura que Toñi no se arredraba fácilmente. Si hubo alguna burla, ella no se calló y logró la victoria de ser una más.
Nada esto quiere decir que la vida de Toñi fue fácil. Hasta su trágica y traumática muerte en la A-44 durante la madrugada de este pasado jueves, fue una persona en riesgo de exclusión social, lo que traducido al lenguaje que entiende la gente significa que era pobre, muy pobre. Que se sepa, no tenía trabajo y vivía sola.
Por razones que solo ella conocía, decidió dejar el domicilio familiar y se mudó a una vivienda muy humilde de Iznalloz. Y allí residió hasta que, por causas que se desconocen, sufrió un atropello mortal cuando intentaba cruzar la A-44 en un punto cercano a su pueblo. Es un misterio qué hacía en ese punto a una hora tan intempestiva como las cinco y media de la madrugada
Según la información facilitada por la Guardia Civil, nada se puede achacar al conductor del turismo al que el destino involucró en un siniestro espeluznante. No pudo evitar el impacto. Era impensable que una persona se cruzase en su camino en una autovía y en mitad de la noche. Es extremadamente complicado reaccionar ante una situación como esa.
Además, la persona que iba al volante del coche se detuvo para tratar de socorrer a Toñi y avisó a los servicios de emergencia. Los equipos sanitarios poco pudieron hacer por la infortunada Toñi.
La funesta noticia se propagó enseguida. «Muere una mujer al ser atropellada en la A-44 cerca de Iznalloz».
Poco después, trascendía que el cuerpo sin vida era de un hombre. Pero en realidad era una mujer. Se llamaba Toñi.
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