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Diez y veinte de la mañana en la Huerta de San Vicente. Hace fresco. Diecinueve grados. Se agradece la chaqueta. Tres personas aguardan la siguiente visita guiada, programada para las 'y media'. Después de pasar por taquilla -tres euros la entrada de adulto- matan el tiempo haciendo fotos a la residencia de verano de Federico, donde escribió obras tan célebres como 'Bodas de sangre', 'Yerma', 'Llanto por Ignacio Sánchez Mejías' o 'El diván del Tamarit'. La puerta se abre con puntualidad. También se abre el universo lorquiano. El gramófono que lo acompañó en sus muchas horas sentado en el escritorio, el piano de media cola que tocaba en sus ratos libres, el dibujo de Dalí, el de Manuel Ángeles Ortiz, un cuadro de Rafael Alberti... y un calor insoportable. El termohigrómetro situado en una de las paredes del recibidor marca diez grados más que en la calle y menos del treinta por ciento de humedad. Los tres visitantes no pueden disimular que están sudando mucho.
Daños en la huerta de san vicente
Y es que la temperatura en el interior de la Huerta de San Vicente, donde se guarda un legado de enorme valor histórico, artístico y cultural, se ha convertido en noticia este verano. Tanto es así que el Ayuntamiento, propietario del inmueble, tuvo que cerrar la Huerta durante cuarenta y ocho horas porque la gente se desvanecía coincidiendo con los días más fuertes de la canícula. Sí, como lo oyen. La gente se desmayaba. ¿El último incidente? Este mismo domingo. Una señora mayor cayó a plomo. Todo se quedó en un susto.
La situación es muy preocupante. La Huerta de San Vicente es un horno en verano y un frigorífico en invierno, para mayor infortunio de turistas, trabajadores y, en realidad, de todos los granadinos, que observan como se deteriora uno de sus elementos patrimoniales de mayor valor. En el techo del comedor han aparecido grietas. En la sala del piano se aprecian humedades. Arriba, en el dormitorio habilitado como sala de exposición, hay losetas rajadas. Y los quicios de ventanas y puertas están despegados de los maderos, el problema que requiere una solución más urgente para acabar con los desequilibrios térmicos que tanto están afectando a enseres como el propio piano, cuya cubierta ya se está cimbreando como consecuencia de la contracción y la dilatación de la madera.
Más allá de arreglos esporádicos y las obras acometidas hace cuatro años para construir un muro de contención para evitar las humedades, la Huerta de San Vicente sigue siendo eso, un cortijo construido a finales del siglo XIX que, tras pasar a titularidad municipal en 1985 y abrirse al público como casa-museo en 1995, se mantiene tal y como fue concebido. Sin atender que ahí dentro se halla algo tan valiosísimo como el legado de Federico García Lorca. Una finca que se localiza, además, en medio de un parque y al lado de una autovía por la que pasan un promedio de 135.000 vehículos diarios expeliendo humo. Todo ello repercute sobre la 'salud' de la Huerta de San Vicente y de todo lo que alberga en su interior.
La concejala de Cultura del Ayuntamiento de Granada, María de Leyva, no oculta su «tremenda preocupación» por el estado de la Huerta de San Vicente, e incluso pide disculpas porque, transcurrido ya más de un año desde que el PSOE tomó las riendas del Consistorio, las cosas sigan tal cual. «Mi compromiso era haber actuado en el primer trimestre desde que llegué a la concejalía, pero nos encontramos con que no había dinero», reconoce la edil, quien ayer mismo aseguró que la semana que viene se adjudicará la empresa que se encargará de renovar la carpintería. El expediente, que lleva asociado un presupuesto de 30.000 euros, se encuentra ya en contratación. «Mi intención era haber empezado en julio, pero finalmente será en septiembre», explica María de Leyva que, en los años que estuvo en la oposición, siempre situó la reforma de la Huerta de San Vicente como un proyecto prioritario.
Y es que la rehabilitación de este edificio tiene dos grandes condicionantes. El primero ya se ha apuntado unas líneas más arriba. El Ayuntamiento, al borde de la quiebra, no dispone de los 200.000 euros que precisaría esta intervención. Sí ha logrado habilitar una partida de 30.000 euros para los cerramientos. Pero ahora necesita otros 170.000 para la climatización. Urbanismo ya ha realizado el informe y ahora mismo se está estudiando qué equipos habría que instalar. Después vendrá 'sacar' los 170.000 euros. Y el segundo condicionante se llama protección. La Huerta de San Vicente tiene la consideración de Bien de Interés Cultural (BIC), lo que significa básicamente que no se puede hacer nada sin el consentimiento de la Comisión de Patrimonio de la Junta. Las restricciones son enormes. El Ayuntamiento no puede ni clavar una alcayata sin pedir permiso.
Según María de Leyva, la Huerta de San Vicente, a pesar de su relevancia, tampoco cuenta con ninguna asignación ordinaria para su mantenimiento en los Presupuestos Municipales. Es más. Ni un solo euro de los que se recaudan por el acceso de visitantes, unos catorce mil anuales, se destina a este fin. María de Leyva entiende que esta situación debe cambiar y que los fondos que genere la Huerta de San Vicente deben revertir en ella misma.
La reforma de la Huerta de San Vicente nunca ha desaparecido de la agenda política. Pero ahí se quedó la cosa. El PSOE, cuando estaba en la oposición, y Ciudadanos han insistido en la necesidad de que el Ayuntamiento actúe en la casa de verano de los García Lorca, donde hay elementos patrimoniales de enorme valor. Los desmayos que se han producido este verano por las altas temperaturas han reabierto el debate.
La última vez que se intervino en la finca fue en el verano de 2013, cuando se acometieron obras durante tres meses para evitar las humedades. Desde entonces no se ha hecho prácticamente nada. El deterioro va a más.
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