Restaurantes de Granada
El histórico bar El Molino del Realejo busca nuevas manosSu dueño, Paco Molina, falleció repentinamente hace tres meses, dejando en shock a todo el vecindario
Álvaro Garrido
Martes, 29 de agosto 2023, 00:19
El barrio del Realejo sigue llorando la partida de uno de sus más ilustres vecinos, Paco Molina, dueño del bar El Molino. De la noche ... a la mañana, todo el barrio se puso patas arriba con el fallecimiento de 'Paquillo', como lo conocían en el barrio. Con solo 51 años, ha dejado a todo un barrio huérfano, pues llevaba muchísimos años viéndole detrás de la barra, primero en el bar Sota y después en El Molino.
Como cualquier día, Paco acababa de servirle unas cañas a unos clientes extranjeros cuando de repente se desplomó en el suelo. Pasaban las diez de la noche y, al entrar a recoger las tapas, ya no salió más. «Fue una conmoción para todo el barrio», explican distintos vecinos. Ana es una de las personas jóvenes que aún hoy habitan en la zona, junto a su marido y a su niño recién nacido. «Éramos clientes habituales, se le echa mucho de menos». Rápidamente llegaron las asistencias médicas que, sin embargo, no pudieron hacer nada para salvarlo.
Paco cerraba los lunes y solo los lunes. Era cuando aprovechaba para cultivar su otra gran pasión, la pesca. Por eso, cuando los vecinos vieron un miércoles el local, cerrado, se temieron lo peor. Así, rápidamente se corrió la voz del terrible suceso y, de manera completamente improvisada, todo el barrio al enterarse realizó un sentido homenaje a uno de sus miembros más queridos. Los vecinos se personaron en la puerta del establecimiento para acompañar a su mujer, conocida en toda Granada como Mari la del Rossini. Pilar, una vecina del barrio, colocó un ramo de claveles rojos en honor a su figura y durante el día se sucedieron las visitas de gente apesadumbrada que acudió al mítico bar a mostrar sus respetos.
En la frutería de al lado del local, Frutas del Pino, todavía no se acostumbran a la falta de este establecimiento. «De la noche a la mañana nos quedamos sin él». Javier, uno de los dependientes de esta frutería, explica que el barrio ya no es lo mismo ahora que no están. «Se junta el verano con que faltan ellos y hay mucha menos gente». En esa línea comenta otro Paco, en este caso el dueño de la cafetería Los Cordones, de la misma calle. «Tenía una clientela muy fiel en el barrio y además venía mucha gente expresamente a verle». Para la frutería fue un golpe muy sorprendente. «Como tenían la terraza le vi al cerrar media hora antes de lo que pasó. Además, mi compañera se quedaba a tomar una cerveza con su marido todos los sábados que salía de trabajar», relata el frutero.
En un tiempo en el que los apartamentos turísticos copan un barrio histórico de la ciudad, y cada vez son más los nuevos negocios destinados a turistas, por lo que cada vez que se pierde un comercio histórico del barrio es motivo de pena. En la calle Molinos ya prácticamente todos son negocios nuevos. Únicamente la cafetería Paco Cordones y una panadería sobreviven al paso de los tiempos, ahora que el histórico El Molino está disponible para su traspaso por 120.000 euros o a un alquiler de 1.000 euros al mes. «Es un local que tiene que tener gente del barrio», reclaman desde Los Cordones. «Es una pena que haya cada vez menos bares de sus dueños, y El Molino era uno de esos pocos», lamenta Blanca Espigares, otra clienta habitual, de esos visitantes de los que Paco tenía mucho, que llegaban por la comida y se quedaban por él.
Blanca relata para este periódico una historia que refleja perfectamente lo que era 'Paquillo' para sus vecinos: «Todos los días se encargaba de apuntar todas las comandas de la gente mayor de barrio, que ya no podía estar subiendo y bajando las calles del Realejo, y repartía todas a domicilio con su sobrino». Paco, dueño de los Cordones, también explica cómo era. «Un enamorado de la pesca, una persona muy cariñosa que siempre te ayudaba. Siempre ha habido mucho compañerismo en el barrio y él siempre estaba ahí para echar una mano».
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