La historia tras la foto de un niño descalzo llorando en la cuesta del Hospital Real
La imagen es de 1957 y pertenece a la serie documental realizada por la holandesa Lies Wiegman
Un niño llora mientras camina descalzo por la avenida del Hospicio en 1957, a las puertas del Hospital Real de Granada. La fotografía es de ... Lies Wiegman, una afamada fotógrafa holandesa que a finales de la década de los 50 del siglo XX estuvo en Granada para realizar una de sus famosas series costumbristas.
La imagen la compartió Francisco Ariza en su cuenta de X (@granadaoldpics1): «Lies Wiegman, una reconocida fotógrafa holandesa famosa por sus fotografías del París de los años 50 nos deja una muestra de su buen hacer en esta imagen de 1957. Un niño descalzo y llorando en la Avenida del Hospicio junto al Hospital Real en Granada», y ha generado mucha expectación.
Sus documentales (de viaje), en los que niños y animales fueron los principales protagonistas, le llevaron en 1957 a viajar a España, Yugoslavia, Italia y Francia para plasmar la vida, en cierta medida, de todos estos lugares. En Granada dejó instantáneas del Sacromonte y otras, como esta, a las puertas del Hospital Real.
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Lo que se esconde tras ella es complicado de explicar, pues falta contexto para saber las razones que llevaron a este niño a caminar descalzo llorando y solo por la calle. Pero el lugar y la imagen del menor sí pueden atender a la realidad del Hospital Real en aquella época: un espacio que acogía a personas sin hogar, a hombres y mujeres con problemas mentales y a niños huérfanos.
El origen
Explica en un artículo Isabel María Sánchez Andújar, de la Universidad de Sevilla, que tras la conquista de Granada, los Reyes Católicos comenzaron un programa constructivo en la ciudad con el que pretendían transformar la imagen de esta y sus símbolos de poder, a través de distintas edificaciones civiles y religiosas.
Entre ellas, se levantó el Hospital Real. Aunque su fundación data de 1504, el edificio actual es el resultado de una superposición de estilos que reflejan la evolución de la arquitectura desde el siglo XV hasta el siglo XVIII. En su construcción participaron dos figuras de referencia en la historia de la arquitectura: Enrique Egas y Diego de Siloé, así como maestros canteros y carpinteros.
La primera propuesta para recoger a los pobres de la ciudad de Granada se realizó en 1750, cuando el presidente de la Chancillería de Granada entonces, Francisco de Cascajares Castillo, manifestó al marqués de la Ensenada la urgencia de crear un hospicio en la ciudad. Sin embargo, el rey Fernando VI no aprobó este proyecto, sino el presentado tres años después, por Diego Álvarez de Bohorques, capitán del Regimiento de Dragones de Lusitania, quien planteaba agrupar todos los centros asistenciales de Granada en uno solo en el que reunir a pobres, enfermos, niños y prostitutas.
El 13 de marzo de 1753, el presidente de la Chancillería, Manuel Arredondo Carmona, recibió una orden del rey para fundar un hospicio general en el edificio del Hospital Real. En ella se mandaba, además, la unión de todos los centros dedicados a la asistencia social en Granada, ya fueran hospitales del reino, del arzobispado o fundaciones particulares, bajo la administración del hospicio: el Hospital de Niños Expósitos, el Seminario y Escuela General de los Niños y Muchachos, el Colegio y Seminario de Niños de la Misericordia y Doctrina, el Real Colegio de la Concepción de Niñas Huérfanas, la Casa y Beaterio de santa María Egipciaca y los Hospitales de san Lázaro, de Unciados y de Locos.
Así, el Hospicio General de Granada no solo se ocupó de los pobres de la ciudad, también recogía y atendía a los «niños expósitos (recién nacidos abandonados por sus padres), a las mujeres públicas y a los enfermos».
Una vez en el hospicio, a los pobres con incapacidades se les asignaban tareas compatibles con sus impedimentos. Del resto de internos, los adultos debían contribuir al mantenimiento del hospicio; mientras que las mujeres se ocupaban de la lavandería, de organizar el material empleado en las fábricas y de cuidar a los niños menores de 6 años, los hombres eran enviados a pedir limosna, trabajaban en las cocinas o actuaban como maestros en las fábricas.
En cuanto a los niños, se empleaban en las fábricas de la institución desde los 6 a los 14 años, menos el grupo que se seleccionaba para el Seminario de Niños de Misericordia y Doctrina, entre el que no podía haber niños expósitos ni con padres desconocidos. Por su parte, las niñas, por recibían cuidados hasta los 6 años. Entonces eran trasladadas al Seminario de Huérfanas.
El número de niños menores de 15 años aumentó considerablemente a lo largo de los años, tanto que llegaron a constituir casi la mitad de los reclusos del hospicio en la década de los 80 del siglo XVIII. Muchos de estos niños acabaron huyendo del lugar debido, probablemente, a las condiciones en las que se hallaban. Las cifras de las personas acogidas en el hospicio tendieron a disminuir a lo largo del siglo XIX.
El deterioro del siglo XX
Al comenzar el siglo XX el deterioro del Real Hospicio era difícil de solucionar, según se desprende de una publicación de Encarnación Cambil, Guadalupe Romero y Mateo Arias (Universidad de Granada). Seco de Lucena lo describía en 1909 como un «panorama deplorable en el que se mezclaban dementes, casa de huérfanos, casa de expósitos, maternidad y asilo de ancianos».
En paralelo a su funcionamiento fue fraguando la construcción de un nuevo manicomio. La Diputación solicitaría permiso al Ministerio de Gobernación para vender la parte histórica y monumental del Real Hospicio al Ministerio de Educación Nacional, que pensaba instalar en él la Escuela de Bellas Artes. La escritura de venta se firmó en agosto de 1947, pero los enfermos mentales el Real Hospicio permanecieron allí hasta 1955, cuando se finalizó el nuevo edificio, denominado Manicomio Provincial de Nuestra Señora, que en la actualidad es la sede de la Facultad de Bellas Artes.
Para 1950 la situación en la que se encontraba el edificio histórico del Hospital Real era lamentable. A partir de este momento se hicieron numerosas reformas, pero no fue hasta la década de los sesenta cuando se acometió la restauración definitiva por parte de Prieto Moreno. El estado ruinoso del edificio y el peligro de hundimiento de uno de los pabellones obligaron a evacuar a los pocos ancianos que aún permanecían allí.
Así, el viejo edificio del Hospital Real acabó con la función asistencial para la que había sido edificado y, tras años de restauración, se le devolvió su primitiva nobleza. A partir de ese momento comenzó una nueva etapa vinculada a la Universidad de Granada que hoy día se mantiene. En un principio se pensó darle un uso museístico. Finalmente, y a propuesta de la propia institución, se trasladó al crucero alto la biblioteca universitaria, mientras que el crucero bajo fue destina a otras funciones como lugar de exposiciones o actos institucionales. En 1971 pasó a formar parte del patrimonio de la Universidad de Granada y desde los años ochenta es la sede del Rectorado, Servicios Centrales y la Biblioteca General Universitaria.
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