Hija del esparto y Güéjar Sierra
El último espartero de Güéjar Sierra encuentra una aprendiz en una mamá nacida en Uruguay que ha decidido vivir y criar a su hija entre montañas
Hace un mes, Manuel veía complicado el futuro del esparto. «No hay jóvenes a quienes les guste aquí en Güéjar Sierra. No conozco a nadie ... que quiera seguir con el esparto». Manuel aseguraba entonces que estaba dispuesto a compartir sus conocimientos. «No siento que sea una obligación, pero si alguna persona se interesara, echaría los ratillos con ella». Justo como hizo su abuelo. Justo como hace el propio Manuel desde hace un par de semanas, desde que Daniela leyera el reportaje en estas mismas páginas y llamara a su puerta.
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Daniela tiene 42 años, nació en Montevideo, Uruguay, y pasó su infancia en Madrid. «He vivido en muchos sitios. Pero llevo ya tiempo en Granada y Güéjar Sierra es el lugar que he elegido para vivir y criar a mi hija, que tiene nueve meses».
Daniela pasea mucho por Güéjar Sierra, y se había fijado en todas las criaturas de esparto que habitan en la casa de Manuel. «Pensaba que en esa casa vivía alguien que sabe hacer el esparto muy bien. Lo miraba y me gustaba, me llamaba la atención, siempre me han gustado las manualidades».
«Un día, mi chico, Rubén, me comentó que había visto el reportaje sobre Manuel. Justo estábamos hablando de que quería aprender cosas nuevas, artesanía a poder ser. Y me dijo: 'Has visto que hay un espartero en el pueblo que ha salido en el IDEAL?' Y yo dije:'Ya sé donde vive, seguro que es la casa llena de figuritas de esparto'». Dicho y hecho. Daniela, que había decidido ser hija de Güéjar Sierra con su pequeña, se convertía ahora en hija del esparto de la mano de Manuel. Daniela cuenta ahora su primer encuentro con Manuel. «Fui por a su casa. Vi que estaba sentado en la terraza con su esparto. Le llamé y enseguida me dijo que sí que sí, que encantado de enseñarme. Me fui a casa tan contenta. Y hace un par de sábados, el 25 de octubre, me vine. Desde entonces vengo una horilla cada tarde de lunes a jueves a echar el rato con Manuel, Mercedes su mujer y el esparto».
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–¿Manuel, Cómo fue el primer día de clase? ¿Qué se enseña?
–Lo primero fue enseñarle a Daniela a hacer una trenza. Justo los mismos pasos, como me enseñó mi abuelo. Ahora le he puesto una más dificililla y ya la va medio dominando. Y ayer la puse con su misma pleitilla (una trenza) de cinco ramales que la ha hecho ella, y que fuera cosiendo, que se va a hacer su propia cesta, la primera.
–¿Y qué se siente, Daniela?
–Me siento muy afortunada que Manuel sea tan generoso conmigo y que comparta ese saber de toda su vida, que él empezó con ocho añitos. Para mí es muy bonito poder aprender, y no solo el esparto, también me cuenta su infancia, cómo aprendió de su abuelo y me encanta escuchar y aprender de todo eso. Para mí es muy especial y me encanta venir aquí todas las tardes. Lo que pasa es que la niña, con sus nueve mesecillos, me ocupa todo el tiempo. Pero saco un ratillo para venir a casa de Manuel.
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–¿Qué es lo más difícil de enseñar, Manuel?
–Coser y sacarle las formas a los objetos y figuras. Es lo más difícil, porque las trenzas, aunque hay algunas dificíles, son básicas. La primera trenza que ha hecho Daniela está bien, pero no va todo lo recta que debería, pero ya sabe cómo hacerlas. Ahora es practicar.
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–Daniela, ¿como es el primer dia de clase?
–Para mí es muy bonito. No sabía cómo iba a reaccionar Manuel, pero abrió la puerta de su casa y me ha acogido muy bien, Me fui a mi casa tan contenta.
–¿Tienes algo en mente, Daniela, con el esparto?
–Primero quiero aprender de Manuel el oficio hasta el final, hasta que él me diga que ya estoy licenciada. Para mí sería un honor poder mantener vivo este oficio. No puede perderse.
Manuel remata, sin levantar la vista de su trenza de esparto. «Eso es, que no se pierda».
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–Tú escribes un diario, verdad Daniela?
–Sí, sobre todo por la niña, que si le han salido los dientes, ya sabes, esas cosillas del día a día.
Y vuelve la mirada a su trenza de esparto, que también, como el diario que Daniela le escribe a Nora, cuenta una vida. La vida de Manuel y su tradición con el esparto.
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