Las Hermanitas de los Pobres piden galletas, fruta y crema para sus mayores en Granada

Gracias a Dios, a las donaciones fijas de Mercadona y El Corte Inglés y a la solidaridad de las cofradías y de centenares de benefactores particulares, a los 88 mayores en la residencia de las Hermanitas de los Pobres de Granada nunca les falta un buen plato de comida en la mesa, más allá del impagable cariño y los cuidados que reciben por parte de las siete monjas que sacan adelante la residencia, junto a sus cincuenta profesionales.

Pero hay momentos puntuales en los que en la residencia les faltan algunos de los productos que más se consumen, por eso las Hermanitas de los Pobres han hecho un llamamiento para que los granadinos les donen galletas para el desayuno de los mayores, zumos, fruta fresca y crema hidratante. Sor Ana María explica que unos jóvenes voluntarios les hicieron un anuncio de petición de ayuda que está volando por los whatsapp de los granadinos. «Como siempre están respondiendo y nos están llegando donaciones», agradece de corazón Sor Ana María, la directora de la residencia. Las donaciones pueden entregarse en la residencia del Zaidín (calle doctor Félix Rodríguez de la Fuente, 8) y a través de Bizum al teléfono 626 05 25 64.

La historia de las Hermanitas de los Pobres de Granada es la de un milagro diario: siete monjas sacan adelante la residencia sin subvenciones públicas, ni soporte económico de la iglesia, solo con la solidaridad y las donaciones de los granadinos que ellas mismas consiguen.

Cada vez es más complicado sacar adelante una residencia con 50 trabajadores que necesita una financiación de 200.000 euros mensuales. Estas dificultadse económicas, junto a la falta de vocaciones para dar relevo a las siete monjas que llevan la residencia, hizo que a finales del pasado año comunicaran el cierre de la casa en un plazo futuro, como adelantó IDEAL. La idea de las Hermanitas es que la residencia se quede funcionando y, a día de hoy sigue sin haber nada cerrado sobre el futuro de la residencia. La intención de la Congregación es dejar el traspaso perfectamente atado y que pueda seguir funcionando, por eso se han marcado el plazo de entre uno y dos años para la salida de las monjas.

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