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Vista del Albaicín tomada desde la Alhambra en la que aparecen el convento de Zafra y el monasterio de la Concepción. PEPE MARÍN
Permitir que los conventos del Albaicín sean hoteles abre un intenso debate social en Granada

Permitir que los conventos del Albaicín sean hoteles abre un intenso debate social en Granada

La propuesta municipal genera apoyo, rechazo, retos y muchísimos miedos sobre la conservación del patrimonio artístico, histórico y religioso

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Domingo, 16 de diciembre 2018, 00:20

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Los despachos del Área de Urbanismo del Ayuntamiento de Granada pueden preciarse de ver todo tipo de ocurrencias, ideas, proyectos. Esta es la historia de uno de ellos, que va camino de convertirse en 'la guerra de los conventos del Albaicín'. Trata de una disputa que surge con la propuesta municipal de cambiar el uso de los monasterios y conventos deshabitados o infrautilizados o directamente en peligro de extinción. La iniciativa ha generado apoyos de todo tipo y rechazo visceral; pero también retos y muchísimos miedos.

El primer cañonazo de la batalla sonó hace ya unos meses en la sede de la Concejalía de Urbanismo que se encuentra en Gran Capitán en lo que también fue en su día un convento. El antiguo edificio de ladrillo visto, remozado a base de falsos tabiques y mucha espátula con escayola, sigue encerrando recovecos misteriosos y pasillos eternos por donde muchos proyectos desaparecen igual que antes llegaron. Uno de ellos, el protagonista de nuestra historia, llegó a la mesa de Urbanismo de la mano de dos arquitectos -padre e hijo-, de reconocido prestigio de la ciudad.

El proyecto, al primer vistazo, parece tenerlo todo. Se trata de aplicarlo en el Albaicín, barrio declarado Patrimonio de la Humanidad, belleza e historia agrupadas para ser deleitadas. El objetivo es el convento de la Comunidad Cisterciense San Bernardo de Granada, una manzana impresionante en plena carrera del Darro, con varios edificios, iglesia, patrimonio artístico y religioso, una terraza con vistas a la Alhambra y tres monjas octogenarias.

El Consistorio estudia permitir un uso residencial a seis edificios religiosos

El triángulo se remata con la presencia de un empresario de origen chino que quiere convertir con todos los respetos y cautelas el convento de Las Bernardas, como se le conoce popularmente en Granada, en un hotel de cinco estrellas. No es la primera vez que este empresario de origen chino y con negocios en España se ocupa en proyectos de esta guisa, informan en Urbanismo.

Según publicó el diario ABC a lo largo del año pasado, el nuevo hotel de cinco estrellas que se proyecta sobre dos casas insertas entre la Calleja de las Flores y la calle Encarnación -a cinco pasos literales de la Mezquita Catedral de Córdoba-, «anda ya por las consejerías de Turismo y Cultura para pasar los pertinentes exámenes técnicos amén de lo que diga la Gerencia de Urbanismo».

Urbanismo reconoce que los técnicos están divididos a la hora de proteger el patrimonio

Este caso de Córdoba, que empezó hace un año, es un espejo del que ahora ocurre en Granada. La diferencia de tiempo permite comprobar cómo se han sucedido los acontecimientos. Encontramos así que en verano de este año se publica en los medios cordobeses que el proyecto «del singular hotel en la calleja de las Flores y Encarnación se encuentra pendiente de concesión de la licencia». Es decir, que está prácticamente como el primer día.

«Una situación terrible»

De vuelta a Granada, hay que llegar al origen del problema. Las Bernardas, en su página en Internet, se definen como «una comunidad pequeña pero viva, y desearíamos poder ayudarte en tu camino hacia Dios, meta de todo hombre y plenitud de nuestro ser Único capaz de darnos la felicidad auténtica que todos vamos buscando y deseamos encontrar».

Y continúan: «Mediante nuestro trabajo manual atendemos a nuestras necesidades materiales y compartimos nuestros ingresos con los más necesitados». A continuación comparten sus dos fuentes de financiación, la hospedería, donde disponen de siete habitaciones. Dos de ellas dobles y cinco simples: «Todas con servicio incorporado, oratorio, comedor, lugar de reuniones y posibilidad de asistir, junto a la comunidad, a los actos litúrgicos si así lo desean».

Además, «mediante nuestro trabajo manual atendemos a nuestras necesidades materiales y compartimos nuestros ingresos con los más necesitados. Nuestro principal trabajo es la elaboración de dulces intensificada esta labor en Navidad y Semana Santa en que tenemos más demanda dado que nuestros dulces son muy apreciados por la gente que los compra directamente en el torno. También plastificamos estampas, principalmente de Fray Leopoldo de Alpandeire», detallan sus menesteres.

La pregunta ahora es:

-¿Cuántas monjas de clausura habitan hoy en día el convento de Las Bernardas?

-Tres. Y además, todas son octogenarias.

Sin salir de Internet, rápidamente se encuentran nuevas sobre Las Bernardas, y ya el año pasado anunciaron que dejaban Granada. Un comentario de un fiel resume la situación: «Una tragedia. Fui al convento hace apenas dos meses y lo que encontré fue desolador. Unos voluntarios que llevaban la comida a las monjas. Me dijeron que son muy mayores y están incapacitadas. De hecho ya no hacían dulces». Y tampoco funciona la hospedería.

De ahí nace el proyecto de buscar un nuevo uso a un convento que languidece. De ahí la presencia de los dos arquitectos en la Concejalía de Urbanismo y de ahí también el interés del empresario de origen chino. Pero, todos ellos, en una pirueta laberíntica de la genial frase de Don Quijote, la Iglesia ha topado con la Administración.

La versión municipal

A estas alturas, ya sabemos que fueron Las Bernardas quienes llamaron a la puerta de la Concejalía de Urbanismo de la mano de los dos arquitectos y con el respaldo del empresario de origen chino. La cúpula de Urbanismo, presidida por el concejal Miguel Ángel Fernández Madrid y la directora general del área explican a este periódico que «lo que hicimos es tramitar una innovación del Pepri del Plan Albaicín, para adaptarla al contenido de un artículo del PGOU del año 2001. Lo que se trata, de forma muy resumida, es que «se permitir el cambio del uso actual a otro que se define como 'uso residencial singular' y que se cumplan tres premisas. La primera es que sea un equipamiento religioso. La segunda es que esté habitado y la tercera es que esté justificado el cese de la actividad», argumentan.

Urbanismo, entonces, aprueba inicialmente este mecanismo denominado 'innovación' -que permite que el convento sea un hotel-, y lo justifica como «una puesta en valor del patrimonio». La cuestión es que la innovación del Pepri para adaptarla al PGOU la hacen extensiva a todos los conventos y monasterios con monjas de clausura del Albaicín». Se trata de las Bernardas, Las Tomasas, el Convento de Zafra, el de la Concepción, Santa Isabel la Real y San Gregorio Bético. Y se justifican: «La norma no la puedes cambiar porque te interesa a ti nada más. Hay seis conventos de clausura en total en el Albaicín, así que se hace para todos ellos».

Una vez llegados con este punto, la Iglesia se topa con otro gran enemigo. Se trata de la burocracia. «Sí. Hay fase de alegaciones y llegan muchas alegaciones. También se necesita la aprobación de Cultura de la Junta. Y por medio se cruza la LOUA, la Ley de Ordenación Urbanística de Andalucía, del año 2002, posterior al PGOU, que es del 2001, que dicta que si quitas un equipamiento tienes que crear otro equipamiento».

«Es decir, continúan, se puede cambiar un equipamiento religioso por un equipamiento residencial para estudiantes o una residencia de ancianos pero no está nada claro que permita que el convento se convierta en un hotel». «Y esta es, rematan, una postura de los técnicos municipales. Otra visión es la de conservar el patrimonio. Y para ello es necesario que alguien lo explote, respetando el patrimonio. Otra más es que asimilan equipamientos públicos a los privados. Pero otros distinguen entre equipamientos públicos y privados, y aquí cabe la compensación económica».

Quiere decir que «no se sustituye un equipamiento por otro sino por compensación económica al municipio, además de a los dueños. Y está previsto en la Ley qué hacer con esa compensación económica (servicios públicos).

-¿Cuál es la situación ahora?

-Ahora estamos en ese 'impasse' de ver qué hacemos entre tantas posturas. Estamos estudiando las alegaciones, que pueden ser diez, y el informe de Cultura de la Junta sobre nuestra primera propuesta de innovación, que como ya hemos dicho, permitía el cambio de uso del equipamiento a uso residencial singular, que es lo que posibilita a la conversión del convento en un hotel», explican en Urbanismo.

También avanzan que habrá en esta segunda propuesta una versión más conservadora, «que es sustituir un equipamiento por otro, que será residencia de ancianos o de estudiantes. Aquí ya no hay hoteles. Cuando aparece la palabra equipamiento no aparece la palabra hotel. Y esta propuesta de Urbanismo es la que va a tener Cultura de la Junta. Y es contraria a la que hemos probado inicialmente».

Los vecinos se quejan

Los vecinos del Albaicín, parte importante de la trama, se quejan. Javier Fernández García, doctor arquitecto y miembro de la junta directiva de la asociación de vecinos del Albaicín, explica que «aunque la solución que se propone, convertir a la larga los conventos en superinstalaciones hoteleras, presenta escaso valor para la comunidad residente, el problema que se plantea es real y de enorme importancia».

«El destino de los conventos -continúa-, una vez que las congregaciones que los fundaron y ahora los habitan no sean capaces de mantenerlos, es un problema que la ciudad ha de plantearse sin demora». Razona entonces que «se trata de edificios que han de considerarse públicos desde el punto de vista cultural y patrimonial, independientemente de que puedan tener un titular en el Registro de la Propiedad. Son edificios que atesoran un fenomenal legado histórico, que dan identidad a los barrios y han conformado a su gente, lo que hace que tengamos que afinar nuestro entendimiento y agudizar nuestro ingenio para establecer una estrategia en el tiempo que garantice su salvaguardia».

Y termina: «Posiblemente, la solución más inmediata no resultará la más eficaz», pero «ha llegado el momento en que hemos entendido el potencial destructor del fenómeno del turismo masivo que desconocíamos. En 2018 se lo plantean todas las ciudades turísticamente exitosas; conscientes de que las impele irremediablemente hacia desiertos monotemáticos, banales, homogéneos e iguales. Invivibles para los residentes habituales».

Las heridas de las guerras

Son las heridas de las guerras. Las cicatrices que generan un debate sobre cómo conservar edificios históricos que datan del siglo XVI y que, fruto de una época, buscan su utilidad. Mientras cicatrizan, sor María José, la madre superiora de Las Bernardas, responde a las preguntas de este periódico a través del torno de su convento, ya que son monjas de clausura: «Todo esto son cosas que no sabemos cuándo se podrán realizarse. Están muy en ciernes todavía. Muy en mantillas todavía. Estamos, no sé, planteándonos el asunto. Pero no hay nada definitivo y no hay nada realizado ni nada de nada. Entonces yo creo que no es momento de lanzar -se interrumpe porque le hace gracia su propio expresión-, campanas al vuelo. Es una cosa muy incipente», insiste.

-Hay preocupación en Granada con el futuro del convento, por su valor patrimonial y por sus tesoros artísticos. ¿Qué va a pasar?

-Las cosas llegarán a su debido tiempo, pero no hay que adelantar acontecimientos. Porque es así como son las cosas. Primero es la comunidad».

La preocupación que recorre Granada por el futuro del convento de Las Bernardas tiene su base. No es especulación. Un calco de la situación está ocurriendo en Salamanca. El periódico El Norte de Castilla ya publicó hace un par de años que «la crisis que desde hace décadas azota a las congregaciones religiosas de clausura se cobra una nueva víctima en Salamanca. El convento de las Madres Bernardas, situado en el Camino de las Aguas, se ha quedado oficialmente vacío. Era el final previsible de una historia que se venía anunciando tiempo atrás, con nulo relevo generacional y una avanzadísima edad de sus integrantes».

Y de su desaparición, el problema que se creó en la ciudad charra: «Ahí se ha mantenido la vida de clausura de la comunidad, muy mermada en los últimos años, y allí también se trasladó en 1959 la sede de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús del Perdón, ya que su imagen titular, el crucificado de Bernardo Pérez de Robles, es propiedad de las religiosas».

«Precisamente, continúa el periódico, la situación creada por el cierre del convento ha generado bastante inquietud en el seno de la Hermandad, que sin embargo ha garantizado que la próxima Semana Santa la imagen del Cristo del Perdón volverá a salir a la calle y en principio lo hará también desde el propio convento de las Bernardas, aunque ya no residan las religiosas».

¿Cuáles han sido las soluciones? Todo comenzó con un análisis de la situación jurídica de la talla, «que es complicada, ya que todos los acuerdos con la Hermandad son verbales y no hay ninguna obligación ni compromiso vinculante por parte de la orden cisterciense de ceder la imagen del crucificado para la salida procesional de la tarde del Domingo de Ramos».

«Fuentes consultadas, añade el rotativo, han señalado sin embargo que el alto valor de la talla realizada en el siglo XVII llevó a la Junta de Castilla y León a incluirla en el catálogo de bienes culturales, por lo que en principio en ningún caso la orden podría sacar la pieza a otro convento que no estuviera en la comunidad».

-Y ahora: ¿Qué guardan las paredes del convento de Las Bernardas?

Un tesoro artístico incuestionable. Por resumir, la portada de la iglesia es sencilla, de piedra de Sierra Elvira y con una imagen de la Virgen en su interior. El edificio actual del siglo XIX es obra de Juan Puchol y lo ejecutó José Contreras. La iglesia se compone de Coro Bajo, Alto , Capilla Mayor cubierta por una cúpula semiesférica, y sacristía. A ambos lados del templo cinco altares rematados por pinturas de motivos religiosos.

El Altar de San Miguel cuenta con imagen barroca del siglo XVII, representa al arcángel Miguel derrotando al demonio. El siguiente altar la imagen del Sagrado Corazón de Jesús. Enfrente el altar de la Virgen con el niño, una imagen que seguramente proviene del convento de Belén. A continuación la imagen del Nazareno de Pedro de Mena, del siglo XVI. Y junto al altar San José con el Niño, talla del siglo XVIII de escuela granadina. En la capilla mayor, destacan las imágenes de San Bernardo y San Benito de Pedro de Mena donadas por este autor al convento, y en el centro la Virgen atribuida a Diego de Mora. Se comenta que puede ser la Virgen que donó San Juan de la Cruz a las Madres Potencianas. Si observamos de cerca la talla, podemos ver que tiene grabado el escudo carmelita.

Se puede destacar de igual forma el altar, con varios símbolos religiosos y litúrgicos, y que nos evocan al os que podemos encontrar en la Iglesia de San Idelfonso o la Cartuja. El resto de elementos de interés dentro de la Iglesia son pinturas de la Virgen y el Niño, o la aparición de la Virgen a San Bernardo. Igualmente destacable es su órgano construido en el año 1835 por Miguel González Aurioles.

«Que se quede en Granada»

Ahora tercia el senador del PP Luis González, doctor en Historia Contemporánea, una voz autorizada y comprometida que zanja el tema con una frase contundente: «Lo que está en Granada se tiene que quedar en Granada», afirma ante la mínima posibilidad que salga fuera de la ciudad los tesoros religiosos que se guardan en Las Bernardas.

«Hay que hacer lo que sea -dentro de los límites, normas, leyes y demás-, para que Granada no pierda ni un ápice ni de su patrimonio ni de su historia. Hay que protegerlo». Añade el senador del PP que «sabemos que es una situación muy pero que muy complicada, pero también conocemos fórmulas para llegar a acuerdos que sirvan para proteger el patrimonio y que además quede en buenas manos para ser conservado». Se refiere el senador a dos casos claros, el Parador Nacional de San Francisco en la Alhambra y el hotel de cinco estrellas Convento de Santa Paula, en la Gran Vía, «que deben servir de guía para casos similares como este que ahora nos afecta de Las Bernardas».

Santa Isabel la Real

Recién reconquistada Granada, la reina Isabel la Católica procuró un buen convento para las religiosas. En los albores del siglo XVI (1504), el convento de Santa Isabel la Real abría sus puertas a las cientos de vocaciones que pululaban en la época. Hoy en día, cinco siglos después, 22 monjas guardan clausura intramuros del convento, prácticamente, la mitad de las madres que hay repartidas por los seis conventos de clausura del Albaicín, que según diversas fuentes consultadas, apenas llegan al medio centenar. Unas cincuenta monjas que se reparten casi el quince por ciento de los edificios levantados en el barrio Patrimonio de la Humanidad.

Fidel, abogado de las religiosas de Santa Isabel la Real, quiere transmitir en primer lugar que «hay mucha confusión, porque junto al convento hay un hotel que luce el mismo nombre, Santa Isabel la Real, y mucha gente se piensa que es el convento y que se ha transformado en un establecimiento turístico. Y no, el convento con sus madres sigue donde siempre como hace más de cinco siglos», explica.

Añade que el convento, aunque no es «como en otros tiempos», está «perfectamente cuidado por las religiosas» y que la media de edad de las 22 monjas «es de unos 45 años», con lo que no hay riesgo de momento de que se cumplan las condiciones de que quede deshabitado para que pueda convertirse en un hotel.

Además, añade Fidel, hay una novicia que está apunto de tomar los hábitos. Es una joven de Granada», relata en un evidente guiño al futuro.

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