La guardia civil granadina María Contreras: «He salvado la vida a víctimas de la violencia de género y es un orgullo»
María Contreras está especializada en la lucha contra la violencia de género | Granadina de Campotéjar, pero destinada en Castellón, ha publicado 'Yo no seré la próxima', un libro sobre sus vivencias en la lucha contra el maltrato machista
Carlos Morán
Granada
Domingo, 23 de febrero 2020, 00:50
«Llegué a casa y dije ya estoy aquí; me dio una bofetada como la que le dieron al Señor, no supe por dónde había ... venido aquello, di un chillido porque creí que me había roto la cara. Se levantó mi hijo y le preguntó que por qué me había pegado y le dio una guantada, dijo que yo no valía un duro, así durante 40 años». La granadina Ana Orantes contó la historia de su convivencia con el demonio en un programa de Canal Sur Televisión el 4 de diciembre de 1997. Trece días después, su exmarido, José Parejo, la quemó viva en el patio de su domicilio de Cúllar Vega.
Su espeluznante asesinato causó un terremoto social y el Estado se revolvió con la fuerza de la ley contra la violencia machista.
Por aquel entonces, María Contreras (Campotéjar, Granada, 1971) ya era guardia civil y el mazazo que supuso la muerte de Ana Orantes la animó a especializarse en la protección de las mujeres maltratadas. Diez años después de adoptar esa decisión, sabe que ha salvado vidas y es incapaz de imaginar una recompensa mayor.
Recientemente publicó 'Yo no seré la próxima', un libro en el que narra sus experiencias en la lucha por prevenir y evitar los feminicidios.
–¿Por qué se hizo guardia civil?
–Desde bien pequeña le decía a mi padre que quería ser militar y él me respondía que no había 'mili' (el extinto servicio militar obligatorio) para las mujeres. No tenía familiares directos que fueran guardias civiles, pero me gustaba mucho el mundo militar. Con 18 años, se lo planteé a mi padre y me dijo que no, que ese no era un mundo para mujeres. Pero ya con los veinte le dije que iba a decir lo que quería y aprobé a la primera.
–¿Le costó integrarse en un cuerpo eminentemente masculino?
–En mi promoción, las mujeres éramos 200 de 5.500. Sí que costaba integrarse porque muchos cuarteles todavía no estaban preparados para mujeres, muchos compañeros eran reacios a salir a patrullar con mujeres... Y los paisanos pues también se quedaban un poco, en fin... Sobre todo, había gente mayor que iba a los cuarteles y era como si no te vieran. Se te quedaban mirando y decían: «¿De verdad son guardias?» Pero, bueno, en cuestión de diez años esto ha ido evolucionando y se asimila más que las mujeres podemos llegar.
–¿Por qué decidió dedicarse a la violencia de género?
–Fue cuando me destinaron a Onda, en Castellón. Estoy allí desde el 2006 y entonces acababa de nacer la Ley de Violencia de Género (entró en vigor en enero de 2005). Había que adaptarse a los tiempos y las circunstancias y necesitaban a alguien para llevar ese tema. Y yo me ofrecí. Además, todo esto se debió a una paisana nuestra, a Ana Orantes.
–¿Le influyó el terrible caso de Ana Orantes?
–Sí que me influyó, sí. No podía ser que quemasen viva a una mujer por decir en televisión que su marido le pegaba y que no se hiciera nada. Vi que era un problema que iba ir agrandándose con el tiempo y que iba a necesitar mucho tiempo y mucha dedicación. Es que el otro día se cargaron a otra mujer en Caniles y luego a otra en el Zaidín...
–¿Cuál era su función cuando empezó a trabajar con las víctimas del machismo?
–Empezamos desde cero. Había que ir implantado el Sistema de Seguimiento Integral en los Casos de Violencia de Género, Viogén, y había mucho papel. Poco a poco, se ha ido automatizando y se ha ido avanzando en coordinación entre varios sistemas. Por ejemplo, si una víctima se mueve de un pueblo a otro hay que tener conocimiento de ello. En fin, que, como todos los principios, fue un poco farragoso, pero la verdad es que hoy en día funciona muy bien.
–¿Hay suficientes efectivos de las fuerzas de seguridad para proteger a las mujeres que están amenazadas?
–No hay suficientes agentes ni para proteger a las mujeres que están amenazadas ni para la seguridad ciudadana, etc. Faltan efectivos en todos los aspectos. Por problemas de 'empresa', como digo yo, no entra gente nueva. Falta gente.
–¿Ha salvado vidas de mujeres?
–Sí, sí tengo constancia de haber salvado vidas de víctimas de violencia de género. Y también de haberlas salvado psicológicamente. Cuando me encuentro con ellas por la calle, me dan las gracias.
–¿Han salido adelante?
–La mayoría de las que yo he tratado, sí. A algunas no he podido convencerlas y han vuelto con él para darles una segunda oportunidad, pero un alto porcentaje de ellas salieron de ese pozo.
–Porque se puede salir...
–Claro que se puede salir. Hace falta un buen asesoramiento y que se impliquen varios organismos, porque esto no depende solo de la Guardia Civil.
–¿Qué se siente cuando se salva la vida de una mujer?
–Eso que se dice de la satisfacción del deber cumplido se queda corto. Es un gozo inexplicable. Se siente mucho orgullo, un orgullo más personal que profesional.
–¿Por qué quiso exponer su experiencia en un libro?
–Siempre me ha gustado mucho leer y escribir. Esto salió porque una amiga tenía la necesidad moral de escribir sobre unos abusos que sufrió por parte de su padre y me dijo que escribiera sobre las víctimas de la violencia de género, que con que salvase a una sola mujer estaría más que justificado el libro. Y lo hice.
–En el libro hay cinco historias de víctimas, ¿cuál fue el criterio para seleccionarlas, qué tenían de especial?
–Quería abordar todo tipo de casos, desde las mujeres que no denuncian, hasta hacer hincapié en las víctimas menores de edad y cómo las redes sociales les influyen para que sean sumisas con sus parejas. También quería dar visibilidad a las personas mayores, que también les cuesta más denunciar. O a las que no denuncian porque tienen un estatus social digamos más alto... Cuesta más trabajo que las mujeres con un estatus alto se identifiquen como víctimas.
–¿Ha conocido personalmente a mujeres guardias civiles que han sufrido violencia machista?
–Personalmente no conozco a ninguna. Alguna he visto que hay en prensa, en televisión o en Internet, pero yo no he tenido ningún caso.
–¿Cuál es el principal signo de alerta para saber que se está ante un maltratador?
–La dependencia emocional y el aislamiento al que someten a las víctimas. Cuando un chico comienza a decir a su novia que no vaya con sus amigas o que no se ponga una minifalda, alarma. Ahí el gigante ya ha comenzado a devorar a la víctima.
¬¿Ha tenido que hacer uso de su arma reglamentaria alguna vez?
¬–No, gracias a Dios.
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