Paquita Guerrero, el día que cumplió cien años. IDEAL

La granadina centenaria para quien la covid-19 ha sido un episodio sin importancia

Paquita Guerrero ha superado la enfermedad sin síntomas en la residencia de El Refugio de Granada, una prueba más de su fortaleza vital

Camilo Álvarez

Granada

Miércoles, 27 de enero 2021, 02:23

Cien años dan para mucho. Para acumular recuerdos, vivencias, éxitos, fracasos, sinsabores, golpes duros y momentos gratificantes que nunca se irán. Francisca Guerrero, Paquita, puede ... decir orgullosa que ha cumplido cien años de una vida feliz. Lo hace desde la residencia El Refugio de Granada capital. Ella no es de Macondo, es de Güéjar Sierra, ni su familia se apellida Buendía ni tampoco ha vivido estos 100 años en soledad. Todo lo contrario.

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Paquita ha cumplido en 2020 su centenario después de haber acumulado un nuevo episodio en su largo historial de vivencias. El coronavirus, ese ser microscópico que ha castigado al mundo entero y lo ha condicionado para siempre, también se ha pasado por su residencia y ha entrado en su cuerpo. Eso al menos es lo que dijeron en sus día los test que se le realizaron, pues ella se negó a ofrecer síntomas al respecto. Los anticuperpos le acompañan desde entonces para protegerla. También la vacuna, de la que ya ha recibido la primera dosis.

En el Refugio, esta pandemia, que nos ha encerrado durante un par de meses en casa, nos ha limitado la movilidad, ha cerrado nuestros bares y tiendas y nos obliga a salir a la calle con el cubrebocas como en las películas, se ha dejado notar de una manera mucho más leve que en otras residencias de la provincia. Apenas unos cuantos casos, muchos de ellos, como el de Paquita, asintomáticos, y solo dos muertes, cifra triste pero muy inferior a las de otros centros de mayores. Encarnita Martínez, directora de El Refugio, apunta que desde que comenzó la pandemia han mantenido una limpieza extrema, que ya se aplicaba antes de la llegada del coronavirus y se reforzó ante su amenaza. Una doctora del centro de salud de Góngora ha visitado cada día el centro para controlar a las pacientes. También se han extremado las precauciones en la cocina y se ha mantenido un escrupuloso tratamiento de la comida para evitar contagios. La ventilación ha entrado a formar parte del protocolo diario para permitir que el aire circule y no se vicie con elementos indeseados.

Residencia El Refugio, situada en el callejón del Pretorio, en Granada capital RAMÓN L. PÉREZ

Las visitas se restringieron desde el momento en que se empezó a tener conciencia de que la situación era grave. Las entradas y salidas de gente del exterior son contadas. «Durante la primera ola no nos enteramos. Solo el personal del centro podía acceder desde el exterior». Durante la segunda ola y esta tercera ya en marcha han aparecido algunos casos. La directora de la residencia entiende que el virus ha podido penetrar camuflado entre algunos residentes que, por motivos de fuerza mayor, han tenido que visitar el hospital. Algún enfermo presentó síntomas al bajar su saturación -el nivel de oxígeno en sangre-, pero hubo «suficientes concentradores de oxígeno para atender a los pacientes», cuentan desde el centro. Tan solo tres enfermos tuvieron que ser ingresados en el hospital al complicarse su cuadro con una neumonía.

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Una vida dedicada a su pueblo

Paquita Guerrero (1920) nació, creció y vivió la mayor parte de su vida en su pueblo, Güejar Sierra. En la casa en la que nació se crió, se casó y vivió con su marido hasta que este falleció y se trasladó a Granada capital. Perdió muy pronto a su padre, a los siete años, y se crió con su abuela, su madre y sus cuatro hermanas.

En la casa tenían animales que les abastecían y un pequeño ultramarinos en el pueblo. Durante la guerra, contaba ella, perdieron parte del ganado, que les fue arrebatado, y la tienda se fue apagando. La abuela de Paquita, una mujer de mucho carácter, asumió las riendas de la familia para sacarla adelante. Sus hermanas fueron abandonando el hogar familiar pero ella se quedó allí a vivir. Incluso cuando se casó, aquella casa que hoy día sigue en pie y en manos de la familia fue su hogar. Su marido, apodado 'El Francés' por haber pasado un tiempo en el país vecino tras la Guerra Civil, regresó al pueblo después de un tiempo en Francia y se acabaron casando. Ambos superaban la treintena, una edad muy avanzada para la época.

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En la residencia de El Refugio apenas han sufrido casos por culpa de la Covid gracias, en parte, a un protocolo de seguridad exhaustivo

«Era guapísima, de una familia muy reconocida de Güéjar, y él también», cuenta Loli, su nuera. Tuvieron un único hijo, Pedro.Paquita puede decir orgullosa que ha tenido una vida feliz, a pesar que ha habido capítulos que han puesto a prueba su fortaleza. En el año 2000 sufrió un ictus. Lo superó, como todos aquellos escollos que han aparecido en su vida. Poco tiempo después perdió a su marido, un golpe mucha más duro. Entonces decidió que dejaba el pueblo para irse a vivir a una residencia a Granada capital, cerca de su hijo.

Feliz en su residencia

Lo tenía claro desde hacía mucho tiempo. Ella quería un lugar para pasar sus últimos años como El Refugio. Su deseo era estar cerca de su hijo y de sus nietos, Pedro y María Isabel. Eligieron El Refugio porque se adecuaba a su forma de vivir y por la cercanía de si familia. «Desde el primer día encajó a la perfección», apunta Loli. Algo que corroboran en la residencia de ancianas. No ha vuelto a Güéjar por iniciativa propia.

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Francisca Guerrero hace unos años IDEAL

Desde el primer día que entró encajó a la perfección. «Cuando entró era una persona muy sociable, muy activa, colaboraba en todo, muy alegre. Las trabajadoras del centro cuentan que en la residencia era feliz. Tenía una chispa tremenda. Hacía reír a todo el mundo», repasa la directora de El Refugio, Encarnita Martínez.

En el año 2014 sufrió el golpe más duro de su vida cuando falleció su único hijo. En los últimos cuatro años la demencia ha hecho acto de presencia, pero a pesar de que «ya no se da mucha cuenta», sigue ofreciendo destellos. «El otro día, cuando le dimos su regalo de Reyes, fue consciente y puso una cara de felicidad tremenda, una satisfacción muy grande para nosotros saber que ha estado feliz aquí», explican desde la residencia.

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Su nuera Loli, sus nietos Pedro y María Isabel, y sus bisnietos 'Pedrillo' y Luis, pueden contar orgullosos que la abuela Paquita ha llegado a los 100 años y ni el coronavirus ha sido capaz de arrebatarle la sonrisa.

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