«Granada va a despegar en los próximos años, pero tiene que creer en sus posibilidades»
Javier González de Lara. Presidente de la Confederación de empresarios de andalucía ·
«El viento sopla a favor de la provincia, que ha diversificado su tejido con las ciencias de la salud. Pero hay que aprovecharlo ya y no perder ni un minuto más», asegura el representante de los empresarios andaluces, que considera «imprescindible» el tren a Motril y aboga por una ampliación de la estación de Sierra NevadaElena de Miguel
Domingo, 14 de febrero 2021, 03:13
Es invierno y, en consonancia, el mar aparece más movido en sus cuadros. «Pero intento que tenga placidez, un ánimo sosegado». Sin pretenderlo, este pintor ... de marinas y puertos en sus ratos libres se describe a sí mismo. Mediador profesional y negociador hasta la extenuación, incluso en lo más crudo del diálogo social, cuando invertía madrugadas en cerrar acuerdos con un sector turístico aguerrido como el de la Costa del Sol, Javier González de Lara (Málaga, 1963) siempre ha exhibido un carácter templado y amable. Pero no se engañen, el actual presidente de la patronal andaluza y vicepresidente de la CEOE no esquiva charcos ni recurre a mensajes tibios. Justo lo contrario.
–Le alaban siempre su talante dialogante y conciliador, ¿acordamos dar por perdido 2021?
–Ni mucho menos. Aquí no se rinde nadie. Vamos a tener un segundo semestre mejor de lo que esperamos. Lo digo con ilusión no con falta de realismo. Otra cuestión es que el ritmo de crecimiento del PIB sea el esperado, pero cuando universalicemos la vacunación creo que cambiarán el decorado y los ánimos.
–¿La vacuna lo revertirá todo o la crisis está en modo pausa y el tsunami es inevitable?
–El futuro está por escribir, tenemos que movernos sobre estimaciones ciertas hoy. Si la crisis dura con esta intensidad todo 2021, la viabilidad de nuestras empresas está en riesgo. Pero esto va por barrios y es asimétrico. El sector tecnológico va como un cañón; el agroalimentario o la exportación están creciendo. Si hablamos del turismo y del comercio es dramático, la recuperación será en 2023; en el sector aeronáutico, incluso en 2024. No todos los sectores se van a manejar de misma manera.
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–Cuando escucha a empresarios granadinos, ¿qué le dicen?; ¿de qué se le quejan?
–Quieren que Granada esté en el lugar que le corresponde, en Andalucía y en España. Granada tiene que asumir retos para convertirse en lo que es, una provincia líder con potencialidades enormes. Hace falta que esté más convencida de sus posibilidades.
–¿Considera que no lo está?
–Tiene condiciones únicas y retos muy grandes y hay que tener decisión para asumirlos. Ha tenido que luchar contracorriente, igual que otras provincias. Fíjese en Almería, que ha generado su propio modelo en un sector agroalimentario sin agua y en el olvido más absoluto. Creo que Granada va a despegar en los próximos años, pero tiene que apostar y creer en sus posibilidades y en su propio modelo.
–¿Quiénes deben crear ese modelo?
–Lo tienen que liderar los responsables políticos con los agentes económicos y sociales. Marcar una hoja de ruta, una estrategia común que permita tejer los retos a los que se enfrenta la provincia en infraestructuras, en educación, en sanidad, en todos los ámbitos. El futuro es construir la realidad de una Granada del siglo XXI donde el sector público y el privado vayan cogidos de la mano.
«El tren a Motril es imprescindible. La realidad es que no se ha tenido la perseverancia para seguir exigiéndolo»
–¿Ve un sector empresarial potente en Granada con capacidad para vislumbrar ese modelo?
–Hay empresas muy destacadas y gran potencial. Insisto, lo que hay es que creer en las posibilidades y sentarse; romper cierta inercia a la melancolía, de que las cosas no tienen solución. ¡Claro que tienen solución! El sector público, a veces, fagocita los espacios de la sociedad civil; los proyectos transformadores los acapara una administración y se convierten en algo político, institucional o administrativo. Granada y sus ciudadanos tienen una fuerza enorme. A la sociedad civil hay que darle su protagonismo y el sector privado también crea un clima de opinión... Al final, si se va de la mano, se logra. Mire el AVE a Granada.
–Tras 17 años, aún estamos hablando de las canalizaciones de la presa de Rules. A estas alturas, la declaración de impacto ambiental ha parecido un logro. ¿Entiende los motivos para sentir agravio con otras provincias?
–Hay argumentos para estar disgustados y, sobre todo, decepcionados. Lo de Rules clama al cielo, es una situación proclive a generar esa visión del agravio comparativo, pero con más dolor le diré que no es un problema exclusivo de Granada. Es la falta de misión política y administrativa de la gestión del agua y del saneamiento. Quizá lo de Rules sea un caso paradigmático. ¡17 años! Pero váyase a Almería o a Málaga… Hay un problema estructural que es la desidia de los distintos gobiernos en política hidrológica. Tenemos déficits ancestrales.
–Puerto y UGR han desarrollado un proyecto del tren a Motril. La idea brotó ya por el siglo XIX, ¿por fin le ha llegado la hora?
–Es que es imprescindible. Esa conexión ferroviaria es factible porque lleva una sinergia económica enorme para la provincia y, además, es viable desde el punto de vista técnico. El estudio de la Universidad abandona además ese criterio mítico de que la orografía es muy difícil. Hace falta que al final nos unamos todos para que un proyecto de esta naturaleza no se olvide. No son proyectos fáciles porque requieren tiempo; es llamativo que ya lo reclamaran en el siglo XIX, pero la realidad es que no se ha tenido la perseverancia para seguir exigiéndolo. Por eso, la sociedad civil tiene que armarse y presionar para que los responsables políticos tomen decisiones.
–¿El puerto de Motril está infrautilizado?
–Sí, es un puerto que puede jugar un papel importantísimo por su ubicación privilegiada. Habría que mejorar sus propios servicios; crear un ecosistema para que la industria agroalimentaria se abra a ese puerto y viceversa. Hay que tener una hoja de ruta y generar sinergias con el entorno. Es importante que el puerto de Motril se abra al puerto de Málaga, a Almería… Hay complementariedad. Cada uno no puede hacer la guerra por su cuenta.
«Sierra Nevada tiene que crecer y no hipotecar su futuro por una cuestión de resignación»
«También la puede explotar una empresa privada, no tiene que ser siempre Cetursa»
–Asistimos a una batalla de 'lobbies' de corredores ferroviarios: mediterráneo versus central. ¿Se decanta por alguno?
–Son totalmente compatibles. Como presidente de la CEA debo tener una visión integradora de Andalucía y son complementarios porque vertebran mejor la comunidad. El tramo imprescindible es el Algeciras-Bobadilla porque es el común para ambos. Tenemos que unirnos para que eso se haga y, una vez esté, el central tendrá su salida natural vía Córdoba y también se podrá dar un impulso al mediterráneo. La Costa andaluza se merece esa conexión: Granada, Almería y Málaga la necesitan. El gran error es el debate de enfrentar ambos corredores, da la impresión de que es intencionado. Si no quiero hacer nada, lo mejor es dividir y no se hace.
–Granada no oculta su temor a quedarse descolgada del corredor mediterráneo, al ser el único tramo que no tiene estudio.
–Nos jugamos muchísimo, ese corredor tiene que conectar a Granada. Hay mucha promesa inconclusa. Los tramos están en redacción o en proyecto, pero en ejecución hay muy pocos. Y el gran riesgo es que alguien en el despacho de algún ministerio piense que el corredor mediterráneo termina en la Comunidad Valenciana y eso es un error. Termina en Algeciras, porque Europa comienza en Algeciras. A partir de ahí, hay que vertebrar todas las provincias y Granada no debe quedar descolgada.
–El Ayuntamiento de Málaga capital ha presentado 67 proyectos a la Junta para los fondos europeos de recuperación, el de Granada capital, ninguno, a la espera de mayor concreción. ¿Algunos van demasiado deprisa o es que otros son moderados en exceso?
–Hay que ponerse la pilas, en general, sin que eso quiera decir que por presentar más proyectos vayas a tener más éxito. Hay que reconocer que las reglas del juego están por delimitar, falta el desarrollo reglamentario. Granada debe inventariar cuáles son los proyectos estratégicos y hacer presión para que se conozcan a la mayor brevedad. Pero más que una competición deben ser proyectos sólidos y solventes y que se estructuren en base a la iniciativa público-privada. Esto no va a ser otro Plan E de Zapatero. La UE va a poner condiciones sobre cómo colaboran las empresas y el sector privado en la ejecución para que sean proyectos rentables, viables y tengan un efecto multiplicador.
–¿Echa en falta un modelo turístico en Granada más allá de la Alhambra y Sierra Nevada?
–Falta quizá un debate interno más profundo con los agentes económicos y sociales para ver qué es perfeccionable. Es difícil mejorar la fisonomía de Granada. Quizá lo que necesite es una mejor política de alianzas. Necesita abrirse al resto de provincias andaluzas y a una en concreto: a Málaga, a la Costa del Sol. Debe tener estrategias con el tercer aeropuerto peninsular. Por mucho cariño que le tengamos al aeropuerto de Granada, no va a cubrir lo que se necesita. Es que el de Málaga son 23 millones de pasajeros; puedes generar sinergias, flujos con compañías aéreas... Las dos diputaciones –Granada y Málaga– pueden crear estrategias comunes para flujos de visitantes. Hace falta una política de abrirse a otras zonas consolidadas. A Málaga también le interesa muchísimo ofrecer una Sierra que es única. A veces, falta esa perspectiva general de que el turismo necesita complementariedad. Imagine tener el mar, el golf y Sierra Nevada a menos de una hora. Siempre se habla pero no se estructura.
–¿Hay que ampliar la estación de esquí de Sierra Nevada?
–Todo lo que sea económicamente rentable y medioambientalmente sostenible debe crecer. Granada necesita que crezca su estación de esquí. No sé ese temor que existe a ampliar espacios que pueden ser más productivos. Eso no quiere decir hacer ningún desarrollo indeseado. Hay que ejercer también presión, creer en ese proyecto y no resignarse. Granada no puede pensar que va a sostenerse con esa Sierra, con esa estación, con esas limitaciones y con esos 40 millones de facturación toda la vida. Así no se crece. Hay que planificar, innovar, presionar mucho institucionalmente, que tenga su acceso independiente como el teleférico u otro... Hay mil fórmulas. Una estación de esquí, por ejemplo, también la puede explotar una empresa privada y no tiene que ser siempre Cetursa. Hay fondos de inversión, hay capital, echémosle imaginación. Es una sugerencia. Granada tiene que seguir creciendo y no puede hipotecar su futuro por una cuestión de resignación. La estación tiene un enorme futuro, pero hay que ir diseñándola para los próximos años.
«La UGR puede ser una punta de lanza. Otro de sus retos es ser líder social y motor económico»
–¿Qué le falta al Parque Tecnológico de la Salud para convertirse en un caso de éxito?
–Creo que ya lo es. Lo único que hace falta es que sea referente. Hay un campo inmenso para la instalación de empresas del ámbito científico y tecnológico, que pondría a Granada a la cabeza de la innovación en España y en Europa. El acelerador de partículas es un un proyecto de enorme envergadura que hay que impulsar con mayor decisión, que haría que muchas industrias quisieran ubicarse en ese parque. Con la covid hemos descubierto la relevancia de la salud, también en el ámbito empresarial. El viento sopla a favor de Granada, ha apostado por una diversificación de su tejido con las ciencias de la salud y, precisamente, lo que tiene el mundo son problemas de salud. Pero hay que aprovecharlo ya, no perder ni un minuto más. La UE tiene muy buenas referencias de Granada, lo que hace falta es que los proyectos no solo estén en la mesa. Eso cambiaría la epidermis de Granada de forma radical.
–¿Qué papel considera que debe ejercer la UGR?
–Esa Universidad es un cañón; tiene tradición y prestigio, lo tiene todo desde el punto de vista académico, pero las universidades deben seguir insistiendo en la relación con el mundo empresarial. Me consta que la UGR ha hecho una gran labor para favorecer esas sinergias, pero qué duda cabe que hay que insistir. La Universidad, a veces, vive en su ámbito, y el sector privado va por su cuenta y riesgo. La UGR puede ser una punta de lanza. Otro de sus retos es ser líder social, motor económico en un entorno donde muchas empresas quisieran ubicarse para aprovechar la colaboración por las disciplinas que tiene.
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