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Cachimbas en Granada | Una puerta común entre los jóvenes a otras adicciones

Las cachimbas, una puerta común entre los jóvenes de Granada a otras adicciones

El crecimiento sin control de esta actividad genera alerta entre el Defensor del Ciudadano y los profesionales sanitarios, que señalan este hábito como «muy dañino»

josé mendoza

Granada

Lunes, 20 de enero 2020, 00:54

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Su nombre original es narguilé, aunque también es conocida como cachimba, shisha, hookah, pipa de agua o pipa oriental. Se trata de un artefacto de origen persa que se utiliza para fumar tabaco de distintos sabores, aunque hoy en día es común su uso sin tabaco real, orientado al disfrute de los diferentes gustos, que se pueden encontrar de chocolate, vainilla, caramelo, o distintas frutas. Su consumo empieza a ser un problema serio entre los más jóvenes. Este, junto con el alcohol, han ido convirtiéndose en un hábito común entre los adolescentes de Granada, con cerca de un 40% de consumo.

Las características de este nuevo consumo de tabaco y la percepción de daño reducido y menos adictivo que el de los cigarrillos plantean un nuevo reto para la vigilancia, prevención y promoción de la salud en los servicios públicos de salud. «Estamos observando un uso generalizado en niños y adolescentes. Han proliferado los lugares que proporcionan estas cachimbas para su consumo, donde los adolescentes fuman durante horas, sin ser conscientes de que las consecuencias son peores que las del cigarrillo convencional», señala Blanca Molina, directora del Centro Provincial de Drogodependencia y Adicciones.

«Me preocupa ver como esto se extiende y tiene auge entre la población joven. Desconocen los riesgos de fumar esto»

Manuel Martín, Defensor del Ciudadano

Una preocupación fundamentada por parte de la dirigente del centro que tiene como objeto prestar atención a todas las demandas derivadas del consumo de drogas y otras adicciones. Los últimos estudios demuestran que fumar en cachimbas produce cuatro veces más alquitrán que hacerlo con un cigarrillo tradicional, puesto que contiene más nicotina y metales pesados. Además, una sesión de cachimba de una hora provoca el mismo monóxido de carbono de 20 cigarrillo. «Una sesión de cachimba es igual a más de un paquete de tabaco. Utilizan sustancias como el monóxido de carbono, hidrocarburos o benceno. Este último, por ejemplo, produce cáncer. Produce leucemia, que es frecuente entre los niños», indicó, a la par que señaló uno de los grandes mitos que circulan alrededor de las cachimbas.

«Hay muchas leyendas con estas prácticas. La gente se piensa que al fumar pipa de agua, el humo no lleva sustancias tóxicas porque el agua las elimina. Eso no es cierto, el agua no quita los componentes tóxicos, el liquido solo enfría el humo para que sea fumable, los componentes tóxicos se quedan y perjudican al fumador y a los que se encuentran a su alrededor»,

Su peligro es tal, que la Organización Mundial de la Salud (OMS) alertó ya en 2005 de que el consumo de pipas de agua se estaba convirtiendo en un «problema de salud pública». Entre sus riesgos, se encuentran las mismas enfermedades pulmonares, cardiovasculares y cáncer que las que desarrollan los fumadores de cigarrillos convencionales. Una lista que no acaba ahí: «Estamos hablando de que se comparten boquillas. Esto puede producir herpes, gripe u otra enfermedad viral, incluso hay riesgo de varios tipos de hepatitis».

Un trampolín a las adicciones

El riesgo de estas actividades no se detiene con sus efectos nocivos. Tal y como señala Blanca Molina, existen varios riesgos asociados al consumo de estos productos: «Este tipo de actividad hace que se inicien en la práctica del fumar. Estamos hablando de un producto que contiene nicotina, que es la sustancia responsable de la adicción, no es la más nociva, pero es la que engancha».

«Este tipo de actividad hace que se inicien en la práctica de fumar. Es un producto que contiene nicotina y eso engancha»

Blanca MolinaDirectora del SPD

Las cachimbas favorecen la captación de futuros consumidores tanto si se utilizan con tabaco como si no. Los sabores suaves y dulces pueden atraer a jóvenes que no son consumidores de cigarrillos. La aceptación de estos productos es tal, que uno de cada tres jóvenes (15-24 años) asegura haber probado alguna vez estos productos, según señala el Eurobarómetro, una tendencia que continua en ascenso y que ha levantado algunas alarmas: «La ley anti-tabaco del 2010 necesita ser actualizada para adaptarse a los cambios y a la evolución del fenómeno, así como a las nuevas prácticas del consumo», señaló la directora del centro de prevención, que recomendó intentar cambiar los hábitos de ocio: «hay que incidir bastante en ofrecer alternativas de ocio saludable, que no sea consumir, que sean otro tipo de prácticas más acordes con la salud de los granadinos. No puede ser que salga en las noticias porque hay gente que regala estos aparatos a sus hijos. No se debe regalar ni en cumpleaños, ni en comuniones». Blanca Molina aseguró haberse quedado «estupefacta» ante la idea de que los padres sean quienes inicia a sus hijos en este tipo de hábitos, un comportamiento que calificó como «facto de riesgo», y no dudó en asegura que «es muy probable que esos niños acaben fumando cigarrillos en el futuro».

Más control e información

Esta preocupación por la salud de los granadinos es compartida por Manuel Martín, Defensor del Ciudadano en Granada, quien observa el desarrollo de hábitos nocivos en la juventud en la ciudad, una dinámica que achaca a la desinformación sobre el producto que consumen: «Me preocupa ver como esto se extiende y tiene auge entre la población joven. La gran mayoría se inicia en locales de hostelería, en un ámbito social, con la idea de que no es peligroso, piensan que no es como el tabaco y encima es atractivo por sus distintos sabores», aseguró Manuel Martín.

Por ello, reclama una mayor implicación por parte de las autoridades competentes. «Existe la falsa creencia de que no es perjudicial. Hay mucha gente que consume este tipo de productos y no es consciente de que es malo para él y para los que están a su alrededor, que también inhalan el humo. Muchas veces no es consciente ni el hostelero que lo oferta. Necesitamos más información. Necesitamos un mayor control, especialmente sobre la venta ilegal a menores», apuntó, aunque además, solicitó mayor colaboración ciudadana. «Ante la venta de estos productos a menores, lo cual está prohibido por ley, hay que rellenar la hoja de reclamaciones del establecimiento, presentar una denuncia ante alguna autoridad o solicitar que se persona la Policía. No hay que dejarlo pasar. Todos hemos visto una situación como esta. No hay que permitir que estos hábitos se asienten».

Además, el Defensor del Pueblo recuerda las recomendaciones de los expertos: «Los especialistas y profesionales sanitarios recomiendan no fumar ni tabaco ni fumar en cachimba en presencia de menores de edad, ya que si los menores normalizan este acto es muy probable que sean fumadores cuando lleguen a la adolescencia. Hay que predicar con el ejemplo», finalizó Manuel Martín.

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