El grafiti del caracol 'resucita' en el Barranco del Abogado
El Niño de las Pinturas escucha a los vecinos del Realejo y vuelve a pintar al querido animal en otro sitio donde pueda ser contemplado
«Despacio y buena letra», escribe El Niño de las Pinturas en su nuevo grafiti, que representa a un enorme y precioso caracol que da la impresión que va a escapar a toda velocidad del muro en el que vive desde hace un par de días. La historia de este colorido mural parece como de fechas navideñas. Quizá porque tiene final feliz y también porque los buenos, al menos por esta vez, salen ganando.
El caracol grafitero resulta que llevaba dos largas décadas viviendo en otro muro, escondido y húmedo, un hábitat perfecto para esta especie de molusco gastrópodo, que solo sale a cielo abierto para sacar sus cuernos al sol. Se encontraba ubicado en la trasera de la 'catedral del Realejo', la conocida iglesia de Santo Domingo, en un muro que protegía un espacio que incluso algún día años atrás se anunció que se convertiría en un espacio público.
La calle, que se llama Aguado, solo es transitada por los vecinos, ya que se encuentra alejada de los ejes principales de la calle Santiago, Molinos o Campo del Príncipe. Quizá por eso, los vecinos se habían encariñado con el bicho. Quizá por eso, no querían que desapareciera. Pero la normativa no entiende de arte aunque se apruebe para, precisamente, defender el patrimonio. Al menos de arte urbano. Al menos de arte del siglo XXI.
Los grafitis desaparecidos de El Niño de las Pinturas en el Realejo
Resulta que la iglesia de Santo Domingo está declarada como Bien de Interés Cultural (BIC) y la normativa en dicha materia prohíbe este tipo de expresiones artísticas en estos lugares y en un entorno de seguridad de un puñado de metros, para evitar la contaminación visual y proteger el patrimonio. Así que fueron precisamente los propios vecinos del Realejo los que empezaron a preocuparse por el futuro del 'caracol grafitero', al encontrarse la primera semana de este mes de diciembre a una cuadrilla de peones que realizaban trabajos en el muro en cuestión.
La protección del caracol llegó hasta la asociación de vecinos del Realejo. El presidente, Alejandro Corral, se unió al lamento porque «lo vemos como una pérdida patrimonial y sentimental y así lo viven los vecinos». 'Lex dura lex', la delegación de Cultura de la Junta de Andalucía fue la administración que ordenó la primera semana de diciembre borrar el grafiti del caracol. Los vecinos argumentaron para proteger a su bicho que llevaba desde 2001 y que la declaración de Santo Domingo como BICdata de diez años después, del año 2011. Pero el grafiti del caracol fue borrado.
Animales desaparecidos
Pero no ha muerto. No ha desaparecido. El caracol, despacito y buena letra, ha sido capaz por sí solo –ya hemos dicho que su historia bien podría ser un cuento de Navidad–, de recorrer los 1.200 metros que separan la trasera de Santo Domingo del comienzo de la calle Barranco del Abogado desde la Cuesta de Escoriaza, su actual ubicación.
Allí ha 'resucitado' el querido 'caracol grafitero', en un muro recio y amplio donde pareciera tener movimiento. Raúl, este escritor granadino que pinta, ha escuchado a los vecinos del Realejo y lo ha vuelto a pintar para disfrute de todos. Una vez más, el 'caracol grafitero' ha seguido el camino de la 'jirafa cablejera' o del 'gato gordo y naranja', otros dibujos que buscaron otros lugares para seguir siendo apreciados.
La primera de ellas, la 'jirafa cablejera' se encontraba al final de la calle Molinos en dirección a la Cuesta de Escoriaza y utilizaba una cuadro eléctrico como cabeza. Tras varias apariciones y desapariciones, ha terminado en el mural conjunto que hay en las paredes del colegio Santo Domingo. El gato gordo y naranja de dos pisos de altura que estaba en la fachada de una vivienda en la Cuesta del Realejo, salió más cosmopolita, y se mudó a Nueva York.
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