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Soledad y Lidia llevan una década juntas y quieren buscar el tercer hijo. JAVIER MARTÍN
La fiesta de las dos mamás y del defensor de los alumnos transexuales

La fiesta de las dos mamás y del defensor de los alumnos transexuales

Soledad y Lidia, casadas, piden a los colegios explicar mejor la diversidad: en ello ya está José Antonio, profesor y miembro del colectivo LGTBI, quien ha creado un aula de ayuda en su instituto de la Chana

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Viernes, 29 de junio 2018, 01:54

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El profesor José Antonio Alfaro imparte clases en el instituto Severo Ochoa de La Chana y sabe de buena tinta que aún queda mucho por trabajar para la normalización del colectivo LGTBI, al que él -casado con un hombre- pertenece. A sus 53 años, este docente de Formación Profesional, de la rama Intervención Socio comunitaria, asegura que nunca ha tenido un problema por su condición sexual, un aspecto que vive con normalidad, libertad y sin tapujos. Pero la suya no es la común de las historias.

«A principio de curso nos llegó una niña transgénero a Primero de ESO, que ya había transitado hacia su sexo en Primaria y quería mantener su historia en la intimidad, pero un niño conocía su pasado y empezó a meterse con ella, a insultarla y a acosarla. Ese desprecio y amenazas son contagiosas y rápidamente activamos el protocolo para acabar con esa situación y protegerla», apostilla el docente, premiado por la asociación Arco Iris por su labor inclusiva.

Pero José Antonio no se quedó contento con haber abortado junto a sus compañeros aquel caso de acoso. Su centro contaba con un Plan de Igualdad y el proyecto Escuela Espacio de Paz y había que ir más allá. En el mes de octubre pusieron en marcha el aula LGTBI y varios docentes muy concienciados con el tema de la igualdad hicieron un llamamiento por megafonía a todos los estudiantes interesados. Fue en un recreo. En un aula cualquiera del barrio de La Chana. Y decenas de alumnos quisieron informarse en primera persona o pedir ayuda para algunos de sus amigos.

«Creemos que hay normalidad, pero aún existe mucho sufrimiento y silencio»

«Nos sorprendimos porque se llenó la clase. Eso se ha convertido en un encuentro semanal y damos orientación y apoyo a quien lo necesita. Regularmente asisten tres chicos -uno 'trans'- y dos chicas, una de ellas 'trans'», explica el profesor, quien también se movilizó para montar dos exposiciones en el centro 'Es natural' y 'Derechos humanos', mesas redondas y otras iniciativas para demostrar que la mayor desviación es no respetar a los demás seres humanos por su identidad sexual.

Las familias -según narra José Antonio- están encantadas porque se está ahorrando sufrimiento. «Les damos seguridad y calidez a los estudiantes transgénero, los acompañamos en su tránsito si nos lo piden, creamos este espacio amigo y hacemos visible esta realidad como otra cualquiera. Porque, aunque no lo creamos, socialmente aún hay mucha mentira e invisibilidad que esconden presión, dolor y sufrimiento», explica este profesor en cuyo centro cuentan con casi 550 alumnos.

Según narra, las artes escénicas como las audiovisuales, pictóricas y teatrales, las artes en general, son una poderosa arma de concienciación no sólo para la sociedad sino también para aquellas personas que sintiéndose homosexuales, bisexuales, transexuales o intersexuales no encuentran apoyos ni ejemplos en su entorno. «Hay muchos estudiantes de Bachillerato de Arte que se sienten así y creen que son libres, pero cuando hablas con ellos te das cuenta de las rémoras sociales que aún padecen», se despide.

Un matrimonio estable

Precisamente para que el lesbianismo dejara de ser un estigma, Soledad Moreno (32 años) y Lidia Camacho (31 años), juntas desde hace una década y casadas desde hace ocho años, se convirtieron desde sus inicios en una pareja pública, notoria y que hoy forma una de esas familias orgullosas con sus dos hijos, Héctor y Nayara. Su objetivo primordial es ser felices -que ya lo son- y otro es visibilizar el papel fundamental que tienen el amor y el apoyo de la familia y amistades para conseguir la confianza necesaria para que las personas LGTBI sean ellas mismas.

«Nosotros nunca hemos tenido un problema y todo ha sido natural. Yo no creo que haya que celebrar un día especialmente, pero es que soy bastante rara, porque tampoco me gusta San Valentín», explica Lidia Camacho, empleada en el sector de la hostelería como cocinera mientras que su mujer, Soledad, trabaja en la casa.

Sin embargo, Lidia, quien dio a luz a Héctor mientras que Soledad alumbró a la pequeña Nayara, cree que las iniciativas como las del profesor José Antonio Alfaro son aún muy necesarias en las escuelas e institutos. «Es cierto que en el ámbito escolar aún hay desinformación. Los niños lo ven como algo natural, pero los adultos deben ser más instruidos», concluye esta mujer que aún piensa en tener un tercer hijo con su pareja.

«Las inseminaciones son todas privadas, pagadas, porque la sanidad pública no las financia si ya tienes hijos. Eso no me parece nada bien. Te obligan a hipotecarte para formar una familia, mientras que para abortar cuantas veces quieras te lo hacen gratis», se queja la almuñequera.

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