La familia del agente Arcos reclamará al Estado que asuma su indemnización ante la insolvencia del Kiki
La Audiencia de Granada declara firme la condena de 22 años y medio de cárcel impuesta al homicida del guardia civil de La Zubia
La condena a 22 años y medio de prisión a Juan Antonio M. G., alias el Kiki y autor del homicidio del agente de la ... Guardia Civil José Manuel Arcos el 15 de octubre de 2018, ya es firme. Un auto dictado por la Audiencia Provincial de Granada y al que ha tenido acceso IDEAL así lo declara. De este modo se pone punto final a un capítulo que su viuda e hijos querían cerrar de una vez: el judicial. Sólo les queda un último paso: reclamar al Estado que asuma la indemnización de cerca de 335.000 euros que les corresponde ante la insolvencia del homicida. La otra herida, la de su ausencia, esa nunca podrá cicatrizar.
La resolución del tribunal granadino, fechada el 16 de diciembre, dispone que ahora «se procederá a ejecutar la sentencia» contra el acusado, un delincuente común que se encuentra en prisión desde que cometió el crimen y que el primer día del juicio aceptó su culpa.
La vista, para la que se habían reservado varios días de noviembre, contó con un jurado popular, pero no fue necesario practicar la prueba. El Kiki, durante su declaración como acusado, admitió haber cometido el homicidio del malogrado guardia civil, que tenía 47 años y desempeñaba su labor en el puesto de La Zubia. Se declaró culpable de cuatro delitos y pidió perdón a la familia en su derecho a pronunciar la última palabra.
Tras declararse culpable, el jurado emitió un veredicto acorde a lo ocurrido en la sala (el fiscal del caso, Luis Salcedo, rebajó la pena de 27 a 22 años y medio de prisión y todas las partes se adhirieron) y se le impuso el castigo pactado. En concreto, el Kiki, que durante la instrucción del caso siempre había sostenido que el disparo había sido accidental, cumplirá 17 años y medio por homicidio y cinco años más por un delito de depósito de armas de guerra. Y es que aquella fatídica madrugada llevaba una mochila con un subfusil y munición, que arrojó durante su persecución.
Junto a ello habrá de abonar distintas multas como autor también de un delito leve de daños y otro continuado de robo de vehículos de motor ajenos.
Arcos falleció de un vil disparo que le realizó el procesado tras arrebatarle su arma reglamentaria en una zona ajardinada de Huétor Vega, después de una persecución de madrugada, primero en coche y luego a pie.
Acto de servicio
El agente, muy querido dentro y fuera del cuerpo, falleció en acto de servicio. Por eso, el despacho de abogados que ha representado a su viuda e hijos, que han ejercido la acusación particular, ha anunciado que reclamará al Estado que asuma la indemnización fijada en la sentencia. El Kiki es insolvente.
La suma asciende a cerca de 335.000 euros y el letrado de la familia, Javier López y García de la Serrana, director de HispaColex Bufete Jurídico, solicitará que sea el Gobierno de la nación el que afronte el pago.
Existen de hecho, según fuentes jurídicas, dos sentencias del Tribunal Supremo (TS), de 8 y 15 de julio de este año, en las que basará su petición. En la segunda se establece expresamente que «las lesiones y perjuicios sufridos por agentes de policía como consecuencia de acciones ilícitas de las personas sobre las que ejercen, sin culpa o negligencia por su parte, las funciones que son propias de su cargo, deben ser resarcidos por la Administración, mediante el principio de resarcimiento o de indemnidad que rige para los empleados públicos».
En la sentencia que condenó al Kiki, se acordó mantener preso al acusado y se hizo constar «el parecer desfavorable del jurado a la aplicación al acusado de los beneficios de la suspensión de las penas impuestas, así como a cursar la solicitud del indulto por cualquier a de los delitos por los que ha sido condenado».
A la salida del juicio, que tuvo lugar en una sala habilitada de la Caleta, la viuda de Arcos, Raquel Pérez, se dirigió emocionada a los medios para exigir que se cuide y se dote de medios a quienes, como su difunto esposo, se juegan la vida por protegernos.
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