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Carmen atiende a una de las menores que ha ido operada en el Virgen de las Nieves. RAMÓN L. PÉREZ
Estudiantes de Medicina para curar el miedo de los niños al quirófano

Estudiantes de Medicina para curar el miedo de los niños al quirófano

Las futuras galenas acompañan a los pequeños que van a ser operados para reducir su ansiedad antes, durante y después de las intervenciones

Sarai Bausán García

GRANADA

Lunes, 31 de diciembre 2018, 17:00

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No hace falta siquiera traspasar el umbral de la habitación de Claudia para escuchar las risas que salen de ella. Con su niñez recién estrenada, ya se ha convertido en toda una celebridad en el hospital Virgen de las Nieves. Una operación para colocarle una serie de hierros en las piernas para mejorar su crecimiento la llevó hasta el centro granadino hace unos meses y, en la actualidad, otra vez para realizar algunas mejoras. Nada menos que cuatro enfermeras se distribuyen a los pies de su cama mientras le curan la pierna atentas a las historias que esta pequeña cuenta con descaro. Una gracia que muestra incluso cuando le dicen lo bonitos que son los hierros que le han colocado y la personalidad que estos le otorgan: «Qué te los pongan a ti, ¡no te digo!», dice. Ella es una de los menores que pasan diariamente por las camas del Virgen de las Nieves para realizares algún tipo de cirugía ambulatoria por la que son ingresados durante las primeras horas del día y dados de alta al mediodía -si no ha habido ninguna complicación-.

Claudia lleva con valentía estoica cada intervención, cura o dolor, pero es un caso entre un millón. La inmensa mayoría de los niños, y de los no tan niños, pasa un terror paralizante cuando se tiene que someter a cualquier tipo de cirugía. Para disminuir el miedo y la ansiedad que este tipo de procesos puede provocar en los más pequeños y que, en algunos casos, podría traducirse en pánico a los médicos en la etapa adulta, más de medio centenar de alumnos de distintos cursos de Medicina de la UGR- deben cursar mínimo tercero de carrera- acuden al lugar para estar con ellos antes, durante y después de la operación. Juegan con los menores tanto en su habitación como en la sala de juegos habilitada, les cuentan historias para mantenerlos entretenidos y hacen todo lo posible para que se sientan cómodos y seguros. Y, sobre todo, les explican con dulzura a qué se van a enfrentar cuando traspasen las puertas del quirófano para que el temor a lo desconocido desaparezca. Cuando entren a esa sala, se separarán de las manos de sus padres, pero no estarán solos. Los propios estudiantes, si el número de niños que hay en las salas y el de cuidadores lo permite, los acompañan durante el proceso para que cuando la ansiedad se apodere de ellos vean una cara amiga a su lado.

Carmen, Sole, Elena y Claudia, en la sala de juegos.
Carmen, Sole, Elena y Claudia, en la sala de juegos. RAMÓN L. PÉREZ

«Los niños tienen menos miedo porque hemos estado todo el día con ellos. Les hemos explicado qué van a hacer, le hemos contado historias y le hacemos juegos para que no se sientan mal. Se nota mucho el cambio en los niños cuando venimos y cuando no», señala Carmen, una de las integrantes de Tendiendo Puentes, la asociación que en 2014 crearon un pequeño grupo de estudiantes de Medicina y que hoy en día tiene que hacer incluso procesos de selección para no superar su cupo y que sea más sencillo organizar las jornadas. «Nuestro objetivo es que el paso por aquí no sea una experiencia traumática para ellos. Queremos reducir el estrés y la ansiedad, que ellos vayan al quirófano de otra forma, que lo enfrenten de manera positiva», señala Sole, otra de las voluntaria.

Tal y como explica el doctor Javier Castejón, facultativo del servicio de cirugía pediátrica del Virgen ce las Nieves, profesor de la facultad de Medicina y tutor de estos jóvenes, este programa se desarrolla dentro de la psicoprofilaxis quirúrgica, que muestra que una intervención programada provoca mucha ansiedad en el paciente, e intenta disminuirla con una serie de mecanismos. «El niño se enfrenta a un mundo desconocido y casi de fantasmas. Lo meten en un sitio que no conocen, con gente que le es desconocida y encima les van a inmovilizar, entonces esto genera mucho malestar. Así que estos jóvenes intentan que el niño vaya al quirófano con una sensación de bienestar psicológico».

Insomnio e irritabilidad

La experiencia del doctor Castejón muestra que muchos de estos niños pueden sufrir insomnio, terrores nocturnos, irritabilidad y agresividad con los padres -por ser quienes les llevan allí- a causa de estos miedos que sienten, pero es algo que se va con el tiempo y que se puede aminorar si se disminuyera la ansiedad preoperatoria.

Cada día, entre seis y siete niños acuden a este hospital para someterse a una cirugía programada. En ellos se suele ver nerviosismo, pero casi se ve más en sus padres. Ansiosos por lo que pueda pasarle a sus pequeños vástagos y por cómo se puedan sentir, el miedo se apropia de ellos casi más que de sus hijos. Por eso, la labor de Tendiendo Puentes también se basa en tranquilizarles sabiéndoles escuchar y demostrarles que su hijo tendrá el menor temor posible porque en ningún momento estará solo.

«Lo importante con los padres es escucharles, dejar que se desahoguen. Muchas veces, lo que más les preocupa es ver cómo lo pasan sus hijos. Sales del quirófano y lo primero que te preguntan casi todos es '¿ha llorado?'. Entonces ven que estás ahí, que cuando se duerman van a estar con alguien que les es familiar. Eso los calma mucho», explica Claudia, otra de las estudiantes participantes en el programa.

El primer día de cada una de ellas fue una vorágine de nervios y vergüenza. Ahora, no quieren dejar de acudir al centro, porque «esto engancha», según aseguran. Historias como la de Claudia y los cientos de niños que ya han disfrutado de sus cuidados les hacen recordar día tras que su vocación está viva.

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