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Granada | 'La Escuelita' grande del corazón

'La Escuelita' grande del corazón

La Fundación Lestonnac Montaigne atiende todas las tardes a más de un centenar de niños y niñas de lunes a viernes para que se formen y tengan las mismas oportunidades

Javier F. Barrera

Jueves, 5 de diciembre 2019, 20:27

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La calle Pedro de Rojas, flanqueada de infraviviendas de un piso de altura en el corazón del barrio de La Paz se llena de alboroto. De bullicio jovial. «Parece la Gran Vía». Es que son las cuatro de la tarde y más de un centenar de niños, de niñas, de jóvenes, de mamás y de papás recorren las calles desde sus domicilios hacia la Fundación Lestonnac-Montaigne, que es quien lleva esta iniciativa de formar a las nuevas generaciones, de educarlas.

Les ofrece igualdad de oportunidades «para que el día de mañana puedan elegir», explican las religiosas de la Compañía de María que llevan este proyecto en el corazón de la Zona Norte. La Compañía de María lleva en La Paz desde el minuto uno, desde que empezó la construcción del barrio, hace ya medio siglo.

Las religiosas llegaron a Granada para llevar la dirección de una guardería. Así que hace cincuenta años, la Compañía de María tenía religiosas en la guardería de La Paz, otras eran directamente trabajadoras sociales y otras docentes en el colegio de la orden en La Caleta. «Pero, fundamentalmente, en el caso de La Paz, eran unas vecinas más», cuentan ahora.

Lo que empezó a suceder en La Paz en aquellos años setenta fue que las vecinas empezaron a pedir ayuda a las religiosas para hacer los deberes de sus hijos, «porque eran gente sencilla, pero querían que sus hijos e hijas aprendieran». Al principio «se les atendía en nuestra propia casa en la calle Antón Calabrés de este barrio, un cuarto piso».

Las prioridades

La iniciativa prosperó. «Con el tiempo la Compañía de María buscó una casita, justo en la calle Pedro de Rojas, para ofrecer esta atención de forma más adecuada, cercana, sistemática. Era el año 1991». Con la casita de La Paz se mantuvo una opción caracterizada por la cercanía, por la relación con las familias.

En 2013 la Compañía de María apuesta por este proyecto, y crece a través de la Fundación Lestonnac Montaigne. El centro se triplicó. Es decir, se sumaron dos casitas más a la ya existente y, durante un curso completo, se reformaron.

Durante las obras la atención se mantuvo, «porque era prioritario no cortar el proyecto, y se ofreció la atención en los locales de la parroquia del barrio». Acabadas las obras, volvieron. Tenían el triple de espacio, el triple de horas de atención. También contaban con el triple de participantes.

Aunque habían crecido por tres, «la gente del barrio, los niños y niñas, siguió llamándola cariñosamente, 'La Escuelita', porque era un espacio muy pequeñito, con pizarras pequeñas, mesitas y sillitas pequeñas. Todo pequeñito». Pero era 'LaEscuelita' grande del corazón.

Se explica el sentimiento en cuanto se pone el pie en el lugar y se mira a los ojos o se escuchan las risas, las carreras, la algarabía. «A los niños lo que más les gusta es lo queridos que se sienten. Y lo tengo comprobado», explica la directora. «Los vínculos afectivos que se establecen entre los alumnos y los educadores y la comunidad es increíble. Les generan la confianza y el sostén».

Y pone un buen ejemplo. «A veces hemos querido ofrecerles actividades superextraordinarias porque pensábamos que les iban a encantar. Y no, lo que realmente valoran es la permanencia, la apuesta por ellos, el cariño. Más que si en Navidad tienen una excursión a la Sierra o un regalo».

Todas estas sensaciones íntimas terminan de aliñarse con un concepto fundamental. Este lugar es un espacio seguro, es percibido como un espacio seguro. «En el barrio hay mucha infravivienda, son familias numerosas, se vive en la calle y no quieren que estén tanto tiempo en la calle en un barrio que no tiene parques ni canchas de fútbol ni columpios. Los traen aquí porque por un lado saben que es un espacio seguro, y porque se les va a ayudar a los niños y niñas a desarrollar sus capacidades y que van a establecer condiciones para las relaciones positivas».

Hay más para esta globalización del siglo XXI. «Es también un espacio de diversidad, con muchas culturas, procedencias y lo viven con mucha naturalidad. Lo viven como un enriquecimiento». También es fundamental el carácter voluntario de la asistencia. «Las familias vienen porque quieren, porque creen que es importante».

«No son familias que vengan derivadas de los servicios sociales, sino que están interesadas en mejorar la educación y las vidas de sus hijos e hijas». Por último, «no hay ningún filtro salvo el espacio, el sitio y su capacidad. Todas las semanas vienen un par de familias a pedir plaza. Así que hay lista de espera».

Las reivindicaciones

Otra de las características de la comunidad «es que nos sumamos a todos los movimientos de reivindicación, de denuncia ante las injusticias sociales como por ejemplo los cortes de luz». Mientras lo dice, señala un montón de folios con un fondo de color amarillo con el logo contra los cortes de luz en la zona norte.

En ese mismo instante, suena el teléfono de la directora. Es Mario, el combativo párroco de La Paz, una de las voces que más alto clama contra lo que ellos definen como injusticia:los cortes de luz que merman los derechos de los vecinos.

Su cerrada defensa de los barrios de la ZonaNorte se basa en que «siempre hemos querido visibilizar una imagen positiva de Norte, reconociendo y potenciando, ayudando a crecer todo lo bueno y positivo que tienen nuestras familias de los barrios», explica una vez más.

«Intentamos asegurar en primer lugar el éxito educativo, que los chicos y chicas se formen para que puedan decidir su futuro».

Trabajamos en la igualdad de oportunidades», termina orgullosa, con la certeza de que la Compañía de María lleva cinco décadas consecutivas a pie de calle, mano con mano y corazón con los vecinos de la Zona Norte.

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