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«Me encantaba el cine de verano y nunca me perdía ni una sola de las películas»

Aquellos maravillosos veranos | En femenino ·

Matilde Barón Alaya es la actual directora de la Estación Experimental del Zaidín (EEZ). Llegó a Granada en la flor de la juventud y adoraba las sesiones de cine bajo la luna y los paseos nocturnos por los bosques de la Alhambra

Rosa Soto

GRANADA

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Miércoles, 8 de agosto 2018

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Una de las pasiones de Matilde Barón Ayala (Melilla, 1956) es el cine y las sesiones peliculeras que se organizaban en verano al aire libre le permitieron enamorarse todavía más de Granada cuando llegó a la ciudad desde Melilla para empezar la carrera de Biología en la promoción de 1973. Desde entonces sólo ha abandonado la capital nazarí en alguna que otra ocasión para pasar las vacaciones fuera porque es «muy calurosa» y no tolera bien las altas temperaturas granadinas.

«Me encantaba el cine de verano y nunca me perdía ni una sola de las películas que proyectaban», afirma la directora de la Estación Experimental del Zaidín (EEZ) e investigadora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Barón Ayala recuerda aquellas sesiones cinematográficas con nostalgia porque le permitieron disfrutar de la ciudad nocturna en compañía de grandes amigos. «Ahora también hay cine de verano, pero me parece que se organizan menos sesiones que antes», comenta y añade: «Lo echo de menos aunque la verdad es que tengo poco tiempo para ir».

Esta científica se define como buena estudiante y precisamente porque sacaba buenas notas y no suspendía ninguna asignatura podía disfrutar al máximo de las vacaciones de verano hasta que empezara el siguiente curso en la Universidad de Granada (UGR), en la que se licenció y doctoró en Ciencias Biológicas obteniendo el Premio Extraordinario en ambos casos.

Otra de sus actividades favoritas era «caminar por los bosques de la Alhambra» por la noche, algo que hacía normalmente tras salir de una de esas sesiones de cine. «Era muy bonito y relajante, por aquel entonces no había tanto turismo como ahora, que te encuentras con un montón de gente a todas horas por este paisaje», dice Barón Ayala, aunque matiza: «En agosto, Granada se queda vacía, pero no por eso pierde su esencia cultural, con actos de todo tipo y muchos de ellos sobre Lorca».

Esta investigadora rememora precisamente el primer homenaje que se celebró al poeta en el año 1976. «Había más policías que personas», detalla. Entre los artistas invitados, menciona a la actriz Nuria Espert. «Fue todo un éxito, tanto por los actos organizados como por la afluencia de gente», asegura. Esta granadina de corazón se alegra que la ciudad reconozca al poeta con la cantidad de ciclos sobre su obra que se suceden uno tras otro a lo largo del tiempo y para todos los públicos.

Entre sus recuerdos de juventud también destaca el terremoto del año 79. «Yo seguía estudiando la carrera y por aquel entonces vivía en un séptimo piso. El temblor se notó muchísimo y al principio me puse un poco nerviosa», reconoce. Otra de las curiosidades que comparte es la buena relación que tanto ella como su compañera en la residencia mantenía, con sus vecinos, unos estudiantes de Medicina sirios, aficionados a una pizzería que se encontraba justo al lado. «Había muy bien ambiente en el vecindario, vivía en una residencia de monjas en la calle Elvira», relata.

A día de hoy sigue enamorada de todos y cada uno de estos rincones que descubrió en su juventud. Reconoce que le encanta Granada y disfruta de su trabajo en el EEZ, pero no soporta el calor que consigue sobrellevar gracias al aire acondicionado. Ahora, se escapará unos días de vacaciones para recargar pilas y seguir así su investigación sobre la fotosíntesis y el estrés vegetal.

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